El vigésimo aniversario del medio maratón de Zaragoza se convertía ayer, a las nueve de la mañana, en una fiesta del atletismo popular. Pero la alegría matinal dio paso al lamento por el fallecimiento de Juan Murillo Rodríguez, integrante del equipo de entrenamiento Corredor@s MJP, que prepara la olímpica María José Pueyo. Tras darse la salida en el paseo de Echegaray y Caballero, la marea de atletas cruzó el Puente de Piedra para abordar los dos primeros kilómetros por la margen izquierda, y volver a la derecha por el puente de Hierro. Fue en la entrada cuando Murillo, de 54 años, un apasionado del ‘running’ y del asfalto, se sintió mal. Se agarró a la barandilla y se desplomó cuando no habían pasado más de diez minutos desde que se iniciara la prueba. "Todo apunta a que ha sido un infarto", señalaron fuentes del Ayuntamiento. Es el tercer suceso que se da en carreras populares en Aragón en poco más de un año, después de la muerte de Daniel de la Tova, el 28 de febrero de 2016 en la Carrera del Ebro, y de J.A.B.A en la prueba de la AECC Sariñena-Monegros, el 17 de abril.

A las 9.10 una ambulancia de la Cruz Roja salía a toda velocidad desde la calle don Jaime. Algo iba mal. Juan Murillo fue atendido por otros corredores –"varios médicos", apuntaron desde la organización, el club Running ZGZ–, que procedieron a realizarle maniobras de reanimación. Durante cerca de una hora se luchó por recuperarlo, pero no se pudo hacer nada para evitar que perdiera la vida. La carrera seguía su dinámica, ajena a la tragedia. Llegaron los primeros clasificados, entre ellos María José Pueyo, segunda en la categoría femenina. Un compañero le abrazó y la serrablesa conocía la triste noticia.

Juan Murillo, expresidente de la Junta Coordinadora de Cofradías de Zaragoza, miembro de la Cofradía del Descendimiento y médico de la empresa Mann Hummel, era un habitual de las pruebas de fondo. "Había corrido de todo: 10K, medio maratones, maratones… Lo hacía a su ritmo y no forzaba nunca. Ahora estaba preparando el maratón de Zaragoza de abril", explicaba Pueyo. En la mitad de la plaza del Pilar, los amigos se abrazaban y rompían a llorar. "Entrenaba todas las semanas en el parque Grande. No fallaba. Habíamos pasado las pruebas de esfuerzo para hacer el medio maratón y todo había ido correcto. Ayer (por el sábado) entrenamos con normalidad, y en el calentamiento previo se le veía bien. Era médico, se cuidaba", ampliaba un amigo con la voz rota. "Era un buen corredor pero, sobre todo, una gran persona", concluía la semblanza.