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Maru Díaz: "Me iría a echar unas cañas y unas risas con Paco León o Carmen Machi"

Continuamos esta suerte de ‘First Dates’ con los candidatos a la presidencia de la DGA. Una cita rápida para conocer el lado más amable del aspirante con una única regla: no se puede hablar de política. Temas elevados se entremezclan con frivolidades en una breve charla de la que se pueden sacar algunas conclusiones. Hagan ‘match’ con quien más le seduzca.

Maru Díaz, en un momento de la entrevista.
Maru Díaz, en un momento de la entrevista.
José Miguel Marco

La candidata de Podemos cree que cada generación debería tener su 15-M y aguarda a los días 29, 30 y 31 de mayo para compensar a su hijo y pasar más tiempo con él.

Imagino que sus padres se llevarían las manos a la cabeza cuando anunció su salto a la política...

Mis padres no se asustaron con la política porque el susto ya se lo habían llevado unos años antes, cuando decidí estudiar Filosofía. Vengo de una familia de ciencias, con un padre teleco y muchos familiares físicos, por lo que optar por Filosofía casi fue una traición. Si el 15-M no hubiera saltado en mi vida, probablemente sería filósofa y me dedicaría a leer y escribir, que es lo que más me gusta en el mundo.

Dentro del ciclo 'No me hable de política', Christian Peribáñez se reúne con los candidatos a la presidencia de la DGA para conocer el lado más amable del aspirante con una única regla: no se puede hablar de política.

Pasados los años, ¿cómo recuerda aquellas acampadas en las plazas?

Fueron meses intensísimos. Yo era una idiota en el sentido griego del término, porque pensaba que la política no iba conmigo. Fue un despertar total. Yo no pude estar mucho en las tiendas de campaña, porque dormí una noche y cogí una neumonía de caballo. Pasé días varios días en el hospital y ahí vi cómo se transformaba todo y lo que quería hacer con mi vida.

Las nuevas generaciones ya ni sabrán que fue el 15-M...

Recuerdo que mis padres me hablaron mucho y tenían muy idealizado ese mayo del 68. Todas las generaciones se merecen tener un momento así, de conciencia, de despertar, de colectividad y de creer que te puedes echar a las espaldas lo que esté por venir.

Quizá los jóvenes estén hoy más pendientes de los algoritmos que de las plazas.

No soy nada crítica con las redes. Yo consumo ‘influencers’, veo vídeos de Youtube, sigo a gente en TitTok y en Instagram. Se trata de saber y de explicar que detrás de un ‘influencer’ debe haber esfuerzo y estudio: puedes ser ‘influencer’ de ciencia, de arquitectura, de pensamiento político... Tienes que ser un experto en algo, estudiar y prepararte mucho. Los que están solo por el físico, la moda o frivolizando constituyen el ‘Hola’ que teníamos hace veinte años. Creo que hay cierto prejuicio generacional en este tema.

¿Usted hace un uso político o personal de sus redes sociales?

Me comunico de forma directa y casi sin intermediación con la gente del otro lado. Comparto libros, música, series, pido que me recomienden cosas, que discutamos sobre el final de una película que está abierta a interpretaciones... La redes forman parte del ocio actual.

Pero hay mucho filtro y postureo, uno nunca acaba de ser uno mismo en Instagram.

En las redes y en todos los espacios hay cierto ejercicio de autocensura. Cada uno de nosotros somos muchas facetas y no nos comportamos igual con los padres que con tres cañas con los colegas. Hay que adecuarte al espacio de la representación que haces. Por defensa de la salud mental conviene también rebajar las expectativas de que uno está siempre feliz en las redes, tenemos derecho a ‘petar’ un día y ponerlo o normalizar que uno no puede estar siempre sonriendo.

Ahora que ha citado lo de tomar cañas... ¿Con quién se iría a tomar un vermú? En las encuestas siempre salen que si Pablo Motos, Rafa Nadal, Penélope Cruz...

Uhmmm... Quizá con Paco León. Hace mucho que no me río a gusto y, en estos momentos de tensión y seriedad de campaña, me apetecería encontrar a alguien con capacidad de hacer reír. Carmen Machi también estoy segura de que me haría reír a carcajada limpia.

Maru Díaz, entre almenas del palacio de la Aljafería.
Maru Díaz, entre almenas del palacio de la Aljafería.
José Miguel Marco

Habla de mucho trabajo en campaña, pero las vacaciones están a la vuelta de la esquina. ¿Qué planes tiene?

No lo sé. Lo más honesto es decirlo tal cual. Me lo preguntan mi madre y mi marido, pero sólo tengo claro que los días 29, 30 y 31 los voy a dedicar a mi hijo porque se lo merece, le estamos robando mucho tiempo y me apetece estar con él, sin teléfonos, e ir al parque, a comprar o a la piscina.

¿Dónde se refugia Maru Díaz cuando necesita dar al ‘pause’?

Yo intento escaparme a la playa y como el 90% de los aragoneses lo hago a Salou o La Pineda, los sitios más cercanos. El mar me ayuda a descansar, a relajarme y la playa es el sitio en el que mejor se lee. Cuando no se puede, me refugio en Tarazona. Para mí Zaragoza representa el trabajo y Tarazona es mi vida personal, mi familia y mis amigos. Ejercer de hija en casa de mis padres también rebaja mis niveles de estrés.

¿Se siente una privilegiada?

Desde muy chiquitina tenía preocupación por no pasar desapercibida, por hacer cosas importantes, por estar a la altura de los tiempos... Lo hablaba con mis amigas y me miraba cómo diciendo ‘esta chica no está bien’. Luego descubrí, con la Filosofía, que hay más gente que siente responsabilidad con el momento que se vive. Sí, soy privilegiada por hacer lo que me gusta y poder vivir un montón de cosas que, si tengo, contaré a mis nietos: el 15-M, los mítines multitudinarios, los gobiernos de coalición...

¿Quiénes han sido sus maestros? En la vida digo, ya sabe, no me hable de política...

Mis padres siempre han premiado que llegara a ser aquello que me proponía. Me he sentido siempre respaldada y acompañada del entorno cotidiano alrededor. He tenido muy buenos compañeros de carrera y grandes amigos de la residencia de estudiantes.

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