"La cultura de montaña y del esquí se pierde"

Este experto aboga por una mayor formación para las personas que quieran disfrutar de la naturaleza.

Un experto y apasionado de la montaña, militar destinado en la Escuela Militar de Montaña y de Operaciones Especiales de Jaca, Alberto Ayora es autor del libro 'Gestión del Riesgo en montaña y en actividades al aire libre', una publicación en la que recoge experiencias propias y con la que quiere ofrecer claves para una práctica segura en la naturaleza.

Muchos accidentes en montaña, ¿fatalidad o falta de previsión?

Fundamentalmente lo segundo. Un ejemplo, en Estados Unidos un estudio de 715 accidentes reflejó que en un 75% de los casos había más de tres indicadores de peligro de alud. Se está perdiendo la cultura de montaña y esquí. Antes íbamos a las estaciones y empezabas despacio, progresando poco a poco, antes de meterte en una negra te lo pensabas dos veces... Ahora hay más afluencia y menos cultura de seguridad, por eso se pretende regular de alguna forma ese sentido común que te inculcaban. Y cuando regulas todo, le cortas la capacidad de pensamiento a la persona, y en el medio natural es un error. Aquel que no piensa en el medio natural es hombre muerto. Hay que enseñar a tomar decisiones y para eso es importante la formación.

¿Qué no debe faltarle nunca a un montañero y más en invierno?

Formación y progresión. Alguien que salga a la montaña invernal tiene que ser un perfecto conocedor de la estival. Hay que ser autosuficiente, saber realizar un vivac, elegir itinerarios correctos, tener conocimientos de nivología, ir acompañado de gente experta...

La experiencia ¿hace que uno se confíe?

El aprendizaje basado solo en la experiencia no es bueno. El que algo me haya funcionado siempre bien no quiere decir que lo esté haciendo bien.

¿Ha vivido algún alud?

Importantes dos. Una en el Himalaya yendo a un rescate, fue de nieve polvo y salimos ilesos. Y la otra en los Pirineos, una placa de nieve que partí yo mismo. Oí el 'boum' de inestabilidad y en el momento que me agaché para soltar las correillas de los esquís, esa flexión rompió la placa. Los segundos que hay entre que se parte la placa y comienza a deslizar me permitieron ponerme de cara al valle e intentar esquiar con ella. Me quedé enterrado hasta el cuello, pero salí ileso.

¿Hay alguna característica común en los que sufren accidentes?

A través de los avances neurocientíficos está muy en boga este tema. Las cualidades temperamentales y de carácter juegan un papel importantísimo. Incluso desde el punto de vista preventivo. A un grupo puedo darles el mismo curso de nieve y aludes, pero para modificar el comportamiento de cada uno tengo que trabajarle de una forma distinta.

Cuando escucha que ha habido un nuevo accidente de montaña con muertos ¿qué se le pasa por la cabeza?

Echo en falta poder extraer enseñanzas y trasmitirlas con ánimo que la gente aprenda, no buscando culpabilidades sino intentar averiguar cómo se podía haber evitado. Somos dados a echar la culpa a los demás y la seguridad es cosa de todos. Es evidente que falta un centro de aludes en el Pirineo, que apenas hay cursos de aludes y que las estaciones de esquí pueden hacer más, pero cada uno tiene su responsabilidad. Al medio natural hay que salir. Hay un cardiólogo, Valentín Fuster, que avisa de que estamos creando una sociedad de obesos y sedentarios. Las actividades en el medio natural previenen enfermedades, hay que potenciar estas actividades pero con cabeza.