“Físicamente nos encontramos bien. Los tres primeros días son los que tienes más apetito. Después, te encuentras un poco más débil, pero puedes llevar una vida normal”. Son las palabras de Ángel Borruel, el impulsor de la huelga de hambre que dio comienzo en Huesca con la celebración de la República y que acaba de cumplir una semana sin comer.

Su objetivo: denunciar la actual situación social y económica que vive el país. Le van a apoyar, durante los 30 días que dura la convocatoria, otras tres personas, aunque son más las que se han ido turnando para acompañarles durante uno, dos o más días desde que dio comienzo la protesta. Cada jornada, asegura, son así entre 19 y 20 personas de media las que se encuentran secundando esta huelga. La iniciativa cuenta con el apoyo tanto de partidos políticos de izquierda, como de diferentes plataformas y colectivos sociales.

“Estamos contentos en cuanto a la repercusión que está teniendo en la ciudadanía. La gente se para por solidaridad y participan en la recogida de firmas. Los medios de comunicación se están haciendo también bastante eco”, asegura Borruel. Persiguen, como asegura, “sensibilizar a nuestros conciudadanos, ya que con el Gobierno, va a se difícil”.

Lamenta así el episodio vivido el domingo en el acto institucional celebrado en el Museo Provincial de la capital oscense, con motivo del Día de San Jorge, cuando fue desalojado por las fuerzas de seguridad en el momento en el que quería entregarle una carta con sus reivindicaciones a la presidenta aragonesa, Luisa Fernanda Rudi. “Mi actitud en ese momento fue totalmente amistosa”, asegura y añade: “nosotros creemos que la pluralidad enriquece la sociedad, pero parece que el Gobierno se muestra bastante sordo al respecto”.

Quien entregó finalmente el escrito a Rudi fue Ana Enguita, quien se ha propuesto realizar 9 días de huelga de hambre. “Dudé entre socorrer a Ángel o realizar nuestro cometido allí, que era entregar esa carta. Al final fue lo que hice y no encontré oposición y como yo, pudo hacerlo igualmente Ángel”, explica Ana. Asegura que realizó su acción “sin agresividad, sin violencia, con cariño incluso” y que le dolió la reacción de los agentes. “Queremos ayudar, no ir en contra de nada ni de nadie, como se está diciendo. Pensamos que se pueden plantear alternativas y las presentamos, por eso no entendemos que el Gobierno mantenga una actitud tan hostil”, comenta. Se muestra, asimismo, “en contra de criminalizar y de insultar, tanto a unos como a otros”.

Hacia un cambio social

Dos días de huelga de hambre ha llevado a cabo, por otra parte, Gemma Quintana. De profesión profesora de dibujo, se ocupa además de registrar gráficamente todo cuando sucede en la mesa informativa instalada por las mañanas en los Porches de Galicia. Por las tardes, se sitúan en la plaza de Navarra, donde realizan además asambleas ciudadanas. “Creo que hay que apoyar iniciativas populares como esta, para reclamar derechos desde el punto de vista ciudadano”, comenta Gemma. Llama la atención, por otra parte, para que esta protesta “no se quede con una simple anécdota, sino que contribuya a que se produzca un cambio social importante”.