ZARAGOZA

Los atascos y el precio de la gasolina disparan el uso de las bicicletas en las calles de la capital

Las ventas han aumentado hasta en un 30 % y el servicio de alquiler ya tiene 10.000 abonados en solo un mes

La bicicleta en Zaragoza ya no es cosa de unos pocos. En el último año, las dos ruedas se han convertido en una alternativa a la hora de moverse en una ciudad rápida, barata y ecológica frente a los atascos, los problemas de aparcamiento o el precio ascendente de la gasolina. Los expertos y los propios ciclistas coinciden en que no es una moda pasajera, sino que es un fenómeno social que irá a más.


Las últimas estadísticas del Ayuntamiento revelan que las bicicletas representan el 2% de la movilidad de la ciudad de Zaragoza. No obstante, posiblemente esos porcentajes ya se han quedado viejos frente al auge imparable de este medio de transporte. El nuevo servicio de bicicletas de alquiler del Ayuntamiento ha agotado sus 10.000 primeros abonos en solo un mes.


Las tiendas especializadas notan el crecimiento de las ventas y de las reparaciones. Recicleta, que además de comercializar estos vehículos es una de las organizaciones más activas en la promoción de este medio de transporte, lo confirma. Uno de sus responsables, David Arribas, dice que la adquisición de determinados modelos, como las bicicletas plegables, "se ha duplicado".


Además, si hace unos años predominaba el ciclismo deportivo, ahora se compran más otro tipo de bicicletas. Es el caso de Recicleta. "El 80% de lo que vendemos es ciclismo urbano", afirma Arribas. Por eso, cada vez es más fácil ver las bicicletas holandesas, plegables o incluso eléctricas.


Francisco López, de Ciclos Cabrera, comenta que se ha producido un incremento de las ventas "de un 20% o un 30%". También advierte de un cambio de tendencia en los modelos más demandados. "Antes se iba más a por la bicicleta de montaña. Ahora se opta por las plegables o las de paseo de toda la vida", afirma.


En el Ayuntamiento de Zaragoza también se es consciente del fenómeno. "Solo hay que salir a la calle para verlo", explica la jefa de la Oficina de la Bicicleta, Teresa Vicente. "Pero esto no ocurre solo en Zaragoza. Está pasando en todas las ciudades y es imparable. Faltan aparcamientos, la gasolina es más cara y el tráfico es insostenible", añade.


Tanto los conductores como los ciclistas son conscientes del cambio de tendencia. "Desde hace tres o cuatro años ha crecido el número de bicicletas. Pero ahora hay un 'boom", dice Perico Ruiz, del colectivo Pedalea. Ernesto González, representante de la Asociación Provincial del Taxi en el Observatorio de la Bicicleta destaca que "cada vez hay más", por lo que urge la construcción de más carriles específicos.


El Plan Director de la Bicicleta o la modificación de la ordenanza de tráfico, que casi nada dice de este vehículo, son dos de sus objetivos del Ayuntamiento, que quiere conciliar la circulación en este medio de transporte con los otros. El Ayuntamiento plantea abrir nuevas vías entre Aragonia y la intermodal, de la avenida de los Pirineos y a la de Ranillas o desde Sixto Celorrio al paseo de Longares. "Hay bicicletas y por lo tanto hay que hacer infraestructuras", indica Teresa Vicente.


Pero esas infraestructuras siguen siendo escasas y la falta de cultura de la bicicleta causa algunos conflictos. Por ejemplo, la sensación de inseguridad de algunos ciclistas al circular por la calzada si no hay carril bici hace que se adentren en las aceras y, en ocasiones, compliquen el tránsito peatonal.


El colectivo Pedalea responsabiliza al Ayuntamiento de parte de estos problemas. "Los políticos no hecho de Zaragoza una ciudad para ir en bici", afirma Perico Ruiz. A su juicio, una de las causas de los conflictos es la proliferación de aceras-bici, como el del paseo de Echegaray.


Reclaman que los carriles se hagan a la altura de la calzada, para evitar el conflicto con el peatón y para restar espacio al coche. Exigen que las grandes incorporen este tipo de vías, que se creen "zonas pacificadas" de tráfico, donde solo se pueda circular a 30 kilómetros por hora, y que el tranvía vaya acompañado de espacio para bicicletas.


El Observatorio de la Bicicleta, recientemente constituido, tendrá que conciliar los intereses de todos los colectivos implicados, desde los ciclistas hasta los automovilistas. "La cuestión será fijarnos en las ordenanzas de tráfico de otras ciudades y aplicar la lógica", afirma Teresa Vicente. El objetivo final es claro: aprovechar el tirón de la bicicleta para que movilidad en Zaragoza sea cada vez más sostenible.