Canfranc inicia la reconstrucción de 554 obras que la protegerán de aludes y avenidas

El nuevo inventario de las infraestructuras, algunas con más de un siglo de historia, revela la existencia de más defensa de las conocidas hasta ahora.

Un operario coloca una cinta en el paseo de los Melancólicos, donde ya son visibles las obras.
Un operario coloca una cinta en el paseo de los Melancólicos, donde ya son visibles las obras.
Verónica Lacasa

Los barrancos cercanos al paseo de los Melancólicos de Canfranc, cerca de la explanada de la estación internacional, son desde hace unos días los tajos donde la empresa Tragsa trabaja en el gran proyecto de consolidación y reconstrucción de sus defensas históricas contra la nieve y el agua, una obra con una inversión de 4.150.912 euros que se desarrollará entre 2023 y 2026, financiada con fondos europeos.

Desde su construcción hace cien años con motivo de la llegada del ferrocarril a la explanada de Los Arañones, han protegido a la estación y al núcleo urbano de aludes, caídas de piedras y avenidas de aguas procedentes de los torrentes, junto a los más de dos millones de árboles utilizados para la repoblación de las laderas de los montes circundantes, antes sin vegetación.

Protecciones en el circo de Estiviellas.
Protecciones en el circo de Estiviellas.
DGA

Previamente a acometer el grueso de los trabajos, la dirección general de Medio Natural y Gestión Forestal de la DGA hizo un inventario de todas las infraestructuras que había en el monte y un diagnóstico de su estado. El rastreo de la documentación determinó la existencia de 394, pero el trabajo de campo recorriendo los cinco barrancos de la cabecera del río Aragón, en ambas laderas, aumentó la cifra hasta las 554, lo que obligará a priorizar las obras en función de la disponibilidad presupuestaria.

Los trabajos han comenzado por la limpieza de las zonas de desagüe de la parte canalizada de los torrentes Cargates, San Epifanio y Borreguil de Samán, en la margen izquierda del río Aragón, y Estiviellas, en la derecha, con una dotación económica de 250.000 euros. Esta actuación pretende recuperar la funcionalidad de los canales limpiando los obstáculos acumulados, como sedimentos de todos los tamaños y vegetación viva, según fuentes de esa dirección general.

Posteriormente se reconstruirán muros o piezas de mampostería usados en la estabilización de las laderas, canales de los conos de deyección de los torrentes y estructuras creadas para evitar la formación de aludes o para detenerlos, frenarlos o reconducirlos. Entre ellas están los diques vacíos, banquetas, puentes de nieve o hileras de estacas.

Algunas se levantaron hace más de un siglo. Las primeras obras de defensa llevan la firma del ingeniero Benito Ayerbe (1907) y luego continuaron su labor Pedro Ayerbe y Florentino Azpeitia. Gracias a ellos se pudo inaugurar la estación en 1928 sin riesgo de que un alud se la llevara por delante. En los años 50 y 60, José María Ayerbe (de la misma saga familiar) todavía hizo trabajos relevantes, y los últimos sistemas antinieve datan de los 80, explica Ignacio Pérez-Soba, decano del colegio de Ingenieros de Montes de Aragón.

El camino de Estiviellas, una popular ruta de montaña, está jalonado de estructuras como este dique.
El camino de Estiviellas, una popular ruta de montaña, está jalonado de estructuras como este dique.
Javier Navarro

Con piedra y madera

Consciente del valor patrimonial de las obras y el contexto histórico en que se hicieron, los responsables de Gestión Forestal de la DGA avanzan que los materiales básicos a utilizar serán la piedra y la madera, "buscando soluciones cercanas a la naturaleza".

El objetivo es reducir los riesgos frente a aludes de placa convencionales en los conos de deyección de los torrentes de Estiviellas y San Epifanio y su entorno, que afectan al casco urbano y a la recién reurbanizada explanada de los Arañones, donde están la nueva estación de tren, el hotel de lujo del antiguo edificio ferroviario remodelado y la urbanización donde se proyectan casi 200 viviendas. "Las obras reducirán el riesgo contando periodos de retorno de 30 y 100 años, pero también para otros con menos posibilidades de producirse, de 300", indican los promotores.

Trabajar a más de 1.700 metros

El mayor volumen de obra se asienta en las cabeceras de los torrentes de Estiviellas y San Epifanio. Se considera una zona prioritaria de actuación, en la medida en que coincide con los sitios de acumulación de nieve y salida de aludes. Su situación, a más de 1.700 metros de altitud y sin acceso rodado, obliga a desarrollar los trabajos en periodo estival y a la adecuación de los lugares de refugio que permitan el resguardo de los trabajadores.

Según el plan previsto de obras, en la zona de salida del torrente de Estiviellas, se actuará sobre 10 infraestructuras estratégicas, y en el de San Epifanio, sobre 11. Se consolidarán y recrecerán los diques vacíos y se reconstruirán rastrillos, banquetas, muros… Además, en ambas cabeceras se instalarán trípodes de madera (unos 200 en Estiviellas y 50 en San Epifanio), se llevarán a cabo repoblaciones, se mejorará el drenaje en determinados diques, se repararán los equipamientos de redes instalados y se demolerán y recogerán todos los escombros y residuos de las infraestructuras dañadas que se encuentran en estado ruinoso.

El presupuesto es limitado, reconoce la Dirección General de Medio Natural, que aconseja dar continuidad a las obras en el resto de infraestructuras inventariadas, así como extender el bosque en altura hasta que alcance una dimensión adecuada para retener la nieve.

"La principal obra de nivología en España"

El Colegio de Ingenieros de Montes de Aragón, por su parte, destaca las estructuras de Canfranc como "la principal obra de nivología emprendida en España". Su decano, Ignacio Pérez-Soba, se muestra satisfecho del inicio de los trabajos "porque por fin las defensas recuperarán su funcionalidad y servirán para el objetivo para el que fueron diseñadas por Benito Ayerbe a principios del siglo XX". 

Cita el caso de las canalizaciones, muchas de ellas escalonadas, que se han llenado de vegetación a lo largo de las décadas, de forma que se había perdido la utilidad de los saltos para frenar la energía del agua. Péres-Soba aboga por que se aproveche la rehabilitación para dar un reconocimiento a ese patrimonio, que representa "un paisaje humanizado". 

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