«Estamos destrozados, perdemos seis amigos»

La desolación se extiende desde Alcorisa al resto de municipios del Bajo Aragón.

La base helitransportada de Alcorisa vivió ayer el peor día en sus diez años de vida. Minutos después de que empezase a correr la noticia del accidente del helicóptero con sus siete tripulantes a bordo, las oficinas de esas instalaciones sirvieron de lugar de encuentro para amigos, familiares y autoridades de la zona, que se acercaron después de recorrer los tres kilómetros de asfalto hacia la cima del monte en el que está encaramada.


Hasta allí se desplazaron poco después de las 16.00 la alcaldesa de Alcorisa, Julia Vicente, la de Alcañiz, Amor Pascual, y el vicepresidente de la comarca del Bajo Aragón, Manuel Ponz. Juntos partieron en un coche hasta Villel para acompañar a los familiares de los jóvenes bajoaragoneses fallecidos e intentar ayudar en los trámites. Vicente se mostró consternada: «Es un día negro para toda la provincia; es una pena que suceda esto a chicos tan jóvenes de nuestros pueblos. En un momento tan duro para las familias hay que estar todos juntos».


Mientras tanto, a medida que se iban conociendo detalles del accidente, el resto de compañeros de la brigada en Alcorisa acudía hasta la base. Todo el mundo estaba pendiente del teléfono y de las noticias oficiales que confirmasen el fallecimiento de alguno de ellos. Nadie se atrevía a adelantar ningún nombre de los brigadistas accidentados hasta no tener confirmación de sus superiores, por lo que las horas fueron pasando entre la lógica tensión y con la sensación de incredulidad ante la tragedia ocurrida. De hecho, varios de los presentes recordaron el trágico fallecimiento el 2 de agosto de 2007 de Ruth Saura, cuya placa póstuma en un monolito preside el jardín exterior del edificio.


Dolor


Amigos, mujeres, novias o algunos padres de los jóvenes bajoaragoneses se arropaban entre ellos mientras intentaban buscar explicación a lo sucedido o comentaban algún detalle del accidente, información que llegaba con cuentagotas hasta el municipio turolense. Uno de los trabajadores de la brigada antiincendios presente, Juan Antonio Fávega, de Alcorisa, de baja médica por una lesión en un brazo, abrazaba a algunos de sus compañeros, que lloraban desconsolados por la pérdida de sus jóvenes amigos.


El coordinador del Departamento de Medio Ambiente en el Bajo Aragón, Javier Escorza, se mostró ayer por la noche «destrozado» por la trágica muerte de los seis brigadistas, con los que tenía una estrecha amistad, hasta el punto de salir la víspera de la tragedia con dos de ellos a tomar unas cañas.


«Hemos perdido a seis amigos», se lamentaba Escorza, quien calificó el accidente de «rarísimo» mientras rememoraba al piloto fallecido, el mismo que participó en el salvamento de Pedro C. J., un montañero murciano de 31 años a quien rescataron con vida en enero de 2010 tras cinco días perdido en la nieve.


Sin embargo, Alcorisa no era solo el único lugar donde ayer reinaba la desolación. En Alcañiz, lugar de residencia de Angus Thomson, muchos amigos lloraban lo sucedido. «Es algo muy fuerte, todavía no me lo creo», comentaba Antonio Aznar, un viejo amigo suyo con el que solía organizar recreaciones históricas en los últimos años.


También el arqueólogo José Antonio Benavente se mostró francamente afectado por la muerte de Thomson, quien además de estar en la base de Alcorisa trabajaba junto a él en tareas de excavación y limpieza de yacimientos. «Era un gran chaval, muy trabajador y excelente persona», recordaba.