La A-23 a su paso por Nueno se reabre este viernes al tráfico

Se ha construido una galería de protección sobre la calzada afectada previo tratamiento del talud.

Un desprendimiento de rocas en Monrepós obligó a cortar la vía durante varios meses.
Un desprendimiento de rocas en Monrepós obligó a cortar la vía durante varios meses.
Rafael Gobantes

El tramo de la autovía A-23 en Nueno (Huesca) que estaba cortada al tráfico desde el pasado 20 de marzo, se reabrirá al tráfico este viernes, 2 de diciembre, tras la construcción de una galería de protección sobre la calzada afectada.


La inversión en estas obras por parte del Ministerio de Fomento ha sido de 8,57 millones de euros, según informa en una nota de prensa.


Las obras han consistido en la construcción de una galería de protección sobre la calzada afectada y en el tratamiento previo del talud para asegurar la obra durante los trabajos de construcción.


También se han realizado trabajos de estabilización en otros taludes próximos mediante su limpieza, rebaje y actuaciones de sostenimiento mediante bulones y mallas.


El pasado 20 de marzo se produjo un desprendimiento de rocas en un talud situado en el kilómetro 377 de la autovía A-23, en Nueno, que afectó a una de las calzadas.


Desde esa fecha fue necesario realizar un desvío del tráfico por la otra calzada, por la que se ha circulado en modo bidireccional (un carril por sentido), además de modificarse las condiciones de explotación del túnel de Nueno, según la citada nota.


En primer lugar, se procedió al desescombro del material deslizado, estudiando con posterioridad en detalle la solución a adoptar, recabando la información geológica y geotécnica necesaria.


El tratamiento previo del talud ha consistido en la instalación de 350 drenes californianos en las zonas de diaclasas con el objeto de extraer el agua del interior del macizo rocoso (principal causante del problema, agravado por estar situado el talud en una zona de umbría de frecuentes heladas), en el cosido de la roca mediante la instalación de 550 bulones de acero y en la protección con una red de cables acero y malla de triple torsión en una superficie de 3.980 m², para recoger eventuales desprendimientos de fragmentos de roca.


Después de asegurar el talud, se construyó una galería de 227 m de longitud y una altura libre de 5,50 metros. Los 3.600 m² de techo están constituidos por 123 vigas prefabricadas sobre las que se ha hormigonado, con la ayuda de prelosas a modo de encofrado perdido, una losa de hormigón armado de 25 centímetros de espesor.


Las vigas apoyan por el lado del talud en un muro de contrafuertes y por el lado del valle en 42 pilares prefabricados de hormigón armado, de manera que la galería está abierta por ese lado, asegurando la entrada de luz y ventilación naturales por las ventanas entre pilares.


Sobre el techo de la galería se ha realizado un relleno de tierras de entre 1,5 y 3 metros de espesor que hará las veces de amortiguador ante la posible caída de rocas (la galería se ha calculado para soportar el impacto de bloques en caída). También se ha rellenado con escollera trabada con hormigón el hueco resultante entre el muro de contrafuertes y el talud.

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