entrevista

Sergio Royo: "Escribir es huir para aprender dónde conviene quedarse"

El escritor (Zaragoza, 1991) presenta el próximo viernes 19 en el IAACC Pablo Serrano su cuarto libro de relatos titulado ‘Todos los crímenes del mundo’ y recién editado por Pregunta.

Royo, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza
Royo, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza
Guillermo Mestre

Su nuevo libro se titula ‘Todos los crímenes del mundo’. ¿Es un ‘thriller’? ¿Acaso se ha pasado a la novela negra?

Los relatos hablan de los crímenes contemporáneos que cometemos en nuestro día a día y nos cuesta reconocer: adicciones, falsedades, la supremacía de lo virtual sobre lo real. Sí es cierto que «todos los crímenes del mundo» es una metáfora concreta sobre algo que solo sabrá quien lo lea...

¿Qué supone tener un prólogo de su admirado Carlos Castán?

No sólo tenerlo, sino lo que dice sobre el libro. Es un prólogo escrito con la emoción y el temblor que lo caracteriza, nada de un análisis sesudo. Supone que la literatura me ponga una alfombra roja sobre la que seguir caminando, aunque a veces tengamos piedras en los zapatos.

¿Qué lecturas le han acompañado durante la escritura de estos relatos?

Al ser relatos y variar en los tiempos de escritura, no puedo asociarlos a lecturas concretas. El año pasado fue el de la relectura de la obra de Marías, las novelas de Marta Carnicero (especialmente ‘El cielo según Google’) y Sally Rooney, también dejaron un gran recuerdo. Leo sobre todo novedades que me interesan.

¿Soñaba de pequeño con ser escritor? ¿Cree que es una vida que tendemos a idealizar desde fuera?

No, no soñaba demasiado de pequeño con mi futuro. Creo que ser escritor ha sido más una consecuencia de mi forma de ver la vida que un sueño cumplido. Y sí, la idealizamos y hay que ser muy cuidadoso con ella, porque no hay que dejar que se te coma el personaje. La realidad del escritor no es fácil.

¿Hubo algún libro o cuento en su infancia que le cambiara la vida?

Quisiera nombrar dos. ‘La isla del tesoro’ me sumergió por primera vez en una historia de principio a fin. De libro de infancia, recuerdo con mucho cariño ‘Bigote blanco bigote negro’, de Carmen Morales. La extravagancia del personaje y la sensación del protagonista de ser un niño perdido y curioso me dejó huella.

Compruebo que ejerce de profesor en el colegio Santa Magdalena Sofía, en Valdefierro. ¿Qué aprende de sus alumnos?

Doy clases en 6º de Primaria de inglés, sociales y lengua. Aprendo más de lo que enseño, creo. Me actualizo constantemente por obligación y me alimento de la creatividad de los alumnos. Este año he descubierto lo que es el ‘prime’ y muchos otros neologismos. Ser profesor es un reto constante y no siempre me siento a la altura.

Hay muchas referencias musicales y fílmicas en sus relatos y en las columnas que escribe para HERALDO. ¿Por qué tanto Dylan y tan poca Rosalía?

Más Cohen que Dylan... La música que me emociona muchas veces origina los cuentos. Una cita de ‘Alexandra leaving’, que es un verso de Kavafis, fue el germen de un relato. En realidad escucho tanto a Rosalía como a Dylan. Respecto al cine –y añadiría también las series– creo que forma parte de la formación de todo relatista.

También tengo entendido que es muy zaragocista. Buen sufridor, supongo.

En realidad ser zaragocista es una buena metáfora de lo que supone ser literato: ilusionarse y desilusionarse, creer en la épica de la remontada. Que volviera Víctor Fernández era más una cuestión de piel y corazón; la única forma de enganchar a una afición herida y enfadada.

Al margen de escribir, leer e ir a la Romareda, ¿qué otras aficiones tiene?

Viajar, visitar librerías en las ciudades, ir a conciertos, tomar el sol todo lo que puedo e ir al gimnasio diariamente. Creo que eso resume bastante bien mi tiempo libre.

¿Tiene ya planes para San Jorge? Imagino que con el libro recién salido del horno...

Sí, estaré firmando, me hace mucha ilusión. El día del libro siempre es especial en Zaragoza. Lo haré en la caseta de FNAC por la mañana y en las librerías Babel y Central, al mediodía y por la tarde. Ambas tendrán su hueco en los porches de Independencia.

¿Y es de poner dedicatorias originales o le da un poco de apuro saltarse los protocolos?

Me da, pero también me gusta. Intento poner siempre lo que me transmite la persona a la que le firmo el libro. Al fin y al cabo, ha elegido pasar un tiempo conmigo y mi literatura es inevitablemente íntima.

Cuando pasen estos días de promoción, ¿tiene algún rincón donde le guste refugiarse?

Tengo una amiga con una casa en el valle de Pineta, que es un sitio maravilloso al que huir. La zona del Maestrazgo turolense también me gusta mucho. La cuestión, a veces, es huir de donde estamos cada día. Creo que eso es también escribir: huir para aprender dónde merece la pena quedarse.

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