La evacuación de Teruel durante la Guerra Civil, a través del arte

Una exposición de grabados refleja la huella del exilio.

Lucía Villarroya, en la exposición 'Caminantes del regreso', en la sala Térvalis de Teruel.
Lucía Villarroya, en la exposición 'Caminantes del regreso', en la sala Térvalis de Teruel.
Jorge Escudero.

El exilio y su secuela de sufrimiento y desarraigo protagonizan la exposición 'Caminantes del regreso', de Lucía Villarroya, que se puede ver en la sala del Edificio Térvalis de Teruel hasta el 10 de mayo. La autora cuenta a través de grabados y montajes artísticos combinados con prensa de la época y documentales la evacuación de Teruel durante la batalla que protagonizó durante la Guerra Civil. El calzado y las huellas que deja en el barro y la nieve (a veces manchadas de sangre) protagonizan la muestra, tanto a través de los 13 grabados que la componen como del acopió de zapatos de cerámica que ocupan el espacio central de la sala.

Villarroya explica que empezó a trabajar en la exposición hace dos años impactada por las imágenes que le llegaban del exilio sirio provocado por la guerra. Fue el detonante de una investigación en su propia familia sobre la evacuación de Teruel y la vida de refugiados en Valencia durante la Guerra Civil. Su abuela, su tía y su madre aportaron testimonios de su peripecia. La autora explica que, al igual que en el resto de su obra, imprime a su trabajo un carácter “autobiográfico”.

Los grabados (en papel rugoso y con mucho relieve) y los zapatos (con aspecto gastado y envejecido) reflejan algunas de las constantes de los testimonios sobre la huida de Teruel, marcada por el miedo, el hambre y, sobre todo, el frío. “Las referencias a los pies y al cansancio”, se repiten en todas las declaraciones, recuerda Villarroya. Las huellas profundas en la nieve y en el barro se reflejan en algunos de los grabados, que también recogen otros elementos asociados a aquel episodio histórico, como las mantas “con las que se abrigaban y que podían marcar la diferencia entre la vida y la muerte” o los “mordedores”, unos palos cortos que los niños se colgaban del cuello y que tenían que morder en caso de bombardeo para evitar daños en el oído con las explosiones.

Las referencias artísticas al exilio turolense constituyen, según la artista, un homenaje a todos los seres humanos que tienen que abandonar sus hogares por causa de la guerra o del hambre. El barro, utilizado para moldear los zapatos expuestos, es un referente muy vinculado a la Teruel y su cerámica al igual que a la huida de los turolenses en el duro invierno de 1937 a 1937. La faceta creativa y artística se complementa con materiales documentales y con fotografías familiares. La exposición también incluye una caja llena de “mordedores”, unos objetos a medio camino entre lo práctico y lo anímico, porque, como Lucía Villarroya señala, protegían los tímpanos de los niños y eran, a la vez, amuletos contra el miedo.

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