José Antonio Palau Saralegui: "Es emocionante recordar el hotel abierto solo para sanitarios"
Oriundo de Pina de Ebro, es el alma máter del histórico Hotel Ilunion Romareda desde 1994.
Hace año y medio de un episodio que ha dejado para la historia al Hotel Ilunion Romareda en la lucha contra la covid.
Cuando estalló la pandemia, cuando todo era una terrible pesadilla en la que se paró la vida y nadie sabíamos realmente lo que ocurría y hacia dónde íbamos a ir, Ilunion dio un paso adelante y ofreció varios hoteles en España para uso del personal sanitario. Todo desinteresadamente. El de Zaragoza fue uno de ellos y aquí se vivieron dos meses inolvidables.
El Colegio de Médicos de Zaragoza acaba de reconocerle a usted su trabajo e iniciativa.
Estoy muy agradecido por todo. Pero sobre todo es motivo de orgullo como compañía. Somos 35.000 personas trabajando en Ilunion, en diferentes sectores. Tenemos el ADN de la ONCE, un vínculo con la sociedad indeleble. Nuestros hoteles son, de ordinario, centros especiales de empleo, más del 70% del personal tiene alguna discapacidad. Aquella iniciativa con los sanitarios en plena pandemia surgió por propia idiosincrasia de nuestra empresa.
Del 9 de abril al 2 de junio de 2020...
Vivirlo fue durísimo. Ahora, recordarlo en estos días de premios y reconocimientos, emociona mucho, arrasa los ojos. Todos los hoteles de España estaban cerrados. El Ilunion Romareda abrió para médicos, enfermeras, auxiliares, cualquier personal sanitario u hospitalario. Solucionamos problemas muy severos a mucha gente, también en otras ciudades.
Todo altruistamente.
Por supuesto. Hablamos con el Gobierno de Aragón, con la consejería de Sanidad. Cedimos todas nuestras instalaciones, 90 habitaciones, para que los sanitarios que convivieran con personas de riesgo de muerte pudieran aislarse aquí mientras durase el problema. Entonces, recuérdese, todo era desconocido, no se sabía cuánto iba a durar ni cómo íbamos a evolucionar todos en aquel mundo detenido. Fue una aventura.
Desde el primer día, el hotel Ilunion fue referencia hospitalaria.
Vinieron médicos a aislarse que dejaron en casa a sus padres ancianos con patologías cardiacas o cancerígenas. Enfermeras que dejaron en casa niños, sus hijos, con distintas afecciones que los ponían en peligro. Auxiliares, conductores de ambulancias que venían de Logroño... el hotel fue su casa durante un tiempo.
¿Cuánta gente se implicó en esta labor humanitaria diaria excepcional?
Estuvimos en torno a diez personas todos los días, durante 24 horas con distinta turnicidad. Mantenimiento, seguridad y, sobre todo, el personal de limpieza, fueron claves. Poníamos un saco (bolsa grande de hotel) en cada puerta para que los sanitarios, cuando vinieran de trabajar de los hospitales cada día, se quitasen la ropa y la depositaran individualmente para mandarla a lavar. Todo con máximo cuidado. Caminábamos por el hotel con las EPI (prote-cciones integrales) como los astronautas. Las calles estaban desiertas. El silencio de la ciudad daba pavor. Era de ciencia ficción. Hubo empresas que trajeron fruta, agua y bebidas, bombones...
¿Cuanta ocupación tuvo el hotel en ese periodo de máximo peligro e incidencia de la covid?
Pasaron centenares de personas, con distintos flujos de presencia en sus habitaciones. El pico de utilización estuvo en 32 habitaciones a la vez. Y, que viviese todo ese tiempo aquí, hubo una persona, un auxiliar, Fernando Gracia, que ya fue portada de HERALDO en su día. No podía volver a casa por problemas de salud de sus hijos.
El tiempo otorga a todas esas vivencias su debido valor.
Aquello fue terrible, lleno de miedos, desorientación. Tras aquellos dos meses me di cuenta de que habíamos formado una pequeña gran familia entre todos los implicados. Han nacido grandes amistades, vínculos personales para siempre. Lo que para Ilunion y para mí fue entonces un riesgo, hoy es motivo de profundo orgullo.
