Heraldo del Campo

alimentación

Una guerra nada encarnizada

Un estudio elaborado por científicos del CITA analiza las preferencias del consumo de carne elaborada con ingredientes vegetales frente a la carne convencional.

El estudio ha sido llevado a cabo por los investigadores del CITA Azucena Gracia y Petjon Ballco.
El estudio ha sido llevado a cabo por los investigadores del CITA Azucena Gracia y Petjon Ballco.
CITA

Un estudio elaborado por científicos del CITA ha analizado las preferencias del consumo de carne elaborada con ingredientes vegetales frente a la carne convencional.

La presencia de "carne hibrida" o productos que llevan "mitad carne, mitad verduras" es todavía muy baja en el mercado local. Además, el bajo consumo de este tipo de alimentos la "carne hibrida" así como de la "carne en base a vegetales" se debe a que todavía no se ha logrado replicar completamente los aspectos sensoriales como el sabor y la textura, de la carne tradicional de origen animal, aunque se han llevado a cabo importantes avances.

Estas son las principales conclusiones del estudio ‘Guerra de Carne: Medición de las preferencias de los consumidores por alternativas híbridas que incluyen vegetales en comparación con las tradicionales elaboradas solo con carne en una población omnívora', que han llevado a cabo los investigadores del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) Azucena Gracia y Petjon Ballco.

Los investigadores vaticinan que "conforme aumente la presencia de estos productos híbridos en el mercado y se lleven a cabo campañas de comunicación de los mismos poniendo énfasis en sus mayores propiedades nutricionales como una mayor presencia de fibra o vitaminas, así como los aspectos sostenibles, por ejemplo, las verduras proceden de producciones locales), aumentará el consumo en el segmento de consumidores más preocupados por la salud y la sostenibilidad". Se espera, además, en una segunda etapa, que aumente el número de potenciales consumidores de estos productos.

El objetivo de este estudio, explican los dos investigadores, era averiguar las preferencias del consumidor por salchichas de Frankfurt denominadas ‘hibridas’ en Aragón. Es decir, aquellas salchichas que se producen con un 50% de carne de cerdo y el otro 50% a base de verduras como los garbanzos, las espinacas y las zanahorias.

Y es que una de las principales preocupaciones que ha motivado la elaboración de este estudio es que los niños y jóvenes "son los grupos más vulnerables que muestran un consumo bajo de verdura". Los investigadores señalan que este grupo se encuentra en una etapa crítica de formación de hábitos alimentarios y la falta de consumo de verduras durante esta etapa puede establecer patrones alimentarios poco saludables que persistirán en la edad adulta. "Las verduras son una fuente rica de vitaminas, minerales y antioxidantes esenciales para el crecimiento y desarrollo adecuado de los niños y adolescentes. La falta de estos nutrientes puede tener consecuencias negativas en su salud y bienestar aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares en la edad adulta", señalan Azucena Gracia y Petjon Blanco.

En general, los hallazgos preliminares sugieren que los consumidores aragoneses no están dispuestos a pagar más cuando las salchichas están hechas de alternativas de carne híbrida (mitad cerdo y mitad vegetales)». Sin embargo, las preferencias de los consumidores aumentan cuando las salchichas se venden en un paquete con un 80% menos de plástico en comparación con un paquete de plástico 100% de origen fósil.

En Francia

Azucena Gracia y Petjon Ballco presentaron este estudio en el XVII Congreso de la Asociación Europea de Economistas Agrarios. La cita, que reunió en Rennes (Francia) a más de 1.100 investigadores de todo el mundo, tuvo como objetivo fomentar el debate y el diálogo sobre políticas efectivas, estrategias innovadoras, prioridades de inversión y programas educativos orientados al futuro. "El tema ‘Conectar la ciencia y la sociedad’ implica que los economistas agrarios amplían los límites de la ciencia y la investigación para lograr un impacto sólido en la sociedad", apuntan los científicos.

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