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Lorena Vicioso: "La jota también se baila con la mirada"

Es la bailadora de jota del momento, después de ganar el Premio Extraordinario de Zaragoza y el de Huesca.

Lorena Vicioso, aroma jotero por los cuatro costados.
Lorena Vicioso, aroma jotero por los cuatro costados.
Francisco Jiménez

En octubre ganó el Premio Extraordinario del Certamen Oficial de Zaragoza, hace unas semanas ganó el de Huesca… No se atisba techo en la bailadora de jota Lorena Vicioso…

Antes de nada, tengo que citar a mi pareja de baile, Alejandro Alonso Torres. Sencillamente, Álex es el mejor, y no porque baile conmigo.

¿Por qué, entonces?

Por cómo baila, por cómo transmite. Se gana en pareja. Y, desde luego, él ha sido fundamental en los éxitos que hemos cosechado.

Además, llevan bailando juntos desde hace muy poco tiempo.

Así es. Comenzamos en mayo. Unos meses antes, tuve una lesión en la rodilla. Y antes, tuve a mi hijo, Edu, que ahora tiene dos años.

¿Tanta exigencia física requiere?

Sí. Antes había sufrido más lesiones. Por ejemplo, me rompí el quinto metatarsiano.

El dedo pequeñito del pie…

La cicatriz no fue solo del dedito, sino que llegaba hasta el tobillo.

¿Cómo se lo rompió?

Bailando la jota, en 2019.

Entonces, usted ya era una bailadora reconocida.

Ya había sido segunda en el Premio Ordinario de Zaragoza en 2015 y primera en el mismo Premio Ordinario en 2017.

Esa fue la puerta hacia los éxitos posteriores.

Ese día fue fundamental, pues a partir de entonces puedes acceder a lo máximo, que es ganar el Premio Extraordinario.

¿Por qué se ha entregado de esta forma a la jota?

Hubo un componente genético importante. Empecé a bailar desde muy pequeñita. Mi padre, José Antonio Vicioso, ya bailaba. Y mi madre, Conchita Frej, cantaba.

Lo tenía todo en casa…

La jota la llevaba en la sangre. Tengo un hermano mellizo, David, pero le dio por el fútbol. Comencé a bailar en Estampa Baturra con José Luis García Baeta. A las 15 años, pasé a Baluarte Aragonés con José Miguel Pamplona. Ahora, mi director es Luis Enrique Langarita.

¿En qué momento se dijo a sí misma ahora sí? ¿Cuándo encontró su futuro en la jota?

Antes de ganar el Premio Ordinario de Zaragoza, gané los premios de El Cachirulo, de Alfajarín, de Pinsoro… Siempre he creído en mí misma. Eso es fundamental.

Por cierto, usted es de Zaragoza, y Álex Alonso, de Huesca.

Álex es de Zaragoza, pero vive en Huesca. Dirige el Grupo Elenco. Un día voy yo a Huesca, y otro viene él a Zaragoza. Cuando comenzamos a bailar juntos en mayo, no pensábamos presentarnos. Había pocos meses hasta el Pilar y la exigencia es máxima. Pero comenzamos y los dos vimos que la cosa funcionaba.

Y comenzaron a ensayar.

Primero, las seis jotas que podían salir: Calanda, Andorra, Albalate, Alcañiz, Huesca y Santolea. Cuando salieron las bases del Pilar, quedaron cuatro. Y de las cuatro, el día de la final, una mano inocente elige una, más la jota obligada, que es la de Zaragoza de tres coplas.

La rodilla sufre mucho con la de Zaragoza de tres coplas.

Sí. Se caracteriza por su rapidez, por su gran exigencia técnica y, como usted dice, por la fuerza de las rodillas. Álex es delgadito, tiene una técnica muy depurada.

Pero usted tiene un no sé qué, un qué se yo…

Es cierto que soy risueña bailando, que coqueteo mucho.

Tiene algo especial, algo que le gusta hasta a los que no les gusta la jota…

Intentamos transmitir y yo diría que lo logramos. Bailamos con la mirada.

¿Con la mirada…?

Claro, la jota también se baila con la mirada…

Solo se presentaron ustedes al Premio Extraordinario…

No me lo pregunte a mí, pregúnteselo a los que no se presentaron…

No podían perder…

Sí podíamos perder: no es la primera vez que un premio de esa categoría se ha declarado desierto.

La Sala Mozart, que estaba a reventar, se caía…

Fue muy especial. Solo una pareja en el escenario. Sin comparación posible, por tanto. Bailamos dos jotas. El público se volcó. Tuvimos que salir después varias veces a saludar. Entrábamos y salíamos del escenario. Fue una muestra de cariño enorme. Disfrutamos muchísimo y, afortunadamente, hicimos disfrutar.

No es sencillo reunir tanta belleza. Igual que cuando cantan Nacho del Río y Bea Bernad. ¿Por qué la jota no desarrolla una dimensión comercial?

Resulta curioso, pues gusta tanto o más fuera de Aragón.

Quizá carezcamos de la magnitud que le dieron al flamenco Camarón de la Isla, Paco de Lucía, Farruquito o Joaquín Cortés.

Ser declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco sería muy importante. Aunque insisto en que fuera de Aragón gusta tanto o más.

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