El número de árboles caídos en la capital aragonesa sigue aumentando. Ayer un ejemplar se desplomó sin causar heridos y otro tuvo que ser talado por los bomberos ante el peligro que suponía para los viandantes en la calle Pablo Iglesias, a la altura del portal número 35. Este nuevo desplome eleva a ocho el número de ejemplares derrumbados en los últimos once días.

A las cuatro y media de la tarde efectivos del cuerpo de Bomberos de Zaragoza acudieron a retirar los restos de un árbol caído. Una vez allí decidieron talar otro ejemplar de mayor envergadura que el anterior, debido al estado de inclinación que presentaba y el riesgo que suponía para los ciudadanos. La zona en la que cayó era una calle peatonal. Los Bomberos trocearon los restos de ambos ejemplares y precintaron el área."El árbol torcido llevaba mucho tiempo así", señaló un trabajador de la zona.

Sin medidas urgentes

El suceso se une a una larga lista de desplomes en la capital aragonesa en los últimos días. El pasado domingo, un árbol de 22 metros caía en el parque Grande José Antonio Labordeta, lo que culminaba una semana con un total de seis derrumbes. El martes por la noche, otro sufría el mismo destino en el barrio de La Almozara, cayendo en el patio de un instituto.

Según cifras de la contrata FCC Parques y Jardines, hay más de diez mil árboles en la capital aragonesa catalogados con la letra D, que indica el nivel más alto de riesgo de desplome. La ciudad cuenta con cerca de 170.000 árboles.

A pesar de los últimos sucesos y de la presión por parte de la oposición política en el Ayuntamiento, el concejal de Servicios Públicos, Alberto Cubero, ha rechazado poner en marcha medidas extraordinarias. En el pasado pleno municipal, a propuesta del grupo municipal del PP, se aprobó por unanimidad ejecutar un plan urgente de poda de árboles grandes que permita revisar, "en el menor plazo posible", el estado físico y las condiciones de salud de los ejemplares de grandes dimensiones.

Todos los grupos pidieron al equipo de gobierno de Zaragoza En Común que priorizara la seguridad de los viandantes sobre sus rencillas con las contratas y sus ansias de municipalización, al recordar que Cubero mantuvo paralizadas las podas extraordinarias durante seis meses. Además de las podas, los expertos atribuyen las caídas al fuerte viento, la humedad acumulada en el suelo tras las últimas lluvias, el escaso mantenimiento, y los problemas de enraizamiento de algunos ejemplares, especialmente los pinos, que ya no se plantan en la ciudad.