Un muestrario heterogéneo... y con éxito dispar

La colección de carriles bici de Zaragoza recoge infraestructuras de todo tipo y distinto nivel de uso: de los ‘atascos’ de bicicletas en Gran Vía a la soledad de Constitución.

A la espera de las bicis. El carril bici de Constitución no ha tenido una gran aceptación, y las bicicletas pasan a cuentagotas. No obstante, el Ayuntamiento sostiene que su implantación ha sido positiva para quitar espacio a los vehículos y reducir el tráfico.
Un muestrario heterogéneo... y con éxito dispar
Raquel Labodía

Las calles de Zaragoza son ya una pequeña enciclopedia de los distintos tipos de carriles bici. Los hay unidireccionales, bidireccionales, pegados a la acera, pegados a la mediana, sobre la calzada, sobre la acera... Su diseño ha ido variando (y mejorando) a lo largo de los años, hasta dar con una muestra heterogénea que, además, tiene una acogida distinta por parte de los ciclistas. Mientras que en algunos carriles bici casi hay ‘atascos’ a algunas horas del día, otros están semidesiertos.

Chabi Cañada, de Pedalea, señala que el principal avance es que "se ha entendido que los carriles bici no tienen por qué ir por calles secundarias, que puede ir por grandes avenidas y, sobre todo, por la calzada". De esos primeros viales para bicicletas por Domingo Miral o la zona de Aragonia –que aún perviven, en algunos casos invadiendo las aceras– se ha pasado a unos carriles bici que restan espacio a los coches, salvo contadas excepciones en las que por algún motivo quitan algo de espacio peatonal.

Según apuntan los expertos, el éxito de un carril bici depende de su configuración pero, sobre todo, de lo útil que sea para los usuarios. En el caso de Gran Vía, por ejemplo, se trata de un trazado directo, sin grandes interrupciones y que lleva a sitios con actividad, como todo el entorno de la plaza de Paraíso o dos campus universitarios. El caso contrario es Constitución, donde cuesta ver bicicletas. En este caso, Cañada cree que "falta la continuidad por Cesáreo Alierta", y que los ciclistas "se buscan otras rutas más directas", como la plaza de Los Sitios o la calle Asalto.

No obstante, desde el Ayuntamiento valoran que esta obra ha permitido reducir el tráfico en la zona, y que al instalar un carril bus, necesariamente la calzada ya se iba a quedar con uno único para vehículos, ya que los tres carriles que había antes de la reforma eran demasiado estrechos. Sin llegar al nivel de Constitución, en Sagasta tampoco se ve un gran nivel de circulación ciclista, precisamente. Desde el Ayuntamiento, no obstante, confían en que con el carril completo, hasta el parque Pignatelli, pueda empezar a estar más concurrido.

Este carril bici ha adoptado un diseño que comienza a implantarse en la ciudad: el de las vías ciclistas que transitan por el centro de la calzada, o pegadas a los bulevares. Así se consigue evitar los problemas con las paradas de autobús o con los coches aparcados, que generan conflictos en otros puntos de la ciudad. No obstante, en ocasiones pierde eficacia para el ciclista al tener más a desmano las salidas hacia las calles perpendiculares.

¿Qué queda por hacer? A juicio de Cañada, Zaragoza tiene que conseguir que, con o sin carriles bici, "se pueda ir por todas las calles sin sensación de peligro". De hecho, una pacificación real del tráfico permitiría que los ciclistas pudieran transitar seguros sin necesidad de tener una infraestructura propia. "El objetivo es que con 10 o con 80 años todo el mundo pueda pensar en la bici como una opción para hacer cualquier desplazamiento por la ciudad", resume este miembro de Pedalea.

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