MonTSE VIcens, abogada, compañera y amiga de sara giménez 

"Sara tiene un plus de mérito por el esfuerzo extra que le ha supuesto ser gitana"

Montse Vicens comparte profesión y amistad con la abogada oscense, que tras su paso por el Congreso dirige la Fundación Secretariado Gitano de España. Ambas protagonizan el especial '8-M Detrás de una gran mujer... hay otra gran mujer'.

Sara Giménez y Montserrat Vicens, en el despacho de abogados que llegaron a compartir unos años en Huesca.
Sara Giménez y Montse Vicens, en el despacho de abogados que llegaron a compartir unos años en Huesca.
Javier Navarro

Sara Giménez (Huesca, 1977) está más que acostumbrada a romper barreras. Fue la primera de su familia en ir a la universidad y la primera abogada gitana de Aragón. Fue cuatro años diputada en el Congreso, es la representante de España ante el Comité Europeo contra el Racismo y la Intolerancia y, recientemente, ha sido nombrada directora general de la Fundación Secretariado Gitano, con 1.100 trabajadores en plantilla. Aun así, su amiga y también abogada Montse Vicens está convencida de que "no ha tocado techo" y que le esperan todavía "cosas más grandes".

Sara asegura que en toda su vida se ha sentido acompañada por algunas "estrellas" que en un momento determinado le han dado el "empujón" necesario: sus profesores de Santa Ana y Alto Aragón, que siempre la animaron a estudiar; su vecina Mari, que le dejaba pasar a su casa a consultar la enciclopedia para hacer los deberes; a Pilar Clavería 'La Tía Rona', la primera mujer que dirigió una asociación gitana en España, que le prometió a sus padres cuidar de ella cuando se fue a estudiar Derecho a Zaragoza; al abogado oscense Mariano Bergua, que le permitió hacer sus primeras prácticas; al exlíder de Ciudadanos Albert Rivera, que le animó a dar el salto a la política en mayúsculas; y, por supuesto, a Montserrat Vicens, que se ha convertido casi en una segunda madre. 

Ambas se conocieron en 2001. "Ha llovido mucho", dicen con nostalgia. Montse era la responsable de Extranjería del Colegio de Abogados de Huesca y habían organizado una formación en Zaragoza sobre el tema. Mientras, Sara estaba recién licenciada y compatibilizaba su trabajo en el turno de oficio con el de orientadora en la sede de Huesca de la Fundación Secretariado Gitano. "Yo no la conocía de nada, pero me llamó para ver si podía bajar conmigo porque le interesaban mucho los temas sociales y le dije que por supuesto. Se vino en mi coche y empatizamos desde el primer minuto", recuerda Montse con cariño.

Montse Vicens: "Al contarme su historia personal viniendo del colectivo gitano, me impresionó que hubiera sacado tanta fuerza para seguir adelante"

Asegura que en aquel contacto ya le vio "algo especial". "Yo soy muy preguntona y al contarme su historia, me imaginé todo lo que había tenido que hacer para llegar hasta allí viniendo del colectivo gitano y me impresionó que hubiera sacado tanta fuerza para seguir adelante", añade esta abogada.

En estos años, su relación ha ido más allá de lo laboral y, de hecho, se han apoyado muchas veces mutuamente en temas personales. Sara no solo "adoptó" a Montse como consejera para temas relacionados con el Derecho, sino también para aprender a conciliar ya que pasaron por experiencias vitales similares al ser madres casi a la misma edad y tener también dos hijos con solo dos años de diferencia entre ellos. Todo ello ha generado entre ellas un vínculo familiar e incluso las hijas de Montse han llegado a ejercer de niñeras de los dos hijos de Sara

"Sara podría haber sido ministra de Derechos Sociales".

Además, el día que Sara decidió centrarse más en su profesión de abogada, "ella me abrió las puertas de su despacho y eso no lo hace cualquiera", afirma agradecida. Algo a lo que Montse no dudó en acceder "porque lo que siempre me llamó la atención fue que era una abogada con un corazón social enorme y conectamos enseguida ya que nos unía la defensa de los derechos humanos y ser abogadas de causas casi perdidas".

De hecho, Sara tiene grabado a fuego una de las recomendaciones que le dio Montse hace ya muchos años. "Yo tenía que dar muchas explicaciones en casa para trabajar mientras mis hijos eran pequeños. En todos los hogares cuesta, pero en el mío más, sobre todo a mi madre por la cultura gitana de la que vengo, porque necesitaba que me echara una mano con mis hijos por las tardes. Y Montse me dio uno de los mejores consejos: el mejor dinero que vas a invertir en tu vida es no dar explicaciones por trabajar. A partir de allí, busqué recursos para que mis hijos estuvieran atendidos y descansé mentalmente", relata.

Montse Vicens: "Conectamos enseguida ya que nos unía la defensa de los derechos humanos y ser abogadas de causas casi perdidas"

Sara valora, además, que en todo ese proceso "ella demostró siempre una predisposición a conocer el mundo gitano, no a juzgarlo, que son cosas diferentes, y yo siempre le hablé con sinceridad tanto de las muchas barreras que hay como los puntos positivos", subraya. 

Tras estar al lado de Sara durante tantos años y haber podido conocer más en profundidad su cultura, Montse valora todavía más todo lo que ha hecho. "Si ella no fuera gitana, yo creo que tendríamos la misma empatía y la admiraría exactamente igual, pero tiene un plus de mérito el hecho de serlo por el esfuerzo extra que ha tenido que hacer toda la vida", destaca. 

Sara admite que se considera una "excepción". De pequeña, sus padres no se preocupaban de hacerle un seguimiento para que estudiara o hiciera los deberes. "Ellos estaban en otras cosas como ir a la venta ambulante para sacar la familia adelante, pero la escuela no era una prioridad", señala.

Sara Giménez y Montserrat Vicens, en el despacho de abogados que llegaron a compartir unos años en Huesca.
Sara Giménez y Montse Vicens, en el despacho de abogados que llegaron a compartir unos años en Huesca.
Javier Navarro

Al terminar la entonces EGB, decidió que quería seguir estudiando "y ahí vi que estaba rompiendo esquemas entre los gitanos de mi ciudad porque lo que se esperaba de mí era que estuviese en casa o con mis padres vendiendo". Sus referentes entonces fueron sus compañeras no gitanas de clase. "Mis padres no lo entendieron y tuvieron que hacer un esfuerzo mental muy grande", valora. Aun así, admite que no fue una tarea fácil porque, de hecho, "recuerdo que para la Selectividad de entonces, escasamente estudié porque tenía otra cosa que hacer en mi casa que era convencer a mis padres de que quería hacer Derecho porque desde siempre he tenido conciencia de la discriminación que han sufrido las personas gitanas a la hora de alquilar una vivienda o encontrar un empleo y encima en Zaragoza". Con el paso del tiempo ha ampliado esa mirada a todos los colectivos desfavorecidos.

Su madre fue la que peor lo pasó cuando se marchó a estudiar a Zaragoza "porque ella tenía miedo a que perdiera mi identidad, pero cuando vio que eso no solo no ocurría sino todo lo contrario, ya lo entendió". Y es que Sara deja claro que al definirse "mi segunda palabra siempre es gitana y con mucho orgullo". Y, de hecho, asegura que pese a todo, "siempre he tenido claro de dónde vengo".

Montse Vicens: "Aunque no me siento para nada representada por la opción política que eligió para ir al Congreso, yo siempre he presumido de que es mi amiga porque estoy súper orgullosa de ella"

Montse no ahorra en elogios hacia su amiga. "Tiene mucha fuerza, es muy lista, sabe perfectamente lo que quiere y cómo conseguirlo y, además, ha sabido aprovechar la suerte que ha tenido. Y aunque no me siento para nada representada por la opción política que eligió para ir al Congreso, yo siempre he presumido de que esta mujer es mi amiga porque estoy súper orgullosa de ella", recalca. De hecho, cree que si aquel pacto de Gobierno entre PSOE y Cs no se hubiera frustrado, "Sara podría haber sido ministra de Derechos Sociales"

De momento, ha regresado a la Fundación Secretariado Gitano "que siempre ha sido mi casa y que creo que es el mejor instrumento para defender el progreso de los gitanos", resalta. Pese a los avances de las últimas décadas, es una inconformista y avisa de que seguirá luchando "para que haya más gitanos en la clase media y eso solo te lo da la formación".

Ahora vive a caballo entre Huesca y Madrid intentando conciliar su vida laboral y familiar con su marido y sus dos hijos. El mayor, de 20 años, estudia Magisterio, y la pequeña de 17, está preparando ya la Evau con vistas a seguir los pasos de su madre ya que quiere hacer el doble grado de Derecho y Gestión y Administración de Empresas. Montse dice estar "en otra liga" porque presume de ser ya abuela.

No se ven tanto como desearían por sus apretadas agendas laborales, pero cada año se reencuentran sí o sí en la noche del Domingo de Ramos para ver juntas la procesión del Cristo de los Gitanos de Huesca.

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