patrimonio

Los secretos de las campanas de La Portellada: una cápsula del tiempo y cuatro balas de cañón

Las tres tres piezas, del siglo XVIII, han sido restauradas en la empresa Pallás de La Puebla de Alfindén.

Un grupo de vecinos, con las campanas antes de ser repuestas en el campanario.
Un grupo de vecinos, con una de las campanas ante de ser repuesta en el campanario.
Heraldo.es

La iglesia parroquial de La Portellada ha recuperado este martes sus tres campanas tras un proceso de restauración financiado con donativos vecinales. Poco más de mes y medio después de haber sido apeadas, las campanas Damiana, Maria y Javiera (originalmente denominada Micaela) han regresado al campanario tras su paso por el taller de la empresa Pallás de la Puebla de Alfindén.

Los vecinos de la Portellada, encabezados por su alcaldesa, Gloria Serrat, han recibido a las campanas con gran expectación y han estado atentos a su subida al campanario. También han mostrado su satisfacción porque vuelvan a tañer como hacen desde hace tres siglos.

La restauración no ha podido llevarse a cabo, como en un principio se pretendía, conservando todos los elementos históricos de soporte de las campanas: yugo de carrasca ('grenxes' se llaman en la zona), badajos y tirantes de hierro. Por motivos de seguridad, la empresa Pallás lo ha desaconsejado y ha procedido a la construcción de nuevos elementos de soporte replicando los originales en la medida de lo posible. Todos los elementos antiguos se guardarán para una futura musealización del conjunto.

Una cápsula del tiempo de 1971

La restauración ha deparado alguna sorpresa, como el descubrimiento durante el proceso de restauración de una pequeña cápsula del tiempo escondida dentro de las 'grenxes' de la campana Javiera con una nota del 16 de marzo de 1971 donde se deja constancia de los nombres de los vecinos que colaboraron en la su subida al campanario. También como curiosidad en los soportes de la Damiana, la más grande, han aparecido cuatro balas de cañón, posiblemente de época napoleónica, que eran utilizadas como contrapeso.

La campana mediana, de nombre Maria, fue fundida en el año 1794 y, aunque no consta el constructor, puede atribuirse al entorno de la familia Argos de maestros campaneros. La grande, de nombre Damiana, fue fundida por Antonio Argos, maestro campanero de Isla (Cantabria), en el año 1796.

Las campanas, repuestas en el campanario tras la restauración.
Las campanas, de vuelta en el campanario tras la restauración.
Heraldo.es

La pequeña, de nombre Javiera, fue refundida en el año 1970, por Carlos Perea, campanero de Miranda de Ebro (Burgos). Esta pieza fue fundida también por Antonio Argos en 1796 con el nombre de Micaela, pero al ser derribada del campanario durante la Guerra Civil se agrietó y tuvo que ser refundida.

Los vecinos de la localidad han esperado la colocación de las tres campanas una vez restauradas para volver a disfrutar de su sonido, tal y como ocurre desde finales del siglo XVIII.

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