Cuatro generaciones tras la farmacia Las Raíces, en Cella, que hace honor a su nombre

Ignacio Gallego es hijo y nieto de farmacéuticos y su hijo también ha seguido la estela familiar.

De izquierda a derecha, Jorge e Ignacio Gallego y Juan Antonio.
De izquierda a derecha, Jorge e Ignacio Gallego y Juan Antonio.
Heraldo

Su abuelo compró la farmacia de Cella en los años 40 y después se la quedó su madre. Desde 2001 es él, Ignacio Gallego, quien está al frente de la farmacia Las Raíces, en la citada localidad turolense. El nombre no puede ser más acertado para un negocio que implica a cuatro generaciones. La cuarta es la que representa su hijo, Jorge, que está terminando sus estudios universitarios y ya hace prácticas en la farmacia.

Hace apenas unas semanas que la familia Gallego ha cambiado de local, a uno mucho más moderno y amplio, justo enfrente de donde estaba el anterior (calle Xilaos). “Ya no es una farmacia rural, sino una de ciudad. Voy a poner óptica y a ampliar servicios poco a poco, porque no se puede hacer todo de golpe”, explica Ignacio. Desde que tiene uso de razón recuerda atender a los clientes en la antigua farmacia, que estaba situada justo debajo de su casa. “A cualquier hora nos tocaban el timbre y había que bajar. Bajábamos cualquiera, mi madre, mi tía, yo… Ahora, la Administración lo ha hecho todo más técnico y ya no es algo tan familiar”, reflexiona.

"Mi despacho es el pueblo entero, en especial los bares, donde atiendo a todo el mundo. Mi casa y mi familia es el pueblo"

Pero para los vecinos de Cella Ignacio siempre será el boticario, esté detrás del mostrador de la farmacia o tomando un café. “Llevamos toda la vida en esto y no me puedo escapar de mil rol. Mi despacho es el pueblo entero, en especial los bares, donde atiendo a todo el mundo. Mi casa y mi familia es el pueblo”, asegura. Para el pueblo, Ignacio es una persona de confianza, además de todo un profesional y, todavía, cuando entran en la nueva farmacia, van directos al mostrador, pese a la multitud de productos que ahora están expuestos en su amplio local.

Actualmente, en la farmacia trabajan dos farmacéuticos, Ignacio y Juan Antonio, y Jorge, que por el momento es auxiliar, hasta que termine la carrera, este verano. La zona de salud a la que dan servicio incluye las localidades de Cella, Villarquemado y Gea de Albarracín, y también comparten guardias con todos los pueblos de la sierra. “Cuando empecé, hacía 317 guardias de 24 horas al año. Ahora, tenemos una semana de cada cuatro, que sigue siendo una rotación muy alta en comparación con una farmacia de ciudad”, explica Ignacio.

Las Raíces es la única farmacia del pueblo y muchos de los clientes son, además de los vecinos, turistas que veranean en la zona, sobre todo en la sierra de Albarracín. “Vienen porque prefieren llegar y aparcar en la puerta que entrar en Teruel y buscar una farmacia”, asegura Gallego. Al contrario que otros pueblos de los alrededores, Cella se mantiene más o menos estable en lo que a población se refiere gracias a varias fábricas asentadas allí, así como por su cercanía a Teruel capital. “Tenemos gimnasio, pabellón, piscina climatizada… Todo es muy accesible con la ventaja de que sigue siendo un pueblo y los niños van por la calle sin peligro”, comenta.

A sus 54 años, Ignacio todavía tiene mucha vida laboral por delante y, incluso cuando se jubile, sabe que él será farmacéutico para siempre. “Lo mío ya no es vocacional, es genética. Nací en una farmacia como mis padres y antes de ellos, mis abuelos. Llevo toda la vida en esto y no sabría hacer otra cosa”, asegura. El negocio familiar tampoco acabará con él porque su hijo, Jorge Gallego, ya está deseando tomar las riendas de la farmacia Las Raíces.

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