Segunda Guerra Mundial

El reloj del prisionero 37.272

Todas las historias dejan huellas. En el que caso que nos atañe, esa huella es un reloj que sigue a la espera de que alguien lo recoja.

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Reloj y documentos sobre Cayo Pelegay, el prisionero 37272 del campo de Neuengamme
ITS

A muchas personas nos ocurre que, cuando nos hablan de cosas que sucedieron hace más de diez años, nos cuesta conectar. Quizás vemos una película sobre aquellos hechos que nos hace llorar o leemos una novela que nos ilustra y horroriza al mismo tiempo pero luego, al cerrar la tapa del libro o volver al menú de selección de películas, retornamos a nuestros quehaceres diarios y a nuestro mundo real en el que esas historias, pensamos, apenas nos afectan ya. Por suerte, todas las historias dejan huellas y en el caso que nos atañe, esa huella es un reloj.

A simple vista no tiene nada de especial. Un reloj de pulsera de los que todos hemos visto alguna vez. El típico de acero inoxidable y esfera cuadrada. Pero este en concreto perteneció a un aragonés al que se lo arrebataron hace 75 años. Era el 18 de julio de 1944 y en aquel momento a Cayo Pelegay Villoque, de 46 años y vecino de Boquiñeni, le quedaban siete meses de vida. Si es que a lo que le quedaba se le puede llamar así.

Cayo tuvo que desprenderse de ese reloj a las puertas del campo de concentración de Neuengamme en el mismo instante en el que le asignaban un número de matrícula para que, a vista de todos, dejara de ser el hijo de Miguel y Gregoria o el hermano de Maximino, Aniceto, Rosa y Marcial y su existencia quedara reducida a la del prisionero 37.272.

La huida a Francia

Catorce años antes de ese momento, su hermano Marcial, siete años mayor que él, fundaba en Boquiñeni una sección de la UGT y era elegido alcalde socialista del pueblo. A raíz de aquello, Cayo, que por aquel entonces seguía viviendo con su madre, se inscribe como militante. Todo esto, según ha podido averiguar ahora un descendiente suyo: Santiago Gimeno, bisnieto de su hermano Aniceto.

Esa militancia llevó a Aniceto y a Marcial a ser fusilados el mismo año en el que estalló en España la Guerra Civil. Pero Cayo logró huir y lo siguiente que se sabe de él es que, al acabar la guerra, trabajaba para una familia francesa y enviaba cartas de vez en cuando a su cuñada, la viuda de Marcial. "Un día dejaron de recibir cartas y, aunque preguntaron a la familia francesa qué había sucedido con él, no obtuvieron respuesta", cuenta ahora su descendiente.

El reencuentro

Santiago, periodista afincado en Madrid, reconoce que nunca había oído hablar de Cayo. Ni en su familia ni en su pueblo. Pero la vida está llena de casualidades y un día acabó en un acto sobre deportados españoles a campos nazis y cayó en sus manos un ejemplar del 'Libro Memorial' de Bermejo y Checa. Buscó por curiosidad Boquiñeni, el pueblo de su familia, y encontró su segundo apellido. Así fue como se inició una búsqueda que nos ha llevado hasta un reloj que sigue en Alemania a la espera de que alguien vaya a recogerlo. Y Santiago lo hará: este verano realizará un viaje por los lugares por los que pasó su antepasado desde que se le perdió la pista en Francia.

Da campo en campo

"Cayo fue detenido en la localidad de Flesselles el 25 de junio de 1944 por su condición de 'refractario' al negarse a realizar el Servicio de Trabajo Obligatorio implantado por el régimen nazi durante su ocupación de Francia (...) En ese pueblo existen dos monumentos, uno a los deportados y otro a los muertos en deportación, en los que figura el nombre de Cayo", cuenta ahora Santiago, quien ha podido completar la historia de su familiar gracias a las indagaciones de Juan Manuel Calvo, miembro de la junta de la Amical de Mauthausen y especialista en deportados aragoneses.

Cayo fue encarcelado en la ciudadela de Amiens y después trasladado a un campo en Compiègne. El 15 de julio de 1944 fue metido en un convoy y deportado a Alemania. Ese convoy iba cargado con 1.522 personas, veinte de ellas españolas. El 18 de julio llegaba al campo de Neuengamme y allí le era arrebatado su reloj.

Ya convertido en el prisionero 37.272, Cayo fue enviado a un subcampo dependiente del de Neuengamme en el que los presos eran forzados a trabajar en la construcción de un búnker para submarinos. El acta de defunción fija su fallecimiento por "insuficiencia cardíaca como consecuencia de una infección en el flemón" el 15 de febrero de 1945. Habían pasado siete meses desde que fue trasladado a Alemania. No llegó a cumplir los 47 años.

La devolución de objetos

Mientras indagaba en toda esta historia, Santiago se enteró de la existencia del Servicio Internacional de Rastreo (ITS por sus siglas en inglés), ubicado en la ciudad alemana de Bad Arolsen. Este centro tiene como objetivo documentar la persecución del Nacional Socialismo y además está inmerso en una laboriosa tarea: devolver a sus descendientes las pertenencias robadas a 3.363 presos políticos deportados que fueron prisioneros del campo de Neuengamme y de los que se conservan 5.000 objetos personales y documentos.

En el listado del ITS figuran 68 españoles y, al menos, cuatro aragoneses. Podrían ser más porque en algunos casos no figura la localidad de origen. Cayo, por ejemplo, ni siquiera aparecía como español. De él, este centro alemán conserva tan solo su reloj. Santiago Gimeno está dispuesto a recuperarlo pero no quiere que se lo envíen. Este verano iniciará un viaje tras la memoria de Cayo que tendrá Bad Arolsen como última parada. Allí, se reencontrará con la última pieza del rompecabezas que ha supuesto para él el ir desentrañando la historia de su antepasado.

Otros aragoneses, otros relojes

De Antonio Castán Bun, vecino de Broto y prisionero del campo del Neuengamen número 31.036, el ITS tenía un reloj de bolsillo que fue devuelto a su familia el pasado mes de enero.

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Reloj de bolsillo de Antonio Castán Bun, prisionero 31036
ITS

José Gimeno Gauchola, de Torre del Compte y prisionero 31.153, tenía también un reloj de pulsera y un anillo de sello con sus iniciales. Ambos objetos fueron devueltos a sus familiares en agosto de 2013.

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Anillo de sello de José Gimeno, prisionero 31153
ITS

De Adolfo Sánchez, de Lupiñén y prisionero 30.350, guardaban una alianza que hicieron llegar a su familia el pasado mes de diciembre.

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Alianza de Adolfo Sánchez, prisionero 30350
ITS

De Francisco Castells Encontra, de Sariñena y prisionero 37.217, el ITS todavía conserva un reloj de bolsillo marca Omega que sigue a la espera de volver a donde pertenece.

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Reloj de bolsillo de Francisco Castells Encontra, prisionero 37217
ITS

Mientras tanto, descendientes de desaparecidos en circunstancias similares a las de Cayo siguen intentando averiguar qué fue de sus familiares. En este caso, Santiago Gimeno se yergue como portavoz y denuncia la "falta de políticas públicas de memoria que realmente sirvan para corregir lo que sucedió".

"Al final -dice-, la historia de estos objetos es una excusa para recordar la verdad, y seguir pidiendo reparación y justicia. Las leyes (estatal y autonómica) todavía no han conseguido cumplir con los estándares internacionales de derechos humanos sobre estos temas. Y los partidos políticos no con capaces de llegar a acuerdos sobre algo que no solo tiene que ver con el pasado, sino también con el presente y el futuro democrático del país".

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