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En busca de un mecenas para Inés Ripa y Sabina Andreu, dos virólogas aragonesas víctimas de la escasa inversión en ciencia

El laboratorio de Neurovirología que dirige José Antonio López Guerrero en la Universidad Autónoma de Madrid se ha quedado sin financiación para prorrogar sus contratos. Con ayuda de la UAM, acaban de poner en marcha un 'crowdfunding' que garantice la continuidad de estas dos jóvenes promesas.

Inés Ripa (Épila, 1996) y Sabina Andreu (1997, Huesca) trabajan como investigadoras predoctorales en Madrid, adonde se marcharon tras finalizar sus estudios de Biotecnología en la Universidad de Zaragoza.
Las investigadoras aragonesas Inés Ripa (Épila, 1996) y Sabina Andreu (Huesca, 1997) en el laboratorio de Neurovirología que dirige el investigador José Antonio López Guerrero, en la UAM.
HA

Las investigadoras aragonesas Inés Ripa (Épila, 1996) y Sabina Andreu (Huesca, 1997) son dos nuevas víctimas de la escasa inversión en ciencia que se realiza en España. Trabajan como investigadoras predoctorales en Madrid, adonde se marcharon para seguir formándose tras finalizar sus estudios de Biotecnología en la Universidad de Zaragoza. Pero ahora su futuro laboral pende de un hilo porque el laboratorio de Neurovirología en el que investigan diferentes enfermedades -entre ellas, la covid-19- se ha quedado sin mecenas a causa de la complicada situación económica que atraviesan muchas empresas como consecuencia de la pandemia. 

"Nosotros contábamos con financiación privada hasta hace unos meses. Pero con la crisis, nuestro patrocinador no pudo seguir ayudándonos, y de repente nos quedamos con los dos contratos de estas brillantes investigadoras en el aire", lamenta el profesor de la Universidad Autonóma de Madrid José Antonio López Guerrero, quien acaba de poner en marcha una iniciativa de 'crowdfunding' para captar fondos y garantizar la continuidad de estas dos jóvenes promesas.

El equipo que dirige este investigador necesita cerca de 120.000 euros para evitar que Inés y Sabina pierdan su trabajo, lo que implicaría también dejar de lado una parte importante de la investigación de coronavirus que están llevando a cabo. La zaragozana Inés Ripa lleva un año y medio estudiando la implicación del virus del herpes en efermedades neurodegenerativas como la esclerosis múltiple, mientras que su compañera oscense Sabina Andreu, que terminó el Máster de Microbiología el año pasado, se incorporó al equipo al comienzo de la pandemia para hacer su tesis sobre el coronavirus y los distintos viricidas empleados para combatirlo tanto en superficies como en el aire.  

Sin ellas  -recalcan sus responsables- el laboratorio perdería gran parte de su viabilidad porque ahora mismo el grupo lo componen estas dos investigadoras aragonesas y la directora científica Raquel Bello Morales. "Si se para el proyecto ahora nos quedaríamos mi colaboradora desde hace más de 20 años y yo, pero toda la productividad que estamos teniendo en los últimos años, de publicación de artículos en revistas internacionales, etc., todo eso se vendría abajo. También hemos construido un cuarto de cultivo de máxima seguridad para que Sabina investigue con coronavirus, hemos adquirido aparatos costosos de alta tecnología para optimizar la investigación… Si ahora mismo descapitalizáramos el laboratorio desde el punto de vista del personal, todo esto se vería muy comprometido", advierte Guerrero.

De izquierda a derecha, el investigador y director del grupo de Neurovirología, José Antonio López Guerrero, la directora de proyecto Raquel Bello Morales, y las investigadoras predoctorales aragonesesas Sabina Andreu e Inés Ripa.
De izquierda a derecha, el investigador y director del grupo de Neurovirología de la UAM, José Antonio López Guerrero, la directora científica Raquel Bello Morales, y las investigadoras aragonesesas Sabina Andreu e Inés Ripa, en el laboratorio del departamento de Biología Molecular.
UAM

Contratos precarios e incertidumbre laboral

En apenas dos semanas, gracias a la iniciativa de 'crowdfunding' (fuam.es/neurocovid/) puesta en marcha, han conseguido ya prorrogar los contratos de estas dos científicas aragonesas hasta finales de año, pero la inseguridad acerca de su futuro sigue latente, puesto que los doctorandos tienen una duración media de entre tres y cuatro años. 

"Nosotras confíamos bastante en el 'crowdfunding' y en que va a seguir para delante, pero vivimos con la incertidumbre de que si no se consigue el dinero para los contratos, la tesis se queda a medias, lo que significa que no podríamos convertirnos en doctoras y que todo el dinero y el tiempo invertido hasta la fecha sería como tirarlo a la basura", confiesa Inés Ripa, de 25 años. 

Sabina Andreu, de 23, se muestra también desanimada por la poca cultura de inversión en I+D que hay en España, y la precariedad y temporalidad de los contratos que encadenan la mayoría de los jóvenes investigadores. En su caso, reconoce que el sueldo que perciben -que ronda los 1.100 euros al mes- les da para "vivir" fuera de casa, pero teniendo que recurrir algunos meses al apoyo de sus familias. "Un doctorando en España no lo haces para ganar dinero, sino por vocación y porque nos gusta investigar, pero nos gustaría que las condiciones fuesen dignas, que se nos valorara un poquito más", defiende la pequeña de este tándem.

SOS para evitar la fuga de cerebros

Aunque forman parte de distintas promociones del Grado de Microbiología de la Universidad de Zaragoza, ambas se conocieron durante su etapa universitaria en la capital aragonesa, donde compartieron residencia. "Dio la causalidad de que las dos nos alojábamos en el Colegio Mayor Pedro Cerbuna. Yo soy de Huesca e Inés es de Épila. Con 18 años nos marchamos a Zaragoza a estudiar el Grado de Biotecnología, y después nos vinimos a Madrid cada una a hacer un máster", explica Sabina. Hace un año y medio sus trayectorias profesionales se volvieron a juntar en este laboratorio de Microbiología que dirige el epidemiólogo José Antonio López Guerrero, quien asegura que sería una "pena" dejar de contar con ellas o que se vieran obligadas a emigrar por falta de presupuesto. "Si hemos lanzado este llamamiento y esta ayuda es para intentar conseguir que no se nos marchen fuera de España, porque sería una verdadera lástima. Las dos están muy bien formadas, son buenas investigadoras, tanto experimentalmente como en la parte más intelectual de diseño de proyectos. Que sean las dos de Aragón ha sido casualidad, aunque hay muy buena cantera", reconoce López Guerrero.

Su esperanza y la de todo su grupo radica en que la buena aceptación que está teniendo este 'crowdfunding' les ayude a encontrar ahora un mecenas que garantice la permanencia en el equipo de estas dos aragonesas. "De momento estamos teniendo buena aceptación por parte de la sociedad. Nuestro reto ahora es encontrar, además del respaldo de todos esos micromecenas que tan generosamente están contribuyendo, a alguna empresa que quiera establecer algún tipo de colaboración con nosotros sostenida en el tiempo", concluye López Guerrero, quien insta a poner en valor estos proyectos y a beber en cierto modo del modelo anglosajón. 

"Aquí en España la financiación privada brilla por su ausiencia, representa menos del 30%, y dentro de esta financiación privada el micromecenazgo o 'crowdfunding' ocupa un bajo puesto. Tenemos la idea de que el 'crowdfunding' es mendigar dinero, cuando fuera de nuestro país es una de las vías principales de ingresos", subraya este investigador. 

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