La judía trapera de Añón, producto 'gourmet'

La Cooperativa Legumbres del Moncayo comercializa este alimento típico de la zona y lo produce de manera tradicional para conseguir una mejor calidad.

Del Moncayo al resto del mundo. La judía trapera, autóctona de este monte y del valle del Queiles, aspira a convertirse en un producto ‘gourmet’. Es el objetivo que persiguen los impulsores de la Cooperativa Legumbres del Moncayo, que la acaban de lanzar al mercado con la marca Anyon, en referencia al antiguo poblado medieval de Añón, situado a las orillas del río Huecha, lugar actual de su cultivo.

"La trapera es una variedad de mata alta, de grano de color blanco", indica Ángel Bonel, agricultor e ingeniero agrónomo. La

Cooperativa quiere potenciar esta legumbre y para hacerlo, ha optado por producirla de manera tradicional. Se empieza en mayo con los preparativos del terreno, en verano la judía madura y "en septiembre se va poniendo pocha", explica. Tras el arranque, se deja secar unos días, antes de realizar la trilla para separar la judía de la vaina. "Se hace una selección manual para retirar las que no estén en condiciones para el consumo. Después, se envasan para su comercialización", indica Bonel.

Se venden en paquetes de medio y un kilo para el pequeño consumidor y de 25 kilos para restaurantes. Es una judía de alto valor gastronómico y con gran calidad, algo que viene determinado por diferentes factores. "Estamos a 886 metros de altitud, con tierra de grava y un agua con poco trayecto desde su nacimiento hasta que llega al campo de cultivo", señala Miguel Ibáñez, director del restaurante ‘El Molino de Berola’ y otro de los promotores. "Es muy sencilla de cocinar, con almeja, borraja de la zona, perdiz, codorniz, boletus… Es una alubia que no tiene nada de pellejo y un poco harinosa", añade Ibáñez.

Una recuperación costosa

A la trapera se une la tempranilla, una variedad de mata baja con un grano más pequeño y plano que estaba desapareciendo. "Se la denomina también rastrojera porque los agricultores de la zona la ponían encima del rastrojo una vez cosechados los primeros cereales", explica Ángel Bonel.

Es una legumbre que les ha costado recuperar, ya que solo la cultivaban unos pocos agricultores. "Eran pequeños hortelanos, así que ha supuesto un esfuerzo importante encontrarla, para a partir de ahí, empezar a hacer una multiplicación", recuerda Bonel.

A la Cooperativa le gustaría llevar a cabo una purificación de esta variedad, una vez que se haya establecido la producción. En esta campaña se han cultivado 3,7 hectáreas de judía, de las cuales 3,2 son traperas y 0,5 de la variedad tempranilla, con una recolección total de 2.740 kilos listos para su venta.

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