Tradiciones en Todos los Santos: “Nuestros bisabuelos ya decoraban calabazas antes de saber lo que era Halloween”

Ahuyentar a las almas perdidas con calabazas decoradas o acompañar a las ánimas de vuelta al cementerio son tradiciones aragonesas que cada vez recuperan más municipios.

Las calabazas decoradas e iluminadas para Todos los Santos ya se hacían en Aragón siglos antes de que llegase Halloween.
Las calabazas decoradas e iluminadas para Todos los Santos ya se hacían en Aragón siglos antes de que llegase Halloween.
Kristina Urresti

La fiesta de Halloween llegó hace ya varias décadas a nuestro país desde Estados Unidos. Lo hizo con fuerza y para quedarse. Hollywood se encarga de ello alimentando esta celebración periódicamente con películas y series de televisión. Mientras, los niños y jóvenes aragoneses no escapan a su magnetismo y durante estas fechas proliferan las fiestas, concursos y desfiles de disfraces entorno a esta fecha.

Sin embargo, algo que no todo el mundo sabe es que nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos ya preparaban las calabazas propias de la decoración de estos días, con su boca dentada y su iluminación interior. Las ponían en las ventanas de sus casas en las mismas fechas que ahora, mientras el Halloween norteamericano era todavía un gran desconocido en nuestro país. 

“Recuerdo que mi hermana mayor nos ponía a mis hermanos pequeños y a mí a vaciar calabazas cuando llegaba Todos los Santos”, rememora Miguel Salinas, un vecino octogenario de la localidad zaragozana de Belchite. “No eran las calabazas redondas y naranjas que se ven ahora, sino las calabazas autóctonas que han crecido siempre en los huertos de Aragón, esas que son verdes y alargadas”, explica Salinas. 

“Les cortábamos la parte superior, las vaciábamos, les dábamos la vuelta y les hacíamos unos ojos y una boca que diese miedo”, enumera. “La noche del 1 de noviembre, poníamos una vela en el alféizar de la ventana o en una tapia de la casa y colocábamos la calabaza sobre ella, de modo que la vela quedase dentro y desde fuera se viese la cara terrorífica iluminada”, relata este agricultor jubilado.

Tradiciones con más de 2.000 años de historia

La suya no es una historia aislada. En la mayoría de los pueblos de Aragón se llevaban a cabo rituales similares la noche posterior a Todos los Santos, la llamada Noche de las Ánimas. Incluso Gustavo Adolfo Bécquer escribió alguna de sus leyendas ambientada en esa noche de muertos ya en el siglo XIX. Y es que lo de recordar a los difuntos entre los días 31 de octubre y 1 de noviembre se remonta siglos atrás y tiene su origen en la cultura celta que, además de en Europa, también llegó a gran parte de la Península Ibérica a partir del siglo X antes de Cristo.

El origen de la fiesta de Todos los Santos está en el comienzo del año celta, el 1 de noviembre”, explica Ángel Gari, historiador y miembro del Instituto Aragonés de Antropología. “El culto a los muertos celta, la fuerza de su creencia y sus celebraciones tuvieron tal difusión a lo largo de los siglos que la Iglesia Católica lo incluyó en el calendario religioso en el siglo XV”, continua Gari.

"El culto a los muertos celta tuvo tal difusión que la Iglesia Católica lo incluyó en el calendario religioso"

“Esas creencias sobre los muertos en esa fase precristiana pasaron desde Europa a América a través de los inmigrantes irlandeses. Allí, se incorporaron a la sociedad americana donde evolucionaron hasta que el tratamiento cinematográfico y televisivo pasó a tener un desarrollo comercial importante e impuso nuevas modas de la celebración que han llegado a Europa”, añade este experto que también es director del área de ciencias sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses.

De esta manera, la celebración nortemaericana ha perdido la esencia de esta festividad. Mientras que allí los niños se disfrazan de seres terroríficos y recorren las casas la noche del 31 de octubre pidiendo caramelos, en los pueblos de Aragón, la Noche de las Ánimas se celebraba el 1 de noviembre y el temor de lo que aguardaba en la oscuridad hacía que los vecinos no quisiesen salir de sus hogares

Piedratajada: nos vemos (o intuimos) en la Noche de las Ánimas

“En la noche de las ánimas, las almas de los difuntos que no han llegado a su destino y que permanecen en el cementerio pueden salir del campo santo y deambular libremente por las calles de los pueblos”, señala José Antonio Adell, escritor y experto en tradiciones. Por ese motivo, el objetivo último de esa noche era intentar alejar lo máximo posible a las almas perdidas para que pasasen de largo de las casas y encontrasen de nuevo su camino de vuelta al cementerio. 

"En la noche de las ánimas, las almas de los muertos que no han llegado a su destino pueden salir del cementerio y deambular por las calles"

“Se ponían las calabazas con las velas en las ventanas y se tocaban las campanas durante toda la noche para ahuyentar a los espíritus. La gente se reunía en torno al hogar donde contaban historias de muertos y comían frutos de temporada como nueces, membrillo o castañas”, continúa el escritor y profesor jubilado.

Cada vez más almetas y totones

“Estas tradiciones tuvieron lugar en la mayoría de los pueblos de Aragón durante generaciones, sin embargo, en el siglo XX fueron poco a poco desapareciendo debido a la despoblación del medio rural y a la globalización que primaba más lo que venía de fuera que las tradiciones propias del lugar”, asevera Adell. Esto llevó a una pérdida de raíces y tradiciones desde mediados del siglo XX que fueron el caldo de cultivo ideal para la llegada de otras nuevas, importadas, como el Halloween estadounidense.

Sin embargo, desde los años 80 se han ido recuperando en muchas localidades aragonesas. Una de ellas es el municipio altoaragonés de Radiquero. Hace 20 años se dieron cuenta de que algunas de las tradiciones de Halloween ya se hacían en su municipio y que venían de lejos, por lo que se propusieron recuperar la esencia de la celebración de la noche de las ánimas y ahondaron en otras tradiciones entorno a la muerte del Alto Aragón.

“La creencia popular dice que la noche del 1 al 2 de noviembre se levanta un velo entre el mundo de los vivos y de los muertos y que hay un paso entre uno y otro. Esa noche salen las almetas y totones, almas que vagan por las calles del pueblo portando velas. Si te las encuentras te van a ofrecer una, si la coges, entras a formar parte de esa comitiva”, explica Pablo Calahorra, miembro de la Asociación Cultural O Coronazo de Radiquero.

Cartel de la celebración de la 'Noche de las Ánimas 2023' en Radiquero (Huesca).
Cartel de la celebración de la 'Noche de las Ánimas 2023' en Radiquero (Huesca).
Asociación Cultural O Coronazo de Radiquero

Desde hace varios años, la asociación organiza ‘La noche de las ánimas’, una jornada que en esta ocasión tendrá lugar el sábado 28 de octubre, en la que difundir entre los visitantes las tradiciones populares de los pueblos de la zona en torno a la muerte. 

Entre las actividades destacan una comitiva que parte del municipio en la que los asistentes portan calabazas iluminadas para acompañar a las almetas y totones y guiarles hasta el cementerio "de donde no tenían que haber salido", apunta Calahorra. “Queremos dejar claro que, aunque tiene algún paralelismo, esto no es Halloween y la gente no debe de venir disfrazada”, insiste.

No es el único lugar que ha recuperado estas tradiciones. En localidades como Lupiñén, Villanúa, Biscarrués, Barbastro, Trasmoz, Piedratajada o Ambel también han ahondado en su historia para recuperar las procesiones nocturnas al cementerio, la decoración de calabazas o el toque de campanas por sus calles o desde la torre de la iglesia. “Con estas iniciativas no solo se recuperan las tradiciones perdidas, también sirve como motor de unión entre los vecinos, además de como reclamo turístico de la zona”, concluye José Antonio Adell.

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