Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Han aumentado las nevadas a más de 2.000 metros en el Pirineo aragonés?

Un estudio constata que, en los últimos veinte años, a más de 2.000 metros "ha habido un crecimiento de precipitaciones en forma de nieve durante el invierno" en el Pirineo catalán.

El refugio de Respomuso está a 2.200 metros de altitud
El refugio de Respomuso está a 2.200 metros de altitud
HA

"En los últimos veinte años, a más de 2.000 metros de altitud, en el Pirineo catalán, no ha disminuido la nieve, sino que ha habido un aumento de precipitaciones en forma de nieve durante el invierno". 

Esa es la principal conclusión del estudio 'Patrones espacio-temporales de la nieve en el Pirineo catalán', publicado en la revista 'International Journal of Climatology' y liderado por Josep Maria Bonsoms, geógrafo de la Universidad de Toulouse. Una tendencia que, aunque no se ha analizado en este estudio, probablemente también se replique en el Pirineo aragonés.

"Además de que no estamos hablando de un aumento muy significativo, el periodo temporal con el que se compara resulta determinante", asegura Josep Maria Bonsoms. "Esta tendencia creciente se observa, por ejemplo, tomando como referencia el año 2000. Pero también si se compara con las décadas de los años ochenta y noventa, puesto que fueron periodos muy secos. Y es que, en esas décadas, hubo una anomalía de fases anticiclónicas, es decir, de cielos despejados, en toda la península ibérica".

Esta relevancia que tiene el periodo con el que se compare, como recuerda Bonsoms, ya fue analizada por Juan Ignacio López Moreno, geógrafo e investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), un centro de investigación integrado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el estudio 'Tendencias a largo plazo (1958-2017) en la duración y profundidad de la capa de nieve en los Pirineos'. 

"Si comparas las precipitaciones actuales en forma de nieve en invierno en el conjunto de los Pirineos con las de 1960, se observa una tendencia a la baja. En cambio, si se compara con 1980, ha aumentado tanto a 1.500 metros como a 2.000 metros", anota el geógrafo de la Universidad de Toulouse. "Y es que este fenómeno está relacionado con la variabilidad en el régimen pluviométrico entre décadas de la cuenca mediterránea. Así, en función de la década que cojas se va a observar una tendencia u otra. Y es que cada diez años, aproximadamente, se dan fases más lluviosas o menos".

En estas altitudes, si hay precipitación, habrá nieve en invierno, pero su durabilidad será un factor clave

"Sin embargo, nuestro estudio no ha analizado esto, sino que lo que pretende es caracterizar climatológicamente la precipitación en forma de nieve en el Pirineo catalán, analizando por primera vez las estaciones situadas a más de 2.000 metros de altitud. Concretamente, hemos analizado la fase de acumulación de nieve, qué tendencia está siguiendo. Y el cambio es muy pequeño y estadísticamente no significativo", indica Bonsoms. "Eso sí, lo que ha quedado demostrado es que en estas altitudes estudiadas si tienes precipitación, vas a tener nieve en invierno. De diciembre a marzo, como ya concluyó López Moreno, más del 90% de la precipitación en forma de nieve se debe a la precipitación en sí misma. No depende de la temperatura porque en esas altitudes, la temperatura es suficientemente baja".

En verano, cuando se retiran las nieves, el glaciar del Aneto termina en este creciente ibón, hijo del deshielo.
Glaciar del Aneto
Javier San Román

“En la segunda parte del estudio analicemos la fase de fusión. Un resultado que quizás es previsible, ya que si está aumentando la temperatura, la nieve dura menos”, apunta Bonsoms. Y es que cabe recordar que en los últimos cincuenta años la temperatura en el Pirineo se ha incrementado 1,2 grados, lo que ha provocado, entre otras cosas, la reducción acelerada de los glaciares en la cordillera, puesto que ya apenas quedaban 210 hectáreas en 2020, un 13% menos que en 2016

"Al final, por factores naturales puede precipitar en forma de nieve más un año, lo que denota simplemente que hay una gran variabilidad interanual. Algo muy característico de la cara sur de los Pirineos. Sin embargo, la durabilidad de la nieve resulta muy relevante", señala el geógrafo de la Universidad de Toulouse. "No solo no puede quedar nieve para terminar la temporada de esquí, sino que hay que tener en cuenta que la nieve regula el régimen hídrico. Hay mucha interrelación, incluso para el aumento de temperaturas. Al final la nieve refleja la radiación, si no queda, la superficie es más oscura, por lo que puede contribuir a este aumento de las temperaturas".

Por todo ello, los investigadores que han formado parte de este estudio -que es el resultado del trabajo conjunto de técnicos e investigadores encabezados por el grupo de investigación Antarctic, Arctic and Alpine Environments (Antalp) de la Universidad de Barcelona, y que ha sido liderado por Bonsoms, pero en el que también han participado, además de López Moreno, Sergi González, de la Agencia Estatal de Meteorología; Marc Prohom y Pere Esteban, técnicos del Servicio Meteorológico de Cataluña y miembros del Grupo de Climatología del Departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona; Ferran Salvador-Franch y Marc Oliva, de la Universidad de Barcelona- instan a que "hay que seguir tomando datos y ampliar ese trabajo a sectores del Pirineo donde la disponibilidad de datos es escasa, para monitorizar mejor los efectos del calentamiento global en el paisaje de montaña y la repercusión que tiene en las actividades socioeconómicas que dependen de la nieve".

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