fiestas de teruel

Los toros ensogados cierran con mucho público y sin cogidas la Vaquilla más esperada

Durante el festejo se homenajeó a León Cano, un soguero fallecido en 2019 al ser corneado. Los miembros de la Soga y Baga manejaron a los astados, que pecaron de falta de dinamismo.

El toro ensogado se dispone a iniciar una carrera rodeado de corredores y manejado por los miembros de la Soga y Baga.
El toro ensogado se dispone a iniciar una carrera rodeado de corredores y manejado por los miembros de la Soga y Baga.
Jorge Escudero

Los toros ensogados, el acto más característico de las fiestas de Teruel, cerraron ayer el programa oficial de la Vaquilla más esperada tras el parón pandémico. El festejo taurino terminó después de cuatro horas sin graves contratiempos. Los astados, más estáticos que otros años, protagonizaron durante la tarde algunos momentos emocionantes por la concurrida plaza del Torico y sus alrededores.

Tras la salida de los cuatro toros ensogados, de la ganadería e Teodoro Adell, el festejo se interrumpió para degustar la tradicional merienda a base de regañao –una especie de torta de pan fino cubierta de jamón serrano y pimientos rojos asados–. A continuación, salió desde los corrales de la Nevera un toro sobrero que protagonizó algunos momentos emocionantes. Los miembros de la Soga y Baga, que se encargan de manejar a las reses con dos cuerdas –la baga, que sujeta la testuz del animal desde atrás y la soga, que la amarra desde delante–, tuvieron varias intervenciones de mérito para evitar cogidas.

Llegó, después, el momento más emocionante de la tarde con el homenaje a León Cano "Canito", miembro de la Soga y Baga fallecido en 2019 al ser corneado por un astado en un festejo popular en Teruel. Los 24 componentes de la Soga hicieron un círculo en torno al quinto toro de la tarde y colocaron en el interior del redondel una camiseta con el nombre de León Cano al tiempo que los sogueros y el público asistente prorrumpía en aplausos. Todavía hubo tiempo para un sexto toro, pero que volvió a pecar de pasividad y tuvo que ser retirado en un cajón con ruedas hasta los corrales.

Los corredores más veteranos se reencontraron con su afición más querida en una plaza llena de público pero sin estrecheces. Mariano Bardají, uno de los aficionados más experimentados, reconoció que "ya tenía ganas" de volver a vivir la sensación que produce "la adrenalina al plantarse delante de los cuernos del animal". Bardají reconoció que el "tiempo no pasa en balde", pero se mostró convencido de que seguirá muchos años corriendo delante de los astados.

A su lado, José Fernando Cercos «Fredas», afirmó que el parón por la pandemia no le afectó físicamente y volvió a correr delante de los toros ensogados como lo hizo en 2019. Lamentó que las reses que se exhibieron ayer fueran más "estáticas" de lo deseable. "El cuarto toro apenas se ha movido del sitio al llegar a la plaza del Torico", apuntó.

Miguel Villarroya, otro veterano de los toros ensogados, reconoció que echaba de menos participar en este festejo. "Tenía muchas ganas de correr los toros", afirmó. Admitió que antes de enfrentarse con el primer toro sintió nerviosismo, pero la excitación terminó con los primeros quiebros y su único pensamiento fue "estar pendiente del toro y la diversión".

El festejo vespertino, en la plaza del Torico y su entorno, registró algunas caídas y revolcones sin consecuencias relevantes. La primera parte de los toros ensogados, que se desarrolló entre las 06.00 y las 09.00 y que consistió en el ensogado de los toros en el coso taurino para su traslado a pie hasta los corrales de la Nevera –a la espera de su salida por la calles del centro de la ciudad– fue más accidentada. El primer toro derribó a tres corredores, dos de los cuales sufrieron contusiones y uno el "pinchazo" de un pitón. Aunque la herida no era grave, el corneado fue trasladado por la Cruz Roja al hospital Obispo Polanco. Las cuatro reses, muy estáticas, terminaron el recorrido hasta el corral subidas en un cajón rodante.

El festejo vespertino, más multitudinario, se zanjó con ocho intervenciones del puesto avanzado de la Cruz Roja junto a la plaza del Torico, ninguna de ellas grave ni por cornadas. Los sanitarios atendieron a cuatro personas por traumatismos, tres por heridas leves y una por un problema de salud. Dos de los atendidos fueron evacuados al hospital Obispo Polanco.

Tras los toros ensogados, la fiesta terminó simbólicamente con la retirada del pañuelo al Torico por la peña El Disloque, la misma que lo puso el pasado sábado dando inicio a la deseada Vaquilla de 2022. Pero la música continuó en las peñas hasta bien entrada la madrugada.

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