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Luis Arriaga, rector: "Los jóvenes de hoy también saben protestar, levantar la voz y ser críticos"

El jesuita rector de la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México ha participado recientemente en Zaragoza en la Fundación Seminario de Investigación para la Paz.

Luis Arriaga, rector de la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México.
Luis Arriaga, rector de la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México.
José Miguel Marco

Luis Arriaga (Tijuana, México, 1971) es presidente de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausajal) y rector de la Universidad Iberoamericana (Ibero) de la Ciudad de México. Licenciado en Derecho y en Ciencias Religiosas por la citada universidad jesuita ha visitado recientemente Zaragoza para participar en una de las conferencias de la Fundación Seminario de la Investigación para la Paz de Zaragoza.

Fue coordinador del área de derechos humanos del Centro de Derechos Indígenas, en Chiapas, y director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, entre 2006 y 2011. Ha sido Rector del ITESO, donde también fue docente al igual que en la Ibero, y ha impartido clases e investigado sobre derechos humanos en la Escuela de Derecho de la Universidad de Santa Clara, en la Universidad Loyola Marymount y en la Escuela de Derecho de la Universidad de Stanford.

En su conferencia en Zaragoza el pasado mes de septiembre habló de la construcción de paz y la defensa de promoción de derechos humanos desde la universidad. ¿Qué se puede hacer desde el mundo teórico?

Los jesuitas creemos que la educación es un poderoso instrumento de transformación social. En ese sentido, nuestra labor educativa que ya tiene varios siglos, se ha caracterizado por ser una educación que forma en valores y en fomentar un espíritu crítico en los estudiantes.

¿Falta espíritu crítico en este mundo en el que se busca la polarización?

Nuestra universidad fue fundada por la Compañía de Jesús hace 80 años y una de las cuestiones que veíamos como un reto es cómo utilizamos la tecnología para poner al ser humano y la creación en el centro de la discusión y creo que la búsqueda de la verdad tiene que ser la labor fundamental de la universidad. Como dice nuestro lema como universidad: ‘La verdad nos hará libres’. Esta es una tarea fundamental de la universidad, ir siempre detrás de la verdad, justicia, paz y reconciliación. Siempre tenemos que buscar un uso humanizador de la tecnología y las redes sociales, que nos ayude a construir un mundo mejor.

"Una tarea fundamental de la universidad es ir siempre detrás de la verdad, justicia, paz y reconciliación. Siempre tenemos que buscar un uso humanizador de la tecnología y las redes sociales, que nos ayude a construir un mundo mejor"

¿Cómo vive la situación que atraviesa su universidad, y otras privadas, en Nicaragua, cerradas por el presidente Daniel Ortega?

El 15 de agosto se incautaron todos los bienes inmuebles de la Universidad Centroamericana (UCA) y la razón que dieron es que la universidad era un centro de terrorismo y se le imputaba haber traicionado la confianza del pueblo y transgredido el orden constitucional. Desde luego que no hay ni un solo elemento que permita sustentar estas acusaciones sumamente graves, ni un juicio previo. El 19 de agosto se da una incautación de la residencia donde viven los jesuitas diciendo también que la propiedad pertenecía al Gobierno. El 23 de agosto se cancela la personalidad jurídica de la Compañía de Jesús en Nicaragua. La acusación es no haber cumplido con obligaciones como no haber reportado estados financieros.

¿Había pasado algo así en los últimos años?

No. Eso ocurrió en 1777 cuando los jesuitas fueron expulsados de la Nueva España y todos sus territorios. Ya hace varios siglos de eso y ahora se vuelve a dar en un contexto muy delicado.

¿Qué ha sido de los profesores y los alumnos?

Algunos siguen allí. La universidad tenía alrededor de 4.500 alumnos y estamos viendo cómo apoyarlos. Uno de los problemas que tienen los estudiantes es que no se les ha dado acceso a sus expedientes, para que ellos puedan acreditar que han cursado sus estudios. Tenían una oferta educativa muy amplia: ingenierías, derecho, arquitectura, relaciones internacionales...

"Si hay instituciones que han sido críticas contra regímenes democráticos siempre han sido las universidades"

¿Ha pasado a ser un centro público?

Sí. En su lugar instaló la Universidad Nacional Casimiro Sotelo, que fue precisamente un estudiante que luchó contra la dictadura, lo cual suena muy contradictorio porque esto ya se ha convertido en una dictadura muy autoritaria. Otras 26 universidades privadas han sido cerradas. Es la continuidad de una política de represión y persecución del régimen de Daniel Ortega.

¿Esta acción da idea de la importancia de la educación como arma política?

Si hay instituciones que han sido críticas contra regímenes democráticos siempre han sido las universidades de la Compañía de Jesús que se han caracterizado por ser una voz crítica, que alienta los derechos humanos. 

Usted nació en Tijuana, México, ¿cómo ve la situación de violencia crónica del país?

A nuestro país le aquejan problemáticas como la violencia, la inseguridad, la desigualdad, que está permeada en América Latina y que son problemas que se tendrán que atender a corto y medio plazo, más en una época donde ya empiezan las precampañas donde va a ser elegido en 2024 no solo el presidente de la República sino una serie de cargos públicos por todo el país. Esto tiene que ser parte de la agenda de los y las candidatas.

Si una persona nace en un entorno sin estos problemas, ¿es consciente de las dificultades que se atraviesan en otros lugares?

Sí, yo creo que eres consciente de las desigualdades y los contrastes que viven estas ciudades que son transnacionales, interculturales, que también tienen su riqueza, pero que pueden tener un impacto personal y te invitan a comprometerte. A mí me ayudó mucho la educación que recibí en la universidad, en Derecho y también en derechos humanos pues me hicieron ver estas realidades y a comprometerme con la justicia. 


"México es un país en el que hay una enorme riqueza en culturas y lenguas, que necesitan ser más valoradas y reconocidas, no solo por las leyes sino por las políticas públicas, por la falta de acceso a derechos básicos como salud, alimentación, educación o interculturalidad bilingüe"


"Muchos estudios arrojan como conclusión que las cárceles están llenas de pobres" ​

En su país ha trabajado en lugares donde la violencia está más presente por la acción del crimen organizado como Chiapas, donde fue coordinador del área de derechos humanos de la organización Centro de Derechos Indígenas. ¿Cómo fue esa experiencia?

Yo estudié derechos humanos y he trabajado en el terreno, desde ir a las cárceles mexicanas a acompañar a personas privadas de su libertad, que no se les brindó la oportunidad de tener una defensa adecuada, esa ha sido mi labor por muchos años. Hice lo que los jesuitas llamamos "magisterio" en Chiapas, donde tenemos una misión y he trabajado con comunidades indígenas tratando de empoderar los derechos de su cultura, su lengua y sus tradiciones recuperadas en leyes que tratan de reconocer sus derechos como pueblos indígenas. Es un país en el que hay una enorme riqueza en culturas y lenguas que necesitan ser más valoradas y reconocidas, no solo por las leyes sino por las políticas públicas, por la falta de acceso a derechos básicos como salud, alimentación, educación, interculturalidad bilingue. Empecé a colaborar en una ONG como laico y después ingresé en la Compañía de Jesús. 

¿Cómo ayudaba a las personas que estaban en la cárcel?

Muchos estudios arrojan como conclusión que las cárceles están llenas de pobres. Allí no habitan los delincuentes más graves sino las personas que no han tenido acceso a una defensa. Yo tuve un caso de una mujer que daba de comer a los migrantes que cruzaban México por una comunidad rural, Querétaro, paso desde los países de Centroamérica. Una tarde llegaron policías del Estado y se llevaron a los migrantes y a la señora. A ella le acusaron de delitos a la ley general de población, argumentando que resguardaba a migrantes. Nos enteramos del caso y lo asumimos en una ONG en la que colaboraba. La habían sentenciado por seis años y logramos su liberación. Tuvo un impacto en la Corte Suprema porque gracias a este caso se dijo que no era delito dar auxilio por razones humanitarias a los migrantes. Este caso visibiliza la discriminación por condición social, de género y otro tipo de discriminaciones que se dan en los sistemas de justicia y carcelarios.

Es licenciado en Derecho, ¿cómo llegó a ordenarse sacerdote?

Algo que me marcó fue que empecé a trabajar con personas que se estaban rehabilitando por drogas. Hice un servicio social en la universidad y eso me marcó. Yo trabajaba antes en un despacho corporativo como abogado, pero eso me impactó mucho y le veía mucho sentido.  

En una sociedad como la actual dominada por lo inmediato y las redes sociales, ¿los jóvenes tienen ese espíritu de querer comprometerse con una causa?

Yo creo que sí, a mí los jóvenes me han enseñado por ejemplo el cuidado de la creación y el medio ambiente. Es una preocupación central que tienen los jóvenes. Otro es un mayor compromiso con la diversidad, expresada en diversos tipos, sobre todo, en la igualdad entre hombres y mujeres, que es un compromiso real que quieren asumir los jóvenes. También en comprometerse con las personas más desfavorecidas de este mundo y que no necesariamente tiene que ser desde la visión de la religión y de la fe, sino desde sus mismas creencias. Se comprometen con grupos indígenas y migrantes, con los grupos que están en situación de exclusión o de vulnerabilidad. Creo que los jóvenes de hoy también saben protestar, levantar la voz y ser críticos. 

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