“Los dirigentes africanos solo piensan en enriquecerse y no les importa el bienestar de la población”

Alejandro Bescós Iglesias es un empresario zaragozano jubilado que ha vivido durante 45 años en África, donde creó una industria maderera en Gabón.

Alejandro Bescós Iglesias, junto a su colección de arte africano, en su casa de Movera.
Alejandro Bescós Iglesias, junto a su colección de arte africano, en su casa de Movera.
Francisco Jiménez

Ud. ha vivido la mitad de su vida en África: 7 años en Guinea Ecuatorial y casi 40 en Gabón, donde hace un mes se ha producido un golpe de estado. No es el único país con tensiones políticas de ese continente. Las hay también en Nigeria, Níger, Mali, Burkina Faso. ¿Cómo valora lo que está pasando?África es el continente más rico de la tierra pero los dirigentes de muchos de los países que lo integran no piensan en el bienestar de la población ni en la del conjunto de sus territorios. No les importa construir escuelas, ni carreteras, ni hospitales. Solamente piensan en ellos, en enriquecerse y controlar la madera, el petróleo, los diamantes, el oro y el manganeso de la zona. Mientras esos gobiernos persistan en esta actitud, África no puede progresar en la medida que podría hacerlo dada su gran riqueza.

¿Esa riqueza no repercute en los ciudadanos?En absoluto. La población no tiene de nada. Ni carreteras, ni médicos, ni escuelas. Solo hay corrupción y abusos de poder. Durante los años que pasé allí intenté cambiar algo la situación y construí escuelas en las comunidades con las que trabajábamos, a las que asistían 1.500 niños. También hospitales, una comisaría de policía e, incluso, una escuela de Ingeniería. El gobierno no me ayudó para nada en esta labor social, solo me dio las gracias y me lo reconoció con la más alta condecoración que pueden otorgar, la de Comendador del país. Sin embargo, si las instituciones de Gabón hiciesen lo mismo que hice yo en una pequeña comunidad, imagina dónde podría llegar el país.

¿La situación política de estos países ya era complicada cuando usted llegó a África, en 1961?Así es. El primer lugar al que llegué fue al Sáhara donde encontré empleo. Después me dieron la oportunidad de crecer profesionalmente en Guinea Ecuatorial y me trasladé allí, donde permanecí 5 años. Las revueltas violentas que hubo en 1968 hicieron que todos los trabajadores extranjeros tuviésemos que abandonar el país por miedo. De hecho, mis compañeros y yo lo hicimos en una lancha por la noche, temiendo por nuestras vidas y pensando que era mejor morir en el mar. Afortunadamente nos rescató un barco español cuando ya estábamos en alta mar.

Tras una experiencia así, a uno se le deben de quitar las ganas de volver. Sin embargo, usted lo hizo, y vivió allí 38 años más.Nada más llegar a España ya estaba pensando en regresar y unos meses después viajaba a Gabón. Pensé que la única manera de quitarme esa imagen tan negativa de África era volviendo. Y así fue. Gabón me abrió sus puertas. Allí empecé a trabajar muy duro. Hacía más de dos turnos al día para ahorrar. Cuando lo conseguí, traje a mi familia y creamos una industria maderera de la nada.

Imagino que los comienzos en Gabón fueron duros...Los primeros meses, mi mujer y yo no teníamos ni casa, dormíamos en el suelo debajo de los árboles y nuestra cama eran lechos de hojas. Fueron meses difíciles pero mi esposa, que falleció hace unos años, fue siempre mi gran apoyo. Fue una mujer capaz, extremadamente valiente y sin ningún tipo de miedo que se lanzó conmigo en esta aventura. Durante casi 40 años construimos, con la ayuda de mis dos hijos, Alejandro y Jesús -fallecido en un accidente de avión en 1998- una empresa maderera con 400 empleados.

Tras el fallecimiento de su hijo Jesús todo cambió…Eso nos destrozó y, sumado a una inestabilidad política emergente que ha llevado al actual golpe de estado en Gabón, decidimos dejar la empresa en 2006 y regresar a España.

Su otro hijo, Alejandro, ha trabajado con usted en Gabón gran parte de su vida.Siempre he estado con mi hijo Alejandro en África. Hemos trabajado juntos durante décadas en la empresa y él es el artífice de la gran colección de arte africano que tenemos, Es posible que sea la más grande de Europa. Tenemos miles de piezas perfectamente catalogadas. No solo de Gabón, también de Mali, Burkina Faso o Nigeria y nos gustaría mostrarlas algún día en una exposición.

Cuando echa la vista atrás, ¿qué es lo que recuerda del continente africano?Los mejores recuerdos los tengo de la gente del bosque, los llamados 'salvajes', que para mí nunca lo fueron. Solo personas a las que el gobierno no dotaba de ningún tipo de oportunidad. Fue en esos terrenos donde construimos los hospitales y las escuelas, además de dar un empleo a sus habitantes. Recuerdo la alegría de los niños al recibir su material escolar. Es algo que nada puede superar. Entre estos 'salvajes' fuimos felices y tuvimos su respeto, el de sus gentes, el más grande que se puede pedir en África.

¿Qué le espera a África en el futuro?Si no cambia la mentalidad de los dirigentes de estos países, no hay quien pueda diagnosticar lo que ocurrirá, pero puede pasar de todo. No auguro una solución a corto plazo porque para cambiar el modo de pensar y de hacer las cosas de sus mandatarios tendrían que pasar 100 años. Además, es complicado hacerlo sin violencia. Sería un milagro. Espero que con el paso del tiempo las cosas puedan cambiar. Hay que dejar que sea el tiempo el que marque el destino de estos territorios.

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