Vigilantes de altura en Ordesa: cuando la oficina está a 3.000 metros

Belén Naya y Álvaro Sierra forman el servicio encargado de recorrer los senderos a mayor altitud del Parque Nacional para revisar su estado o ayudar a los visitantes.

Belén Naya y Álvaro Sierra, en su jornada laboral del sábado, en la cumbre de Monte Perdido.
Belén Naya y Álvaro Sierra, en su jornada laboral del sábado, en la cumbre de Monte Perdido.
Heraldo

No hay rincón del Parque Nacional que se les resista por muy alto que esté. Haya que ascender a los 3.348 metros de Monte Perdido o subir durante cuatro horas desde el fondo del valle de Pineta al lago de Marboré. Belén Naya y Álvaro Sierra forman el equipo del servicio de altura de Ordesa, un grupo específico cuya misión es vigilar lo que pasa en los lugares más inaccesibles y que cada día ascienden más de 1.000 metros para llegar a su puesto de trabajo

Muchos de los avisos que lanza el Parque en sus redes sociales proceden de la información facilitada por Belén y Álvaro. Cuando advertía a mediados de julio de la presencia de un nevero en la ruta de la Brecha de Rolando y recomendaba llevar crampones y piolet era porque el día anterior ellos habían llegado hasta allí cruzándose mucha gente sin el material adecuado. 

La lista de cometidos del servicio de altura es larga: revisar el estado y señalización de los senderos más altos, ver cómo están los pasos equipados, comprobar las zonas de cobertura de las emisoras y móviles, visitar las mallatas y refugios, suministrar fotos e información relevante para las redes sociales o prestar apoyo a los investigadores en sus estudios en las zonas altas. Pero según los responsables del Parque Nacional, lo más importante es que en los meses de mayor afluencia de visitantes son una referencia para suministrar información a los senderistas y resolver sus dudas sobre el estado de los caminos, las posibles alertas climatológicas, la normativa del parque, sus rutas o la equipación más adecuada para recorrerlas.

"Este es un trabajo vocacional, porque tiene su dificultad. Son recorridos largos y tienes que estar físicamente fuerte", dice Belén Naya, ingeniera técnico forestal, apasionada por la geología y que se define como una enamorada de Ordesa. "Es un privilegio hacer este trabajo", añade, a pesar de que cada jornada laboral, entre las 6.30 y las 16.30, implique realizar recorridos con más de 1.000 metros de desnivel, a veces con adversas condiciones meteorológicas. Lo que más temen son las tormentas eléctricas. 

En el mes de junio, su reloj marcó un desnivel acumulado de 20.735 metros y más de 300 kilómetros de distancia. "Pero es un trabajo muy agradecido, si como a mí te gusta la montaña", señala Álvaro Sierra, que como su compañera es empleado de la empresa pública Sarga, que realiza esta misión para el Parque entre los meses de junio y septiembre.

Desde junio han subido cinco veces al Balcón de Pineta y dos a la cima de Monte Perdido, ya que antes había nieve. "Nuestra misión es informar de los senderos y sus condiciones no pensando en montañeros experimentados sino en el excursionista habitual", comentan. 

El servicio, tal y como está concebido ahora, funciona desde 2015, aunque antes ya había un equipo que iba a las zonas de máxima afluencia de visitantes (Cola de Caballo, Cascada del Cinca, Ripareta ...) y que de vez en cuando subían a mayores altitudes. "Es muy necesario para que los visitantes sepan que estamos ahí, nos puedan consultar sus dudas sobre itinerarios o la normativa del Parque", afirma Belén, que ya lleva tres temporadas. Su misión también es advertir, que no sancionar (no son agentes de la autoridad), cuando se está incumpliendo la normativa. 

Ambos coinciden en que es bastante frecuente llamar la atención a excursionistas que llevan el perro suelto. Esto y la campada ilegal son dos de los mayores problemas. "La gente suele ser bastante respetuosa pero a veces nos topamos con alguno que a las 12.00 todavía no ha levantado su tienda (solo se puede vivaquear a determinada altitud y de noche), y es bastante habitual que haya gente que sube con el perro sin atar al Perdido o al Balcón de Pineta. Nos dicen que es porque el perro les tira mucho, pero le contestamos que así solo se va a conseguir que acaben por prohibirlo", cuenta Álvaro.      

El equipo de altura documenta en junio cómo se despierta el Parque tras al largo y duro paréntesis invernal, con fotografías e informes sobre el estado de los senderos o la señalítica. Su cometido abarca los cuatro sectores (Ordesa, Escuían, Pineta y Añisclo) en jornadas de 10 horas cuatro días a la semana. Es habitual verlos por la Faja de las Flores, la Plana de la Catuarta o el collado de Añisclo, donde les pregunten por la distancia del recorrido, la meteorología. 

Este verano, como los anteriores, son testigos de la alta frecuentación del Parque. "El otro día en Monte Perdido contamos más de 300 personas", afirma el vigilante, que más de una vez ha tenido que acompañar a un excursionista despistado o que directamente se ha perdido. De aquí a que acabe el verano, el reloj de Belén seguirá acumulando miles de metros de desnivel.

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