La plataforma de Bon Àrea de Épila, tan grande como el casco histórico de Zaragoza

La inversión llega a su ecuador, con 200 de los 400 millones previstos, y a su centro logístico se unirá la primera planta industrial, la de frutos secos, a fin de año.

Primera línea de lavado de cajas que se pone en marcha en Bon Àrea.
Primera línea de lavado de cajas que se pone en marcha en Bon Àrea.
Oliver Duch

La urbanización de sus 180 hectáreas la equipara en tamaño al Casco Histórico de Zaragoza y su forma rectangular, de 3,5 kilómetros, es equiparable a la distancia entre la plaza de España y el Hospital Militar. Solo estos datos dan una idea del gigantesco complejo agroalimentario que la Corporación Guissona está levantando en Épila, cuyo entramado logístico empezó a funcionar hace un año para alimentar la expansión de Bon Àrea. En menos dos meses se pondrá en marcha su primera planta industrial, la de procesado de frutos secos, y entre finales de año y principios del que viene comenzarán las obras de la planta de fabricación de piensos para mascotas y la nave de tratamiento y envasado de leche, zumos, agua, vino y aceite.

Las equiparaciones son necesarias para poder explicar la descomunal obra acometida en los últimos tres años y medio, que llama la atención desde la autovía de Madrid (A-2). A estas alturas, se han invertido 200 de los 400 millones de euros previstos para completar la plataforma, en la que trabajan 80 personas, pero en la que llegarán a hacerlo 4.000. De lejos salta a la vista el centro logístico, que con sus 108.000 metros cuadrados es el segundo más grande de Aragón, solo superado por la Plataforma Europa en Plaza, desde la que Inditex suministra ropa de Zara Mujer a todo el mundo. Igualmente es apreciable el lavadero de cajas, de 29.000 m2, y las naves de frutos secos y de talleres, que suman otros 28.000 m2. Pese a sus dimensiones, representan una mínima parte del complejo, que contará con una treintena de instalaciones de producción cuando esté a pleno rendimiento.

El núcleo será el centro logístico mostrará su verdadero potencial a partir de la próxima primavera. La red de estanterías, de 150 metros de longitud y 32 alturas, ya se ha montado y su automatización permitirá una expedición rápida de los productos. Contará con tres almacenes sectorizados por tipo de producto: frescos, congelados y secos. Para afinar su funcionamiento sin riesgos, se empezará con los secos.

El presidente del grupo catalán, Jaume Alsina, ha ejercido de anfitrión con el presidente aragonés, Jorge Azcón, que ha recorrido por primera vez el complejo junto a sus consejeros de Fomento, Octavio López, y Agricultura y Ganadería, Ángel Samper. Además, han sido los primeros políticos, junto al alcalde de Épila, Jesús Bazán, en visitar las entrañas de la plataforma agroalimentaria.

Todos ellos, de cuclillas, intentaban atisbar desde la parte central de la galería subterránea el final de sus 3,5 kilómetros, a través de la cual viajarán por cintas transportadoras todos los productos ya elaborados hasta el centro logístico. Para hacerse de nuevo una idea, cabría con mucha holgura un camión. “Tiene diez metros de anchura y otros cuatro y medio de altura”, explica el consejero delegado Ramón Alsina.

De cuclillas, el presidente aragonés, Jorge Azcón, y los consejeros de Fomento, Octavio López, y Agricultura, Ángel Samper, reciben las explicaciones sobre la galería subterránea de 3,5 kilómetros de Bon Área de boca de su consejero delegado, Ramón Alsina.
De cuclillas, el presidente aragonés, Jorge Azcón, y los consejeros de Fomento, Octavio López, y Agricultura, Ángel Samper, reciben las explicaciones sobre la galería subterránea de 3,5 kilómetros de Bon Área de boca de su consejero delegado, Ramón Alsina.
Oliver Duch

Por ese túnel habrá un trasiego diario de millares de cajas plásticas rectangulares, la pieza fundamental de todo el engranaje de Bon Àrea. Todo lo que se produzca y almacene irá en esas cajas (blancas y rojas) y en esas mismas viajan los pedidos que ahora se preparan para surtir a un centenar de tiendas. Son solo una décima parte de las que se llegará a atender desde el complejo, que a principios del próximo año llegará a cubrir 250 comercios de la cadena.

Por todo ello, el papel del lavadero será crucial, como lo demuestra su capacidad, dimensionada para limpiar hasta 400.000 cajas al día y almacenar más de un millón, entre las sucias y las listas para su uso. Ahora solo se ha montado una de sus siete líneas y aun así es capaz de dejar impolutas 4.000 unidades a la hora, como ha comprobado la comitiva política. “Se irán montando conforme crezca la demanda”, apunta el director de ingeniería del grupo Guissona, Andreu Puig.

El grueso de la inversión hasta ahora ejecutada se ha destinado a la urbanización y a los servicios y la previsión es que siga creciendo anualmente, a razón de unos 30 millones, en función de las necesidades que marque la demanda comercial. La plantilla irá creciendo igualmente, pero no lo hará de forma exponencial hasta que se levanten los mataderos.

El presidente del grupo ha subrayado la importancia estratégica del complejo de Épila, cuyo desarrollo va "al día" para acometer la expansión. "Nos permitirá contar con más productos, más directos del campo y mejores calidades y precios", ha subrayado Jaume Alsina.

Por su parte, Jorge Azcón ha resaltado que Bon Àrea es ejemplo de que se pueden acometer "con éxito" proyectos de calado en el sector agroalimentario en Aragón. Y lo ha dicho tras reconocer que la inversión comenzó con el Gobierno de Javier Lambán y toca ahora seguir apoyándolo.

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