El Pirineo celebra con hogueras el reconocimiento mundial de su fiesta del solsticio de verano

?Es la primera manifestación aragonesa de patrimonio inmaterial incluida en la lista de la Unesco.

No es la noche de San Juan, pero hoy se encenderán hogueras en el Pirineo para celebrar la inclusión de la fiesta del solsticio de verano o de las fallas en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. Sonarán las campanas, se prenderán las piras y se leerá un manifiesto.


La ocasión lo merece. Es la primera vez que una manifestación cultural aragonesa entra en esta prestigiosa lista, que en España solo tiene 13 representaciones. Junto a ella, la Unesco acaba de incluir el vallenato, la música tradicional de Colombia; un ritual para amansar a las camellas en Mongolia; la fabricación tradicional de cencerros en Portugal; el glasoechko, un canto masculino de Macedonia; o la tradición oral de Kogooere, de Uganda.


La candidatura ha estado promovida por los gobiernos de Andorra, Francia y España y la impulsan 63 pueblos (34 franceses, 17 catalanes, 9 aragoneses y 3 andorranos). En Aneto, Bonansa, Castanesa, Laspaúles, Montanuy, Sahún, Suils, Villarrués y San Juan de Plan (los primeros de la comarca de la Ribagorza y el último, de Sobrarbe) se ha recibido como un premio a los valores que representa la fiesta: cooperación, solidaridad y esfuerzos compartidos.


Los alcaldes de los cinco ayuntamientos que engloban esas localidades comparecieron ayer públicamente en Huesca para agradecer el reconocimiento de la Unesco a una candidatura que el organismo internacional ha considerado ejemplar. “Estamos muy orgullosos porque ha nacido de pueblos muy pequeños y se ha hecho grande”, declara Marcel Iglesias, alcalde de Bonansa.


“La gente se pregunta en qué consiste. Son rituales precristianos que se pierden en la noche de los tiempos en una fecha clave como es la noche más corta del año”, señala el concejal de San Juan de Plan Roberto Serrano, quien valora sobre todo que haya subsistido en una sociedad modernizada sometida a tantos cambios.


La fiesta de las fallas se enmarca en los rituales purificadores del fuego de San Juan, muy común en localidades de montaña. Con la despoblación de los años 60, muchas se perdieron, pero poco a poco se volvieron a instaurar como elemento de la cultura tradicional, transmitido de generación en generación desde tiempos inmemoriales. Solo en Sahún, Montanuy y Laspaúles se ha mantenido sin interrupción. Aunque en cada localidad hay variaciones, consiste en la subida a la cima de la montaña con las fallas (que reciben distintos nombres) para encenderlas en una hoguera y bajar al pueblo dibujando una serpiente de fuego. Allí se lanzan al pie de una pira.


Ahora, los alcaldes y otras instituciones aragonesas tienen por delante un trabajo para investigar la fiesta, difundirla, proteger los espacios y recorridos y apoyar a las asociaciones de fallas. De momento, la Diputación pretende organizar una exposición que llevará a la feria Fitur a finales de enero y mañana mismo se firmará en Andorra un documento para crear una asociación internacional de fallaires.

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