Castores intrusos pero protegidos se ceban con los frutales del Jalón

La actividad de los roedores acuáticos está causando pérdidas en la agricultura y los productores cuestionan que no se actúe contra una especie invasora.

Imágenes de los frutales dañados por los castores, que se alimentan de la corteza de los árboles.
Imágenes de los frutales dañados por los castores, que se alimentan de la corteza de los árboles.
J. Macipe

Dos perales talados recientemente, cerca de siete tocones, un árbol seco con el tronco a medio roer y otra decena de ejemplares marcados es el balance que deja la presencia del castor solo en una finca de frutales en la pedanía de Embid de la Ribera, dependiente de Calatayud. Pero no es la única superficie con daños, los problemas con este roedor acuático se extienden por todo el valle del Jalón, desde términos situados en su parte superior, como Ateca, hasta zonas cercanas a la desembocadura como Rueda y Urrea. Desde el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón reconocen que está presente este eje fluvial y algunos de sus afluentes, como el Aranda. 

"Hace tres o cuatro años empecé a ver los daños, primero cortaban solo ramas", recuerda Jesús Ángel Hernández, de 67 años, natural de Embid de la Ribera, pero con fincas en el Jiloca, donde explica que otros productores también tienen desperfectos en sus plantaciones. En su terreno de Val de Santos, las pérdidas ascienden a más de 700 kilos de pera ercolini. "Son árboles que están en plena producción, con una cosecha que este año esperamos que sea buena y de una calidad que siempre es excelente, a refugio de heladas. Y este animal los corta de cuajo", describe Hernández. 

A su juicio, esto supone un riesgo para la supervivencia del sector en la zona: "Aquí en Embid estamos muy limitados por las montañas y tenemos que aprovechar la zona cercana al río. Si se cargan un árbol de estos, tienes que esperar 25 años para que estén igual. Y hay que añadir el gasto del goteo, tratamientos...", explica el también gerente de la empresa frutas Hernández. "Hay agricultores más jóvenes que ni se atreven a plantar porque ven el panorama que se les viene encima", añade.  

Para Hernández, el principal problema está en que se considere una especie bajo protección porque "dicen que ahora hay unos 20, pero en unos años serán 60" y el argumenta que es "invasora", porque en esa zona no los habían visto "nunca". "¿Qué va a ser lo próximo que echen? ¿Una boa? ¿Dos leones? ¿Unos vitorinos?", se cuestiona con retranca. El Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón asegura que la especie se extinguió y se introdujo de manera "ilegal" en 2003.  

Sin embargo, desde el área de Biodiversidad, Joaquín Guerrero, indica que no solo no se considera como especie invasora, sino que está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. De hecho, en 2018 la Comisión Europea concretó que España tenía que respetar su "radio de acción natural" y en 2020 la ministra Teresa Ribera ratificó una orden para su inclusión en dicho listado para amparar a estos roedores. "Según está el sector es lo que nos faltaba, que nos echen unos bichos que no había», insiste Hernández.  

Desde la DGA indican que, ante cualquier daño, los fruticultores lo transmitan a los agentes para la protección de la naturaleza (APN) para visitar las fincas afectadas y evaluar las medidas a tomar. "No van más allá de 30 metros de la ribera, aunque si pueden ir por acequias o canales", dice Guerrero. La zona del Jalón es la más afectada, pero también hay daños en algunas choperas del Ebro. Entre las medidas a adoptar, la administración ayuda con materiales para proteger las fincas. "Se pueden tapar los pasos desde el río con mallazo, colocar pastor eléctrico o malla metálica", explica Guerrero. Pero Hernández considera que "el animal si no es por un lado, se busca la vida para entrar por otro".  

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