testimonio

El último superviviente de la Quinta del Biberón pasó la Guerra Civil en Utrillas

El barcelonés Miquel Morera, de 103 años, destaca la buena relación entre los militares de la 30 División republicana y la población civil.

Miquel Morera en su 103 cumpleaños en Barcelona, donde reside.
Miquel Morera en su 103 cumpleaños en Barcelona, donde reside.
Álvaro Mora

El último superviviente de la Quinta del Biberón, el catalán Miquel Morera, de 103 años, pasó la mayor parte de la Guerra Civil en Utrillas, donde estuvo destinado como armero de la 30 División entre los años 1936 y 1938. Morera, residente en Barcelona, se incorporó a filas con solo 17 años y pertenece a los reclutas más jóvenes del ejército republicano durante la contienda.

El excombatiente presume de ser el único hombre que sigue vivo de entre las decenas de miles de integrantes de la Quinta del Biberón, llamada así por la extrema juventud de sus miembros, que engrosaron las filas del ejército gubernamental. Aunque su estado de salud ha empeorado recientemente, hace pocas semanas recordaba con claridad su estancia en localidades turolenses como Alcañiz, Montalbán y Utrillas, su destino final como responsable del armamento de su unidad.

Morera permaneció en las Cuencas Mineras desde 1936 hasta que en 1938 el ejercito franquista desencadenó la batalla de Aragón y se produjo la “desbandada” de las tropas republicanas, como recuerda el centenario. Señala que durante su estancia en Utrillas mantuvo “muy buena relación con la gente del pueblo” y apunta que, mientras estuvo destinado en la armería, “dormía en casas particulares”.

El joven Miguel Morera se unió como voluntario a la columna Macià-Companys -embrión de la 30 División-, que había partido de Barcelona hacía Aragón impulsada por Esquerra Republicana de Catalunya. Siguió los pasos de su padre, Lluís Morera, que se enroló en aquella unidad y que le invitó a acompañarle. “Mi padre terminó la guerra como comandante y yo como teniente”, recuerda el anciano.

Miquel Morera, el tercero por la derecha, durante la Guerra Civil.
Miquel Morera, el tercero por la derecha, durante la Guerra Civil.
Miquel Morera

De su paso por el frente turolense, destaca como uno de los principales hitos cuando, a finales de 1936, un ataque de los rebeldes le sorprendió en las trincheras de primera línea en Vivel del Río mientras hacía una revisión de armamento. Ante el bloqueo mental del cabo que manejaba una ametralladora, el propio Miquel Morera se hizo cargo del arma para intentar detener el avance enemigo.

Morera recuerda que el armamento del que disponía la 30 División era muy limitado y anticuado. “Había fusiles que procedían de la revolución rusa”, cuenta. Añade que, debido a la falta de recambios, cuando una de aquellas viejas armas se averiaba, para repararla había que utilizar piezas procedentes de otra, con lo cual de dos fusiles se podía utilizar solo uno. 

Otro de los problemas con que se tropezó la unidad, fue el sector de frente "muy extenso" del que se tenía que ocupar. El antiguo combatiente explica que la mayor parte del tiempo en que estuvo destinado en Utrillas las acciones bélicas se limitaban a "tantear las fuerzas" del enemigo, hasta que en 1938 el ejército franquista se lanzó a la ofensiva y se llevó por delante a la 30 División y al resto de fuerzas gubernamentales del frente aragonés.

Entre los compañeros de la 30 División, recuerda particularmente a Francesc Boix, conocido como “el fotógrafo de Mauthausen” por su papel en el campo de concentración nazi, donde documentó con las fotos que logró salvar las atrocidades nazis y las responsabilidades de algunos jerarcas hitlerianos. También luchó en la 30 División el escritor Joan Sales, autor de “Incierta gloria”, ambientada en aquel periodo histórico y en las cuencas mineras de Teruel.

Miguel Morera describe a Boix, compañero de unidad y de quintas, como una persona “activísima y con una capacidad de trabajo enorme”. Señala que tomaba fotos para la Generalitat y colaboraba con el boletín de la 30 División, en el que hacía distintas funciones que iban desde recopilar información a la distribución “por las trincheras”.

Morera mantiene fresca en su memoria su larga etapa en las Cuencas Mineras hasta que, con la ruptura del frente en la primavera de 1938, tuvo que retroceder hacia el este pasando por Cantavieja.

En la década de los noventa del siglo pasado, volvió por los lugares de su experiencia bélica para rememorarla y tomar fotos de los parajes donde había pasado la Guerra Civil. Las imágenes de aquella excursión muestran edificios y paisajes de Montalbán, Utrillas, Vivel del Río y Martín del Río que fueron su hogar y su destino como soldado durante dos intensos años.

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