El Matarraña vive con expectación lo que podría ser el principio del fin de los problemas ambientales derivados de los excesos de purines resultantes de la producción porcina. Todo indica a que la planta de depuración de purín de Valderrobres podría, al fin, ponerse en marcha en los próximos meses después de que la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón otorgase la gestión de las instalaciones –terminadas hace una década, pero que nunca han llegado a funcionar– a Bioselval Medioambiental. Se trata de una sociedad participada por la empresa agroalimentaria y cárnica de la comarca Grupo Arcoíris así como por varias compañías con experiencia en la gestión de purines y la generación de biogás.

Esta adjudicación permitirá aprovechar unas instalaciones que costaron más de ocho millones de euros al Gobierno de Aragón en 2010 y que llevan 11 años esperando su estreno. Esta planta, al igual que la de la vecina Peñarroya de Tastavins que costó 6 millones, fueron diseñadas por el ejecutivo autonómico con el objetivo de producir biogás.

Sin embargo, la retirada de las primas a las energías renovables hizo inviable que ambas plantas fuesen sostenibles económicamente. En todos estos años han sido varios los intentos por ponerlas en marcha. Sin embargo ninguna iniciativa pública o privada ha sido capaz de arrancar estas instalaciones. El complejo de Valderrobres tiene capacidad para eliminar 120.000 metros cúbicos de excrementos de porcino al año.

Todo ello mientras el problema de la contaminación causada por el uso excesivo del purín como abono, lejos de solucionarse, se ha cronificado con una normativa cada vez más restrictiva. La práctica totalidad de la comarca del Matarraña fue incluida hace varios meses como Zona Vulnerable, lo que conlleva una serie de restricciones tanto para ampliar las explotaciones ganaderas como la gestión del purín y de los abonos orgánicos.

Bioselval utilizará las instalaciones para la producción y comercialización de biogas-biometano y energía eléctrica a través del purín y de los estiércoles que se irán depositando en la planta. De igual modo, se elaborará abono orgánico destinado a superficies de regadío.

Todo ello después de que la oferta de Bioselval fuese la ganadora de entre las cuatro propuestas que concurrieron al concurso de gestión y externalización de la planta. La puntuación técnica de la oferta presentada por el grupo cárnico fue, con diferencia, la más elevada de las cuatro propuestas a concurso.

De este modo, la esperanza la comarca del Matarraña para frenar los efectos negativos de la producción porcina está puesta en una iniciativa surgida del propio territorio a través de Bioselval. El grupo agroalimentario Arcoíris estableció como una de sus principales prioridades la inversión medioambiental, con actuaciones que superarán los dos millones de euros. Esta inversión contempla la construcción de varias balsas de almacenaje de purín. Por otra parte, se ha establecido un precio de dos euros por cada metro cúbico que los productores de porcino aporten y depositen en la planta.

Peñarroya, a coste cero

Por su parte, la planta de eliminación de Peñarroya de Tastavins continúa a la espera de poder volver a la actividad. Estas instalaciones sí que llegaron a funcionar en 2011 durante varios meses. Sin embargo, la retirada de las primas a la generación de electricidad con biogás obligó a clausurar estas instalaciones.

El ayuntamiento de Peñarroya de Tastavins sacó a licitación las instalaciones de depuración de la localidad. El anuncio de licitación fue publicado con un arrendamiento a "coste cero" con el objetivo de facilitar una hipotética adjudicación.