ARIÑO

Preocupados por el mañana

Los vecinos de esta localidad minera, cuya historia es la explotación del carbón, viven con angustia la amenaza de cierre de los yacimientos de lignito. Reclaman poder seguir viviendo de la forma que siempre lo hicieron.

Preocupados por el mañana
Preocupados por el mañana
ANTONIO GARCÍA

Poca alegría en Ariño, un municipio de la cuenca minera andorrana en la que sus mil habitantes son mineros o esposas, hijos y nietos de mineros. No hay bullicio en las calles y los bares están medio vacíos. Las cosas no andan bien y eso se nota. La central térmica de Andorra, principal motor económico de la comarca, ha estado parada casi todo el verano por un bajón de la demanda de electricidad y por la preeminencia a nivel estatal de otros sistemas de generación de energía. El efecto ha sido una menor actividad extractiva en las minas de carbón y la caída por los suelos del ánimo de la población. Los vecinos se temen lo peor: ir al paro en los próximos meses.


“Cuando la chimenea de la térmica echa humo, nos alegramos. Es el termómetro de la prosperidad de la zona”, explica José, uno de los trabajadores de la mina Sierra de Arcos, la única de interior que queda en la provincia. Sus dos hijos, de corta edad, juegan en una plaza presidida por un monumento a la minería.


La lucha por mantener un sector, ya reducido a la mínima expresión en Teruel tras sucesivas reconversiones, es lo único que les queda a estos mineros y a sus familias. “La historia de Ariño es el carbón y no dejaremos que nos lo quiten. Que se preparen, que allá vamos”, dice enérgicamente la dueña del único hostal de Ariño, María Pilar Cueto. Su local acusa la crisis. “Antes venían a comer a diario 40 transportistas del carbón, ahora, solamente 14”, explica.

La media docena escasa de mineros que se toma un cortado en la cafetería del hostal de María Pilar, entre ellos el alcalde, Joaquín Noé, se une a la conversación. “Han dejado de venir empresas a la zona por la crisis de la minería. No hay optimismo, hay miedo y desconfianza sobre el futuro”.


Es el alcalde quien enfoca la conversación hacia el tema de la contaminación. “Están demonizando al carbón, pero todo el mundo quiere luz en su casa”, dice. “¿Es que los coches no contaminan? Y las centrales nucleares ¿no son peligrosas? También producen afección los parques eólicos y los solares”, resalta.


Tres mujeres hablan en la calle sobre la crisis, Adela Izquierdo, Ana Noé y Misericordia Rodríguez. No ocultan su temor a la emigración. “Ariño ya se pobló con inmigrantes que vinimos a trabajar a las minas. Ahora, ¿dónde tendríamos que ir?”, se preguntan con preocupación.