El chalé que se convirtió en Casa de la Paz

Se cumplen 30 años de la ocupación por diversos grupos juveniles del edificio de Sagasta 52, donde hoy se encuentra el centro de salud José Ramón Muñoz Fernández.

El chalé que se convirtió en Casa de la Paz
El chalé que se convirtió en Casa de la Paz
Archivo HERALDO

El  último ejemplo de arquitectura ecléctica que quedaba en el zaragozano paseo de Sagasta desapareció para siempre a mediados de la década de los 90. Y con ella la Casa de la Paz, un espacio de convivencia en el que varios colectivos pacifistas y antimilitaristas desarrollaron su actividad entre en 1987 y 1993.

La vivienda, de 212 metros cuadrados y 962 de jardín, fue construida en 1919 por encargo de Luis López Ferrer, al arquitecto Teodoro Ríos Balaguer -responsable, entre otros trabajos, de la consolidación y embellecimiento del templo del Pilar-

La propiedad, vendida décadas después (1961) por Elena Valenzuela, dueña en ese momento del edificio pasó a manos del Ministerio de la Vivienda y, posteriormente, al Ministerio de Cultura. La casa estuvo vacía y abandonada durante años hasta que en marzo de 1987 el inmueble fue ocupado por varios colectivos juveniles de la ciudad.

El 13 de marzo, una docena de aquellos jóvenes quitaron las cadenas y cerrojos, colgaron unas pancartas explicativas de la acción que estaban llevando a cabo e iniciaron las labores de limpieza y desescombro. “Inmediatamente antes de la ocupación se habían presentado las correspondientes solicitudes en los organismos competentes, incluida la Policía Municipal, -explica Chema Pérez, uno de los integrantes del grupo que ocupó el edificio aquel día-. Se convocó a los medios y se redactó el comunicado firmado por los colectivos organizadores de la acción: ‘En vez de una ruina, una casa por la paz y la solidaridad’.

Como recuerda Pérez en el blog del proyecto Zaragoza Rebelde, en dicho comunicado se proponía que “en la Casa de la Paz y la Solidaridad puedan establecer su sede todo tipo de colectivos pacifistas, no violentos y solidarios, la instalación del Centro de Documentación por la Paz y un gabinete de asesoramiento e información sobre el derecho a la objeción de conciencia”, y se defendía aquella acción como “un ejemplo constructivo, estrictamente no violento, animando a cuantas personas y colectivos lo vean interesante a unirse a nosotros, tanto con su presencia física como con su trabajo”.

La primera asamblea de los colectivos que ocuparon la casa tuvo lugar en el jardín. Allí también se pintaría la pancarta de 32 metros que desplegaron los ecologistas aragoneses en la Torre Eiffel de París contra el paso de la línea de alta tensión por el Pirineo.

Entre las actividades que se desarrollaron desde 1987 se organizaban asambleas, exposiciones, conciertos… La casa estaba abierta a diversos colectivos y grupos musicales.

En su última etapa, antes del desalojo que tuvo lugar el 23 de diciembre de 1993, se había planteado la creación de un taller de bicicletas en colaboración con el colectivo Pedalea y con el Kolectivo de Paradas y Parados se iba a poner en marcha un comedor popular. En la Casa de la Paz, también se editaban y publicaban algunos fanzines y revistas como ‘El Acratador’.

Mientras tanto, el edificio seguía siendo propiedad del Ministerio de Cultura que, en mayo 1992, barajó ubicar allí, tras desalojar a sus ocupantes, la sede del Archivo Histórico Provincial e incluso la del Archivo de Aragón.

Aunque esta propuesta nunca llegaría a materializarse, la sombra del desalojo  del chalé del paseo Sagasta era cada vez más grande. Una manifestación de ultras un 20 de noviembre, que acabó frente a la Casa de la Paz, desató un clima de malestar y temor entre algunos sectores de la ciudadanía.

Pese a ello, contaban con el apoyo de varias asociaciones de vecinos y hasta agosto de 1993 habían más de 2.500 firmas de adhesión para pedir que el desalojo se paralizase.

En julio de aquel año se organizó una manifestación en protesta por la sentencia de 27 de mayo de 1993 que obligaba a que el inmueble fuera desocupado. Posteriormente, una sentencia publicada el 28 de julio ordenó el desalojo del edificio, que no se produciría hasta diciembre.

Aquella mañana del 23 de diciembre se produjeron disturbios, enfrentamientos y cargas policiales. No hubo paz hasta que, finalmente, la vivienda quedó vacía y su entrada tapiada.

El solar se destinó a la construcción de un centro de salud –que recibió el nombre de José Ramón Muñoz Fernández, médico asesinado por el GRAPO en 1990- que abrió sus puertas 6 años más tarde.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión