Heraldo del Campo

Agricultura

Dos décadas a la espera de convertirse en regadío

La comunidad de regantes de Pina en constitución lleva desde 2003 pelando por acceder a ayudas que les permitan llevar el riego a 607 hectáreas de secano.

Vista parcial de las 607 hectáreas de secano que la comunidad de regantes de Pina en constitución quiere transformar en regadío.
Vista parcial de las 607 hectáreas de secano que la comunidad de regantes de Pina en constitución quiere transformar en regadío.
J. M. A.

Casi 20 años llevan algo más de 600 hectáreas de monte de las localidad zaragozana de Pina preparadas para recibir el riego que les permita albergar cultivos de mayor valor añadido que el cereal que producen ahora. Primero porque había otros proyectos en la zona, después por la crisis económica que provocó la burbuja inmobiliaria, más tarde por la pandemia de la covid y ahora por el nuevo Plan del Ebro, los 60 propietarios de esas tierras -entre los que se encuentra el Ayuntamiento de la localidad- viven a la espera desesperante de que se desatasquen los trámites administrativos que les permitan optar a las ayudas públicas con las que financiar el 50% de su iniciativa de concentración parcelaria y transformación de sus secanos en regadío, una inversión cercana a los 9 millones de euros.

Todo comenzó en 2003. Un grupo de agricultores elaboraron su proyecto al amparo del Plan Estratégico del Bajo Ebro Aragonés (Pebea), pero en esos momentos "se estaba realizando la concentración parcelaria de la huerta y la DGA nos dijo que no era políticamente correcto hacer dos obras igual en el mismo municipio", explica José Manuel Aznárez, presidente de la comunidad de regantes de Pina en constitución. Tuvieron entonces que esperar.

Cuando estaban preparados para volver a dar la batalla irrumpió la crisis económica de 2008 y la falta de recursos de la Administración impidió el avance de la iniciativa. Tuvieron que volver a esperar.

En 2014 recuperaron el proyecto, ahora con un nueva junta rectora en la comunidad de regantes y, dado que las circunstancias habían cambiado después de tanto tiempo, unos años más tarde se realizaron modificaciones en el proyecto original para ajustarlo a los costes y los bombeos. Así, aquellas primeras 1.500 hectáreas se redujeron a 607, de las que 153 son propiedad del Ayuntamiento, que, como explica Aznárez, "se convertirían en lotes de tierra para arrendarlos a jóvenes agricultores de la localidad, para impulsar el relevo generacional pero también fijar la población al territorio".

Pero, justo cuando iban a acceder a las ayudas les comunicaron que el procedimiento había caducado. "Eso no era así y tengo pruebas porque un proceso caduca cuando pasa más de un año sin que haya actividad por ambas partes y eso no había sucedido", señala Aznárez, que relata todo un calendario de fechas cuajado de reuniones, llamadas telefónicas y peticiones de entrevistas incluso al actual consejero de Agricultura.

"Podríamos haber recurrido pero no lo hicimos", señala y lo que consiguieron fue que la DGA reactivara de nuevo la iniciativa. "El proyecto de concentración está hecho, se formó una junta de calificación de tierras... y todo estaba terminado justo antes de que comenzara la pandemia", relata Aznárez. De nuevo hubo que volver a esperar, porque las restricciones impuestas por el avance de la covid ralentizó los perceptivos pasos administrativos.

Ahora el obstáculo está en un trámite. Llevan más de un año esperando la declaración de impacto ambiental que, a pesar de la prontitud anunciada por el Inaga se retrasa una y otra vez. "La única explicación que nos dan es que están colapsados y que hay otras prioridades", critica Aznárez, que asegura que la situación le parece "una tomadura de pelo" y que los agricultores afectados se sienten "muy agraviados".

Para rizar el rizo, la falta del informe de impacto ambiental les ha impedido obtener la concesión de agua y dado que no la tienen la última noticia recibida de la CHE es que están fuera del nuevo Plan de Cuenca (que incluye la transformación en regadío de 38.000 hectáreas) porque no han cumplido dicho trámite. "Es una pescadilla que se muerde la cola y ya estamos desquiciados", dice.

Un regadío sostenible

El presidente de la comunidad de regantes de Pina en constitución (en dicha situación precisamente porque no cuenta con la concesión de agua) lamenta las idas y venidas que está sufriendo este proyecto, al que califica de "supersostenible". Porque el agua se captará en la presa de Pina, detalla, y se llevará a pie de campo por gravedad. El bombeo se realizará con una estación fotovoltaica "con lo que el consumo de electricidad será nulo". Y como es riego por goteo, "el ahorro en el consumo de agua es increíble", añade.

Además, insiste Aznárez, esta iniciativa pretende generar riqueza en la zona, porque los nuevos regadíos se dedicarían al cultivo de leñosos (olivo, almendro o pistacho), pero también a hortícolas, como espárragos. "Lo único que tratamos es buscar alternativas para mejorar la rentabilidad de las explotaciones", puntualiza Aznárez.

"Sin la concesión de agua no se pueden solicitar las ayudas"

"Son muchos los regadíos de interés general en Aragón que son históricos e incluso llevan más de 25 años esperando su realización". Así lo reconocen desde la DGA cuando se les pregunta por el retraso que está sufriendo la iniciativa de Pina para transformar en regadío algo más de 600 hectáreas. Insisten, eso sí, en que no por ello han perdido importancia y mucho menos están olvidados por el Gobierno de Aragón e incluso comparten la "desilusión" que están sufriendo los agricultores de esta localidad zaragozana, que en 2003 presentaron su primer proyecto para concentrar sus tierras y llevarles el riego por goteo.

Desde el Departamento de Agricultura reconocen que este nuevo regadío no se ha incluido en la nueva planificación hidrológica en la que el Ministerio de Transición se ha mostrado "extremadamente estricta" para delimitar el número de hectáreas que en él se incluyen. Insisten en que desde la consejería se reclamó la inclusión de esta transformación de Pina como se reclamaron otros proyectos, pero había un problema: "Está en declaración ambiental", señala la DGA, aunque afirma que el Inaga "está a punto de remitir el informe". Y mientras eso no suceda no pueden solicitar la concesión de agua, "que además no es automática", por lo que todo apunta a que para acceder a las ayudas tendrán que esperar a 2027 aseguran desde la administración.

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