emigración

De Jabaloyas a Nevada, reencuentro familiar tras un siglo de silencio y con el Atlántico de por medio

Linda López, de Elko (EE. UU.), acaba de descubrir que su abuelo Andrés Domingo nació en la Sierra de Albarracín y que dejó allí una familia de la que nunca le habló.

El turolense Andrés Domingo y Angelina Juaristi -descendiente de emigrantes vascos-, el día de su boda en Nevada.
El turolense Andrés Domingo y Angelina Juaristi -descendiente de emigrantes vascos-, el día de su boda en Nevada.
Heraldo.es

Linda López, de 63 años, residente en Elko, una pequeña localidad del estado de Nevada (EE. UU.), acaba de descubrir que desciende de Arroyofrío, una pedanía de ocho habitantes de Jabaloyas, y que en España tiene un puñado de familiares descendientes de dos tíos-abuelos de los que, hasta ahora, no sabía nada. El abuelo materno de Linda, Andrés Domingo, nació en el minúsculo pueblo turolense en 1898 para emigrar en 1916, con 18 años, al Nuevo Mundo en busca de un futuro mejor. Pero Andrés, por razones que hasta su misma familia desconoce, nunca habló de sus orígenes ni a su esposa ni a los dos hijos que tuvo en su nueva vida en "el país de las oportunidades".

La reciente publicación en la revista oficial de historia del vecino estado de Utah, ‘Utah Historical Quarterly’, de un estudio sobre la emigración turolense a los EE. UU. en el primer tercio del siglo XX del historiador Raúl Ibáñez, en el que se incluía la lista de 51 emigrados de Jabaloyas de 1910 a 1920, permitió a Linda reencontrarse con sus orígenes familiares en el corazón de la Sierra de Albarracín. "Uno de los hombres del listado era mi abuelo", explica la mujer emocionada.

Tras contactar con Ibáñez y su colaborador Fermín Yagües, la estadounidense confirmó la aldea de nacimiento de su abuelo y también que tiene una rama familiar descendiente de los dos hermanos de Andrés que se quedaron en España, Antón –que también hizo una breve incursión en los EE. UU.– y Matilde. Linda ha intercambiado los primeros correos electrónicos con uno de estos parientes recién descubiertos, José Antonio Sánchez, que admite también su sorpresa por el reencuentro –de momento, virtual– con su familia de Nevada, a más de 9.000 kilómetros. Tampoco los descendientes españoles de los hermanos Domingo viven en Arroyofrío, porque la emigración los dispersó por la Comunidad Valenciana y Cataluña, aunque algunos mantienen el contacto con el pueblo.

Al llegar a Utah, Andrés Domingo se estableció como minero en Bingham Canyon al igual que un nutrido grupo de emigrantes de Jabaloyas. Posteriormente, se trasladó a Nevada para trabajar en una compañía eléctrica y formó una familia con su esposa, Angelina Juaristi, descendiente de emigrantes vascos. La única referencia que dio a sus familiares estadounidenses sobre su procedencia era que había nacido "en la provincia de Teruel, sin más detalles", como recuerda Linda.

Lista de embarque en la que aparece Andrés Domingo con otros vecinos de Jabaloyas llegados a Nueva York el 25 de agosto de 1916.
Lista de embarque en la que aparece Andrés Domingo con otros vecinos de Jabaloyas llegados a Nueva York el 25 de agosto de 1916.
Raúl Ibáñez

El marido de Linda, Santiago López, asturiano, cuenta que el abuelo de su mujer era una persona "muy reservada" que nunca habló a la familia de su infancia o de los motivos que le empujaron a cruzar el Atlántico. "Supongo que vino, como todos, en busca de dólares y del sueño americano, pero no le gustaba hablar de su vida en España. Rompió con su pasado hasta el punto de que, al conversar conmigo, prefería hacerlo en inglés en lugar de utilizar el español", recuerda Santiago. Andrés Domingo tampoco comentó que en 1931, cuando todavía era soltero, hizo un fugaz viaje a España de finalidad desconocida para sus descendientes, pero que quedó registrado en las listas de embarque consultadas por Ibáñez.

La primera pista de la procedencia concreta de Andrés había llegado, no obstante, unos años antes, cuando Linda localizó el nombre de su abuelo en la lista de pasajeros de uno de los barcos que llegaban cargados de emigrantes a la isla de Ellis, en Nueva York. La publicación del artículo de Raúl Ibáñez en ‘Utah Historical Quarterly’ la animó a contactar con su autor en busca de más información. Ibáñez recibió un correo electrónico de Linda y se puso en marcha para conocer los vínculos familiares de la estadounidense con Jabaloyas. "Fue una labor detectivesca", recuerda el investigador, porque los censos de la época no incluyen al núcleo de Arroyofrío. El trabajo de campo, hablando con los más mayores del lugar, permitió localizar a la familia de Andrés Domingo.

Linda López describe su sensación al contactar con su rama familiar turolense como una mezcla de "emoción y sorpresa". "Casi que no me lo acabo de creer", admite la nieta de Andrés Domingo al descubrir la historia familiar. Su siguiente objetivo es viajar a Arroyofrío en cuanto la evolución de la pandemia lo permita, además de reanudar el contacto con los familiares españoles, cuya existencia desconocía. Su primo José Antonio tampoco sabía nada de sus parientes de Nevada, aunque su madre le habló de un hermano del abuelo Antón emigrado a los EE. UU. con el que se perdió "todo contacto". Ahora, restablecido el vínculo familiar con el otro lado del Atlántico, se dispone a recibir a Linda para "enseñarle Arroyofrío, el pueblo de sus raíces".

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