"Me consideraré un 'latin king' siempre. Eso sí, me arrepiento de cosas que he hecho"

César Andrade, King Malaba, y el antropólogo Carles Feixa son los autores de 'El rey. Diario de un latin king', un libro que han presentado esta semana en Zaragoza.

César Andrade, King Malaba, en Zaragoza.
César Andrade, King Malaba, en Zaragoza, este martes.
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Es un hombre de complexión fuerte y tez morena. Entre la gorra y la mascarilla se le adivina alguna que otra cicatriz y por el cuello de la sudadera se le asoman las cuentas de un rosario. Cuando se la quita se descubren varios tatuajes en los brazos que desvelan parte de la historia de César Andrade. Así lo llamaron sus padres en 1976, cuando nació en Portoviejo, una ciudad de la provincia ecuatoriana de Manabí. Precisamente, su lugar de origen da nombre a su otra identidad: King Manaba, quien fuera uno de los líderes de los 'latin kings'.

Creció en el seno de una familia humilde y recuerda los valores que le inculcaron sus padres, como el respeto a los demás. Con 20 años 'volvió a nacer', como lo define, e ingresó en la nación, así llaman a la organización. Su intención era ganarse "un respeto en las calles". "Ese era mi objetivo y lo logré. En todo el país me llegaron a respetar por mi forma de actuar", recuerda Andrade.

Revela que era uno de los líderes de la organización, lo que se conoce como "esforzador". En su caso era ministro de defensa, el protector de los miembros. Regresa a esos años y cuenta que no trabajaba, su día a día eran los 'latin kings'. "Me despertaba e iba a cumplir lo que el encargado me encomendaba. Por ejemplo, buscar a tal persona o preparar la seguridad de una reunión. También tenía que organizar los enfrentamientos, los ataques de guerra para enfrentarnos a otra agrupación…".

"Cuando vienes, ves otro mundo, ves que la vida ya no cuesta 100 dólares como vale allá, que era lo que te pagaban para quitarle la vida a otra persona"

En 2003 decide huir de esa vida y se instala en Madrid. "Cuando vienes, ves otro mundo, ves que la vida ya no cuesta 100 dólares como vale allá, que era lo que te pagaban para quitarle la vida a otra persona. Te encuentras con una sociedad diferente, con un país con oportunidades, entonces piensas darle vuelta al chip y olvidar el pasado". Aterrizó con una carta de sus oficiales mayores que avalaba que era un 'latin king', pero con la idea de dejar de ser King Malaba y volver a ser César Andrade.

-¿Sigue siendo 'latin king'?

-No estoy activo como antes, pero nunca dejaré de serlo. Yo me consideraré un 'latin king' siempre, hasta el día que me muera. No puedo dejar de serlo porque hice la promesa conmigo mismo y con los hermanitos -como se llaman entre los miembros- de que iba a estar aquí siempre para todo lo que fuera necesario. Lógicamente, solo si es para cosas buenas.

-¿Se arrepiente de algo?

-Eso sí, me arrepiento de cosas que he hecho. No me siento orgulloso, para nada. Me atormenta muchas veces, pero me pongo a pensar y veo que en ese tiempo eran las circunstancias, era lo que me rodeaba y no tenía otra opción. Por eso creo que Dios me perdonó un poco también.

Consiguió un empleo en el sector de las mudanzas, donde trabajó hasta que los hermanitos le pidieron ayuda. "Vinieron desde Barcelona para que los apoyase a sacar adelante la nación, a llevarla por un buen camino porque estaban teniendo muchos problemas. No es que cuando yo llegué se solucionaron, al contrario, aumentaron", confiesa. En la Ciudad Condal se encontró con unos 38 capítulos –como llaman a los subgrupos- de unas 30 personas cada uno. En una de las reuniones mensuales hubo una "macrorredada", relata. "Entonces dejamos de ser invisibles, así que decidimos ser visibles y demostrarle a la sociedad que no nos ocultamos y que hacíamos actividades deportivas y culturales". Ese fue el germen del libro 'El rey. Diario de un latin king', que ha escrito junto al antropólogo Carles Feixa y que esta semana han presentado en Zaragoza en unas jornadas organizadas por la Fundación para la Atención Integral del Menor (FAIM).

El antropólogo Carles Feixa, en su visita a Zaragoza este martes.
El antropólogo Carles Feixa, en su visita a Zaragoza este martes.
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César ha aprovechado su visita a la capital aragonesa para reunirse con algunos hermanitos. "El capítulo de Zaragoza fue el primero que se formó dentro de mi jurisdicción", manifiesta Andrade. Esa no ha sido su única vinculación con Aragón. Hace unos años aceptó ser mula: "Me lo pintaron muy fácil y caí en ese juego, a pesar de toda mi experiencia. Me pillaron en Canarias y me condenaron a cinco años".

Esa condena le llevó por varias prisiones del país: en el archipiélago estuvo durante un año en una celda de máxima seguridad, "les entiendo, era un líder pandillero". Pasó a la de Topas en Salamanca, después estuvo en una cárcel de Madrid y finalizó en Daroca. Relata que llegó con casi 20 hojas meritorias, pero también en un fichero de internos de especial seguimiento (FIES), "como los terroristas", ejemplifica. "Sin embargo, en la cárcel me dijeron que lo que les importaba era mi comportamiento de ahora", reproduce. "Los funcionarios me dieron el apoyo", reconoce y se lo agradece.

Ahora participa en una productora musical, en proyectos de ropa e imparte formaciones. "No voy a exigir a ningún joven lo que tiene que hacer, porque ese trabajo lo tienen que hacer sus padres, pero si un miembro de los 'latin kings' o de otro grupo me pide un consejo le voy a hacer entender que en la violencia no está la solución". Transmitir ese mensaje dice que es su "meta". "Mi misión es ayudar a jóvenes a que no cometan los mismos errores que yo. Si no lo quieren aceptar, tendrán que vivir su propia experiencia, aprender de los errores y ser conscientes de que van a terminar en prisión", agrega Andrade. César tiene un hijo de 21 años que está estudiando en la universidad, en Ecuador, con quien mantiene el contacto: "Él sabe que soy 'latin king', pero no me lo ha preguntado nunca".

- Si se enterase que su hijo es ‘latin king’ o se lo dijese él, ¿qué le aconsejaría?

- Es su decisión.

Sobre las bandas

'El rey. Diario de un latin king', la publicación de Carles Feixa –King Books, como le han apodado- y César Andrade, es el resumen de 15 años de entrevistas entre ambos. "Surgió de la preocupación de las llamadas bandas latinas, a raíz de unos enfrentamientos entre 'latin kings' y 'nietas' en Barcelona y Madrid que tuvieron como detonante el asesinato de un joven colombiano a la salida de un instituto", apunta Feixa. Fue entonces cuando el Ayuntamiento de la Ciudad Condal decidió profundizar en el asunto y recurrió a este profesor de antropología en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, quien ya había estudiado las bandas de Lérida en los 80 y de México en los 90.

A pesar de que el contexto fuera diferente, Feixa considera que los tres ejemplos están relacionados con procesos de emigración. "El cambio fundamental es que las bandas que había estudiado anteriormente eran locales, pero estas pandillas tenían una dimensión transnacional", señala el también coautor del libro. Feixa opina que este tipo de colectivos pueden ser "agentes de conflicto, pero también de mediación". Pone sobre la mesa una reflexión de los Mosos de Escuadra: "Reconocieron que el proceso de legalización –del que fue partícipe César Andrade- demostró que se habían reducido los enfrentamientos y la conflictividad a raíz de esa pacificación". 

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