Un rincón zaragozano donde buscar la felicidad

Zaragoza inaugura su primer centro de meditación budista Kadampa en la calle Cánovas.
Zaragoza inaugura su primer centro de meditación budista Kadampa en la calle Cánovas.
C. Ivars

Al acceder a la sala de meditación –también denominada Gonpa- del recién inaugurado centro Kadampa de Zaragoza, lo primero que llama la atención es el silencio y la calma que invaden el ambiente. Algo que no se encuentra con facilidad en la actualidad y que precisamente muchos aragoneses buscan en centros de estas características.


Ahora la capital aragonesa cuenta con su propio centro Kadampa Yhe Tsongkhapa, el primero en Aragón y el decimoséptimo de España, cuya inauguración tuvo lugar el pasado viernes con una ceremonia budista tradicional. “Invitamos a los budas a que vengan a este lugar y permanezcan en él para ayudarnos a progresar en el desarrollo de la mente y mejorar nuestras cualidades humanas”, explica la maestra Guen Chokga, monja budista encargada de dirigir el rito.


Poco a poco el silencio daba paso a cantos típicos –eso sí, traducidos al castellano-, acompañados de los sonidos característicos de la campana y el damaru, una especie de tambor de doble cara y que cabe perfectamente en una mano. En la sala hay monjes budistas ataviados con el hábito naranja y rojo tradicional, y practicantes laicos. Pero también se acercan simpatizantes y curiosos, o gente que quiere aprender a meditar. “No es un centro sólo para budistas, sino que ofrecemos maneras de pensar y consejos aplicables para la vida diaria de cualquier persona, y es eso lo que diferencia la tradición Kadampa del resto”, asegura.


Aunque reconoce el auge de las terapias de meditación en nuestros días, en su opinión más que una moda se trata de una necesidad vital: “La gente se ha dado cuenta de que quiere estar bien y busca métodos para sentirse mejor y ser más felices. Algunos lo buscan fuera, mientras que otros buscamos las respuestas en nuestro interior”. Es el caso de Concha, zaragozana de 60 años que lleva muchos años en esta tradición. “Llegué a través del yoga, y pronto descubrí que me aportaba paz mental y mucha serenidad”, explica.


“La mayoría de la gente que viene aquí está buscando algo, buscan ser felices. Algunos ven que éste es el camino correcto y otros no, pero siempre les queda algo”, explica Marisol Artal, fundadora del centro. Junto a otros vecinos de Zaragoza, llevan 13 años organizando actividades de meditación en centros cívicos y en diversos emplazamientos. “Ya era hora de tener nuestro propio sitio”, añade.El gimnasio de la mente


Quienes dominan la práctica de la meditación aseguran que es como ir en bici: lo importante es practicar. Por eso, como explica el monje residente del centro zaragozano, Kelsang Pagchen, es importante contar con la compañía de un maestro o una figura de referencia: “El centro está pensado para que cualquier persona que quiera aprender a relajar su mente y meditar pueda venir y encontrar un lugar tranquilo, con armonía y con más gente con sus mismas inquietudes”.


Un lugar en el que se trata de fomentar los pensamientos positivos y en el que se aprende a “huir de estados de la mente negativos como enfados, celos, apego o dependencia”. Como explica el maestro Pagchen, se trata de una lectura actualizada del budismo más tradicional, eso sí, sin perder su esencia. “Se trata del budismo del Siglo XXI, no pierde sus bases pero se ha adaptado al mundo occidental”, concluye.

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