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Los (mejores) guardianes de la biodiversidad
Peiró Ganadera, de la localidad zaragozana de Mara, se ha alzado con el premio que Oviaragón y UPRA conceden a la labor medioambiental que realiza el ganado extensivo.
Mucho se habla de la contribución medioambiental de la ganadería extensiva, pero no siempre se reconoce con hechos que ovejas, cabras, caballos y vacas, toda la ganadería extensiva en general, son parte de la solución para garantizar la diversidad biológica del planeta. Porque son estos animales los que, con sus dientes, sus estómagos, su lana, sus crines sus cuerpos… vehiculizan semillas a decenas de kilómetros, fertilizan el suelo, proporcionan materiales vitales para la supervivencia de aves, insectos, artrópodos y mamíferos que comparten su entorno. Y todo ello sin olvidar que esta actividad permite tener economía y sociedad en áreas que actualmente están asoladas por la despoblación y el abandono y que la permanencia del hombre en las mismas es estratégica para que su naturaleza (fuentes, sendas, bosques, fauna, lagos, ríos, etc.) esté disponible para toda la sociedad.
Lo saben bien los responsables de Oviaragón-Grupo Pastores y la Unión de Productores de Raza Rasa Aragonesa (UPRA) que, tras el parón de 2020, obligado por la pandemia, han vuelto a premiar (este año virtualmente), y como lo hacen desde hace 32 años, el buen hacer de los mejores guardianes de la biodiversidad.
Su primer premio se ha ido hasta la localidad zaragozana de Mara, en el valle del Perejil, a las faldas de la sierra de Vicort, en la comarca de Calatayud. En esa dura tierra es donde Javier y Carlos Peiró crían a sus 1.800 ovejas de la raza roya bilbilitana. Su abuelo ya era ganadero, aunque lo dejó. Su padre recuperó la tradición, pero fueron estos dos hermanos los que le dieron impulso al rebaño y lo hicieron con una raza autóctona en peligro de extinción. "La roya nos gusta porque es muy sufrida y se adapta muy bien a un terreno en el que el alimento escasea y en el que tienen que sufrir para comer", explica Javier Peiró, que, como su hermano, comenzó a acostumbrarse al duro trabajo que supone la ganadería extensiva cuando apenas contaba con 13 años.
Parideras centenarias
Estos ganaderos, que trabajan en selección con la Asociación de Criadores de Raza Roya Bilbilitana (Agrobi) desde 2010, producen Ternasco de Aragón desde 2019 y han creado dos puestos de trabajo (cuentan con dos pastores asalariados), han contribuido también a mantener y restaurar hasta 12 antiguas parideras de la zona. "Son parideras centenarias que se encuentran en sitios estratégicos, resguardadas del cierzo, en las pendientes y muy cerca del agua", explica Peiró, que reconoce que estas instalaciones les son de mucha utilidad para su trabajo en una zona en la que apenas quedan ganaderos de extensivo. Los Peiró, que además cultivan 200 hectáreas dedicadas a cereal y forraje, utilizan y mantienen balsas de abrevaderos (conocidos en la zona como navajos) y sus ovejas dan vida, aprovechan y fertilizan tierras de cultivo y montes de los ayuntamientos de Belmonte de Gracián, Sediles, Paracuellos de Jiloca, Velilla de Jiloca y Mara.
Junto con Peiró Ganadera, UPRA y Oviaragón reconocieron con un primer accésit a José Ángel Sanz Campo, de Javierrelatre (Huesca), cuyo ganado, de rasa aragonesa, transita en verano el puerto ansotano Alano y en invierno aprovecha los rastrojos, barbechos y redallo de Ardisa y Ayerbe. El segundo accésit viajó hasta la localidad turolense de Alacón, en las Cuencas Mineras, una dura tierra donde la familia Burillo Royo cría sus 600 ovejas de la raza ojnegra.
