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Javier Ibáñez: "El arqueólogo es más científico que aventurero"

Licenciado en Geografía e Historia y doctor en Historia, nació en Teruel hace 59 años. Arqueólogo especialista en los castillos de la provincia

El arqueólogo Javier Ibáñez trabaja a la vez en cinco planes directores para restaurar monumentos.
El arqueólogo Javier Ibáñez trabaja a la vez en cinco planes directores para restaurar monumentos.
Javier Escriche

¿Como arqueólogo, en cuántos planes directores de monumentos trabaja actualmente?

En cinco. Estoy a punto de terminar el de Peñalba en Villastar, está muy avanzado el del castillo de Pancrudo y hemos empezado los planes de los castillos de Aliaga, Santa Croche en Albarracín y    Castellote.

Por empezar por el principio, ¿qué es un plan director?

Es un herramienta para poner negro sobre blanco lo que queremos hacer con un bien de interés cultural. Primero hay que hacer estudios de conservación, luego un diagnóstico y una parte propositiva con planes de gestión con el objetivo de garantizar la conservación, que sea un elemento disfrutable por la sociedad y que genere cierta rentabilidad al territorio.

¿Cuál de los cinco planes en curso es más urgente?

Todos. Pero Peñalba es un caso especial porque es un recurso excepcional. Es un yacimiento único con un valor enorme y con problemas también gigantescos de seguridad y conservación.

¿Qué le preocupa más del santuario de Peñalba?

Peñalba corre peligro a largo plazo por los hundimientos de bloques de roca. Pero también sufre una degradación antrópica continua, como el hecho de borrar grabados por el simple hecho de dejar huella.

¿Cómo se puede atajar ese vandalismo?

La Comisión del Patrimonio Cultural aprobó el vallado del yacimiento. Luego hay que proteger a los visitantes, porque es un lugar peligroso. Hay un farallón lleno de grabados y quienes están abajo corren peligro de sufrir desprendimientos. Hemos propuesto medidas para    ver los grabados de forma controlada.

¿Cuál es el valor patrimonial de Peñalba?

Es excepcional, mucho más que un santuario celtibérico. No sabemos cuándo surge, aunque las inscripciones más antiguas datables son del siglo II antes de Cristo y las más modernas del siglo XVIII. Hay manifestaciones culturales de presencia a lo largo de, al menos, dos mil años.

¿Trabajar a la vez en cinco planes directores evidencia que el patrimonio ha estado abandonado?

No. Es indicio de preocupación por el patrimonio y de que se quiere poner en valor porque es un recurso esencial. Es fruto de la inquietud de los ayuntamientos respectivos. El patrimonio es importante para los pueblos como cultura, elemento indentitario y como recurso que puede ser rentable.

¿Con tanto documento me pinta una imagen del arqueólogo muy poco aventurera?

La principal aventura del arqueólogo es poder vivir de este trabajo.

¿Y dónde queda ese arquetipo del arqueólogo intrépido que trabaja en lugares exóticos?

Es resultado de las películas de Indiana Jones. Como cualquier actividad tiene su riesgos, hay que calzar botas de seguridad, te puede caer una piedra en la cabeza o picar una víbora o un escorpión. También hay políticos y constructores cabreados, que pueden ser incluso más peligrosos. Pero la principal aventura de la arqueología es dedicarte a esta profesión. Lo demás es científico.

¿Se considera más científico que aventurero?

Básicamente, el arqueólogo es un científico. En nuestro trabajo no hay chicas rubias ni látigos. En su momento, en Egipto, Mesopotamia o Centroamérica, fue una ocupación romántica. En la actualidad, esa componente ya no existe, al menos aquí en España.

Acaba de iniciar la redacción del plan director del castillo de Aliaga. ¿Qué potencial tiene ese monumento?

Supera con mucho la trayectoria de un arqueólogo como yo. A nivel arqueológico tiene trabajo para muchas décadas. Es una fortaleza de origen islámico que se convierte en castillo cristiano conventual y al mismo tiempo administra un amplio territorio. Además, debido a la magia de la arqueología, donde aparentemente no hay nada, al excavar pueden emerger estructuras de varios metros de altura.

¿Prevé sorpresas durante la excavación de la fortaleza?

La arqueología tiene un margen enorme para las sorpresas. Excavar es una fuente de sorpresas.

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