Hitos industriales
La celebración estos días de los 75 años de historia de la marca de electrodomésticos aragonesa Balay ha permitido conocer mejor la intrahistoria de lo que comenzó siendo un pequeño taller de fabricación de componentes radioeléctricos en el barrio de San José de Zaragoza para convertirse con el transcurso de los años en un fabricante de cocinas que finalmente se integró en el grupo alemán surgido de la ‘joint venture’ creada por Bosch y Siemens, BSH.
En el evento oficial del inicio de los ‘fastos’ por estos tres cuartos de siglo de andadura, en el edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, el director general de BSH Electrodomésticos España, Fernando Gil Bayona, tuvo palabras de reconocimiento al trabajo de su abuelo -Esteban Bayona, fundador de Balay- y de quienes con él se emplearon a fondo para sacar adelante un proyecto surgido en la España de la posguerra, años en los que "faltaba capital, pero sobraba compromiso", y en los que "primero se cumplían las obligaciones y luego se exigían derechos".
Al margen de la crítica velada a lo que puede estar ocurriendo hoy, Gil Bayona señaló que esa cultura de empresa fue determinante para que BSH decidiera en 1989, cuando compró Balay, mantener los equipos y la sede en Zaragoza, en contra de quienes pensaban que podía ser más interesante situar su filial española en Madrid, "a dos horas en avión desde Múnich".
Con el tiempo BSH España -desde 2015 solo propiedad de Bosch- se ha convertido en un puntal para el grupo alemán, entre otras cosas porque en sus instalaciones de Montañana ha situado su centro de desarrollo de placas de inducción que luego se venden en todo el mundo. Un auténtico hito industrial al que han contribuido las magníficas relaciones de la compañía con la Universidad de Zaragoza, posiblemente la mejor historia de éxito en lo que se refiere a las relaciones de esta casa de estudios con una empresa.
Fernando Gil destacó al final de su discurso en el Paraninfo la importancia de que BSH España siga mirando hacia adelante con los jóvenes de hoy -"una generación excepcional"-, receptores de los valores de la compañía basados en "esfuerzo, trabajo duro y compromiso con la sociedad".
En esos mismos términos se expresaron en septiembre de 2018 los directivos del grupo papelero aragonés Saica en la celebración, precisamente, de los 75 años de historia de la compañía. Una firma puesta en marcha en 1943 por miembros de las familias Balet, Aragüés y Rived, primero con un negocio textil en el que pronto se produjo también el papel de estraza, cuya resistencia le hace idóneo para productos de comercio y bolsas, si bien a la larga la actividad se centró solo en el papel.
El caso de Saica es el de una multinacional surgida en Zaragoza que mantiene aquí su sede central y algunas de sus principales fábricas y que no ha dejado de cumplir hitos industriales, uno tras otro. Entre ellos vale la pena reseñar el registrado hace unos años en el Reino Unido, con una fábrica de papel ubicada en Partington, cerca de Mánchester, y cuyo buen funcionamiento ha sido tan bien valorado en el país que Ramón Alejandro, presidente de Saica, acaba de ser nombrado por tal motivo Oficial Honorario de la Orden del Imperio Británico. El embajador del Reino Unido en España, Hugh Elliot, estuvo en Zaragoza la semana pasada para entregar a Alejandro una distinción que solo reciben personas que han realizado una labor destacada para el país o la sociedad británica. Saica inauguró en 2012 la factoría de Partington, en la que invirtió 320 millones de euros y que sigue siendo hoy la más moderna del país en su especialidad, y en 2021 puso en marcha ahí mismo otra instalación de recogida selectiva de papel y cartón con una inversión de 9 millones.
