CORTES DE ARAGÓN

Una visita muy incómoda a la Aljafería

Tras dimitir en el Ayuntamiento, Ferrer tomó rumbo a Zaragoza para informarse sobre su situación en el Parlamento una vez expulsado del grupo del PAR.

Ferrer entra en su coche tras su reunión con la letrada de las Cortes.
Una visita muy incómoda a la Aljafería
JOSÉ MIGUEL MARCO

Visto y no visto. Miguel Ferrer estuvo ayer apenas 15 minutos en la sede de las Cortes de Aragón. El gran protagonista del momento político en Aragón llegó al filo de las dos de la tarde desde Teruel justo después de presentar su dimisión en la alcaldía. Su intención, según reconoció, era informarse sobre los pasos que tiene que dar de aquí en adelante como diputado tras su fulminante expulsión del grupo parlamentario del PAR. En eso no hay novedades: seguirá siendo diputado, como seguirá siendo concejal en Teruel.


Llegó como siempre, con chófer y a bordo de su coche oficial del Ayuntamiento (un reluciente Peugeot 607 azul marino), a pesar de haber presentado ya su dimisión. Pero lo cierto es que nadie le esperaba en el palacio de la Aljafería, salvo la letrada mayor en funciones. De hecho, a primera hora, en la comisión de Obras Públicas en la que hasta el pasado martes figuraba como portavoz del PAR, fue la aragonesista Ana de Salas quien le sustituyó sin mayores contratiempos. Y curiosamente, el presidente de esa misma comisión, el socialista Jesús Sarría, se despidió ayer de los diputados allí reunidos minutos antes de renunciar a su acta de diputado. Sarría ha sido nombrado director general de la Función Pública tras la remodelación obligada por la llegada de Eva Almunia al Gobierno aragonés. "Uno que se va por la puerta grande, no como otros", comentó un parlamentario.


Aunque las Cortes están acostumbradas a la expectación que generan los políticos de turno, lo que no es habitual es que se traslade esa atención hacia los pasillos donde están las dependencias de los servicios técnicos y jurídicos. Por momentos, la llegada de Miguel Ferrer recordó a un episodio más propio de Isabel Pantoja, con persecución incluida de los periodistas que hacían guardia en la puerta.


"Ya no hago ninguna declaración -dijo subiendo las escaleras a buen ritmo- porque no he parado en toda la mañana. Gracias". Con semblante serio, el todavía alcalde preguntó a uno de los ujieres de la entrada por el despacho de la letrada mayor en funciones de las Cortes. Ferrer esperó apenas unos segundos ante la puerta. Y luego fueron apenas diez minutos los que habló, a puerta cerrada, con la letrada Carmen Agüeras. Mientras, al fondo del pasillo desaparecía una bandera de Chile que, tras la visita del embajador al presidente de las Cortes, parecía un exotismo fuera de lugar. Casi como el propio Ferrer.


Pero había expectación también en otro lugar de la Aljafería, en el pasillo donde se ubican las oficinas de los grupos parlamentarios. Nadie estaba completamente seguro en el PAR de que Ferrer no pasaría también por allí a recoger sus pertenencias y eso sí que tenía todos los ingredientes para ser una experiencia tensa. Sus hasta ahora compañeros de escaño siguen sorprendidos, tratando de sobrellevar la situación.


El ex diputado del PAR no forzó las cosas. Tras su charla con la letrada, correcto y más relajado, Ferrer explicó que la reunión había ido "muy bien" y que tenía que esperar a la reunión de la Mesa (que será hoy) y de la Junta de Portavoces. Tal y como está todo, su intención era no acudir al pleno previsto para hoy y mañana. Pero su prioridad, no obstante, es el Ayuntamiento de Teruel, consciente de repente del papelón que deja a su sucesor. "Lo desordenado en este caso soy yo", admitió.


La mañana era espléndida. Miguel Ferrer aún estuvo unos minutos hablando en la puerta de las Cortes antes de volverse a quitar la americana y meterse otra vez en el Peugeot rumbo a Teruel. Como si no hubiera pasado nada.