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La Posada de Cantavieja, cien años de historia viendo crecer el atractivo turístico del Maestrazgo

Javier Tena es el hijo de los segundos dueños de este establecimiento centenario. Su apertura fue en 1926 pero sus padres, Antonio y Teresa, lo cogieron en 1973.

Javier Tena es el dueño de los segundos dueños de La Posada, fundada en 1926.
Javier Tena es el dueño de los segundos dueños de La Posada, fundada en 1926.
Heraldo.es

Ya lo dice el cartel colgado de su fachada. La Posada de Cantavieja lleva abierta desde 1926, casi cien años en los que la vida ha cambiado mucho y el Maestrazgo, también. En este tiempo, por este alojamiento han pasado miles y miles de visitantes, que de un tiempo a esta parte son turistas de todo tipo. Y es que si de algo ha sido testigo este establecimiento es del crecimiento exponencial del turismo en esta zona de la provincia de Teruel.

Lo sabe de buena tinta Javier Tena. Es el hijo de Antonio y Teresa, los segundos dueños de La Posada. Cogieron el negocio en 1973, cuando Jerónimo e Hilaria, los fundadores, se jubilaron. Desde que Javier tiene uso de razón, se recuerda allí, y conforme se fue haciendo mayor, echaba una mano en lo que hiciera falta. “Después de la época franquista esto fue la bomba. Además de fonda del pueblo, era café-bar, donde se hacía el baile. También fue discoteca y siempre ha sido punto de parada de los autobuses de la línea de Teruel, Alcorisa y Morella”, relata. Su incorporación oficial al negocio familiar fue en 2001, cuando volvió al pueblo para quedarse. “Me fui a Teruel a estudiar un módulo de Salud Ambiental y trabajé en un laboratorio pero esto siempre tira”, asegura.

En estos más de 20 años que lleva al frente de La Posada ha visto cómo el turismo en la zona crece hasta estar ya rozando la masificación en algunos momentos del año. “En el nacimiento del río Pitarque, una excursión imprescindible, a veces hay que ir en fila india de tanta gente que va”, lamenta. Se confiesa apasionado de la montaña y reconoce que, entre el estrés por el volumen de trabajo que tiene y la cantidad de turistas que pasan por allí, ya apenas encuentra en el pueblo la tranquilidad que se espera de él. La parte positiva es que, afortunadamente, faena no le falta, y tiene empleadas a dos chicas que le ayudan en el día a día. Además, sus padres, ya jubilados, siguen estando presentes. 

La Posada está en una casona antigua, en el centro de Cantavieja, y todavía conserva el patio de entrada para carruajes y ganado.
La Posada está en una casona antigua, en el centro de Cantavieja, y todavía conserva el patio de entrada para carruajes y ganado.
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En La Posada, el visitante encuentra, además de un sitio donde dormir, un bar-restaurante donde comer de lunes a sábado. Para los huéspedes se ofrecen también desayunos y cenas todos los días. El edificio donde se encuentra es antiguo, aunque rehabilitado manteniendo la estética. A la entrada, un amplio patio empleado en tiempos para los carruajes y el ganado recibe al visitante, bajo un techo rústico de vigas de madera. En el primer piso se encuentra la cocina y el comedor y en la segunda están las habitaciones. Son nueve en total, entre dobles e individuales, y en temporada alta es difícil encontrar una libre.

Muchos de quienes se acercan a esta zona del Maestrazgo turolense lo hacen movidos por el senderismo, el cicloturismo y otras propuestas de naturaleza. Por Cantavieja pasan varias rutas, como la del Cid, la Silent Route, el sendero de Gran Recorrido GR8 o la Route Andalusie. “Es una ruta impulsada por Paul Benjamin, un holandés que hace 20 años fue en bicicleta desde Gerona hasta Málaga pasando por aquí. Desde entonces, funciona sin ningún tipo de promoción y el 99% de quienes la hacen viajan solos. Son holandeses y belgas, en su mayoría, y es un turismo sostenible y de muy buena calidad”, explica Javier. Estos turistas en bici encuentran en La Posada cama, ducha y un plato caliente para reponer fuerzas. La comida que se ofrece en el restaurante es tradicional y, siempre que se puede, se emplea producto de cercanía y de temporada. Por eso, en estas fechas, no falta algún plato con guarnición de setas recogidas por la propia familia Tena.

Además de estos turistas extranjeros, dentro del territorio nacional, la procedencia mayoritaria de los huéspedes es Cataluña, y también Comunidad Valenciana, Madrid y País Vasco. Son tanto familias como parejas de distintas edades y también es frecuente ver por allí almorzando a grupos de motoristas que salen juntos en ruta. El atractivo de esta zona ha crecido tanto que Javier no sabría decir una temporada de mayor afluencia. “Ya hay determinadas épocas del año que se empieza a colapsar todo. Septiembre y octubre son meses muy buenos, agosto un poco menos, pero también, al igual que la primavera”, explica. Además, reconoce llamarle la atención que en pleno mes de noviembre tenga turistas para comer cualquier día entre semana.

La Posada de Cantavieja
La Posada de Cantavieja
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Con tanto movimiento, a Javier le cuesta descansar y se resiste a cerrar su establecimiento algún día más de la semana, pero reconoce que lo necesita. De hecho, en este sentido, la pandemia le sirvió para frenar el ritmo, aunque fuera por obligación. “Sentimos que hay que dar servicio a todo el mundo y, como pasa gente todos los días, da igual que sea fin de semana o no, no es fácil cerrar”, asegura.  

Para alojarse en La Posada se puede reservar a través de las habituales aplicaciones de reservas o, directamente, llamando por teléfono, a la vieja usanza. “No estamos muy puestos en el tema de internet y las redes sociales y, de momento, no nos ha hecho falta”, asegura Javier. El ambiente y la decoración rústica todavía se mantienen en esta casona antigua pero las comodidades actuales no faltan. Todas las habitaciones tienen conexión a internet gratuita con wifi así como televisión plana y algunas cuentan con baño privado. Además, quienes lleguen hasta allí por las rutas cicloturistas, disponen de aparcamiento privado para bicicletas y también hay espacio para motos. En las inmediaciones hay parking público gratuito para coches. Para los amantes del esquí, otra excusa para visitar Cantavieja y La Posada: las pistas de Valdelinares están a solo 40 minutos.

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