El regadío social de 174 hectáreas promovido por una comunidad de regantes de Albentosa para la producción trufera deberá someterse a una evaluación de impacto ambiental ordinaria ante las dudas que suscita en el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) por su impacto en la vegetación natural y por la incorporación de suelos de reciente roturación. El proyecto prevé la creación de una nueva zona regable a partir del agua procedente de un pozo ya perforado.

El Inaga descarta en una reciente resolución la evaluación de impacto ambiental simplificada, lo que remite la tramitación a una declaración de impacto ordinaria, más compleja y dilatada en el tiempo. El organismo autonómico que vela por la conservación de los valores ambientales considera que el efecto de la zona regable sobre la vegetación natural es "alto" por la inclusión de una superficie de 31 hectáreas de pastos cuya situación tras la introducción del riego "no se ha valorado adecuadamente".

El pronunciamiento del Inaga también es crítico con la inclusión de una extensión de 26 hectáreas que "hace 15 años tenían uso forestal" y que, para convertirse en cultivos, debería contar en su día con una autorización que "no queda debidamente acreditada".

El proyecto prevé la instalación de un equipo de extracción de agua de un pozo ya existente para almacenar reservas en una balsa de riego de 1.000 metros cúbicos de capacidad desde la cual los regantes transportarían el agua hasta sus fincas con cubas. El consumo hídrico se estima en 1.000 metros cúbicos por hectárea al año.

La alcaldesa de Albentosa, Yolanda Salvador, se ha mostrado "sorprendida" por la remisión del proyecto a la evaluación de impacto ordinaria, pero insta al Inaga a "esforzarse" para que la emita de forma ágil "dada la importancia" del proyecto para el municipio. Salvador agregó que la resolución el Inaga frustra los planes de los comuneros, que aspiraban a utilizar el agua de riego la próxima primavera tras un año 2023 muy seco.