Barbastro ultima la gran exposición de los bienes devueltos por Lérida

El Diocesano cerrará el próximo lunes sus puertas durante 15 días para incorporar las obras a su colección permanente. La previsión es exhibir unas 50 piezas, las más valiosas y en mejor estado, de las 111 que regresaron hace nueve meses.

Los últimos bienes recibidos en el Museo de Barbastro.
Una de las obras que llegaron de Lérida.
Obispado de Barbastro-Monzón

El 10 de marzo de 2021 el frontal de Buira hizo el viaje de regreso a Aragón, casi 120 años después de ser arrancado de una pequeña iglesia románica del municipio de Bonansa. Lo mismo el de Treserra, que partió al ‘exilio’ catalán en 1897. Ese día cruzaron las puertas del Museo Diocesano de Barbastro-Monzón encerrados en cajas de madera, junto al resto de obras de arte y objetos litúrgicos (en total 111) retenidos durante décadas en Lérida. Desde que el juez decretó su devolución y se ejecutó la orden solo han sido visibles para los restauradores y el personal del museo, pero en unas semanas podrán ser contemplados por el público en su nuevo emplazamiento.

El Museo de Barbastro cerrará sus puertas el próximo lunes, 8 de noviembre, durante al menos dos semanas, para preparar la incorporación de las piezas retornadas a su colección. Todavía no hay fecha de apertura de la exposición, aunque las previsiones del director y delegado de Patrimonio de la diócesis, Ángel Noguero, indican que podría estar abierta al público "a finales de noviembre o principios de diciembre", cumpliendo así el compromiso adquirido por él mismo el día de la entrega de mostrarlas “para que la gente pueda apreciar lo mucho que teníamos fuera”.

No ha trascendido el listado de las piezas que se expondrán pero Noguero calcula que rondarán el medio de centenar. Entre ellas estarán las obras más valiosas, buena parte de las 24 declaradas Bien de Interés Cultural. Podría haber excepciones motivadas por su estado de conservación, como algunas prendas de la colección textil de la antigua catedral de Roda de Isábena, formada por ropajes sacerdotales de la liturgia.

La decisión sobre qué piezas se expondrán y cuáles se retirarán de la exposición permanente para dejar espacio se adoptará en los próximos días. “Desde luego estarán las más importantes”, apuntó Noguero.

Durante las dos semanas de cierre, el equipo técnico podrá trabajar con tranquilidad y sin molestar a los visitantes en la selección de las obras y colocación de las mismas. En su día ya se encargaron vitrinas y ahora se ha contratado a una empresa especializada en obras de arte para anclar los cuadros a la pared. No obstante, ese plazo es una previsión y quizá el cierre se demore unos días más. “Va a llevar mucho trabajo, hay que medir de nuevo los espacios en función de las nuevas obras. Todo dependerá de cómo se vaya desenvolviendo todo. Hay piezas que tienen más peso que las que estaban expuestas y habrá que cambiar anclajes. Los procesos son complicados y por eso no se puede dar día ni hora”, asegura Ángel Noguero. 

El Gobierno de Aragón no ha intervenido en los contenidos. Según indicaron fuentes de la Dirección General de Patrimonio, se prestó ayuda al obispado en el litigio, la operación de retorno y el estudio, pero el discurso expositivo depende del museo.

Han pasado casi nueve meses desde que se produjo la devolución, por mandato judicial y en ejecución provisional de la sentencia dictada en diciembre de 2019. En total hubo cuatro envíos, el primero el 15 de febrero y el último el 10 de marzo. Aquí permanecerán, a la espera de la resolución del recurso interpuesto por la Generalitat de Cataluña, el obispado y el Consorcio del Museo de Lérida.

El equipo técnico ha dedicado estos meses a examinar y catalogar las piezas, una a una. Algunas se encuentras muy deterioradas y permanecerán en el almacén, pero se da por seguro que el público podrá ver lo más destacado de la colección, aquellas que Lérida ya mostraba en sus salas hasta el mes de marzo, como los frontales de altar de San Hilario de Buira o San Vicente de Treserra, la arqueta de Buira, la talla de Santa Ana de Capella, la tabla de San Martín de Lascuarre o los retablos de San Antonio Abad de Monzón y San Cristóbal de Santaliestra.

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