Naturaleza

La procesionaria hace suyos los parques naturales de Aragón

A falta de tratamiento y con el calor como aliado, los daños en las masas forestales de espacios protegidos alcanzan año tras año máximos históricos.

Son conocidas como procesionarias y puede ser muy peligrosas para la saluda

La estampa es digna de ver, aunque es verdad que casi es mejor perdérsela. En el mes de febrero la oruga de la procesionaria ya suele estar presente en la gran mayoría de los pinares de Aragón pero además en los últimos años, con las atípicas temperaturas primaverales que se adueñan tan pronto del invierno, llegan al suelo mayores cantidades de este temido insecto porque no sufre apenas bajas a causa del frío, su gran regulador natural.

Según explican desde la Dirección General de Gestión Forestal del Gobierno de Aragón, en los alrededores de las ciudades es responsabilidad de los ayuntamientos emprender acciones puntuales para evitar afecciones tanto a los vecinos como a otros animales. El Departamento de Desarrollo Rural emite mes a mes un boletín de avisos fitosanitarios forestales en el que, además de hacer un seguimiento de la plaga, se informa de los tratamientos que podrían llevar a cabo los municipios afectados. Ahora que el insecto está en fase de oruga, por ejemplo, recomiendan la colocación de anillos alrededor del tronco de los pinos para atraparlas en el descenso y evitar que lleguen al suelo.

Sin tratamiento en las grandes masas forestales

Sin embargo, en las grandes masas forestales y los parques naturales, poco se puede hacer ya. Hasta hace diez años el control de la procesionaria se realizaba mediante tratamientos masivos aéreos. El Gobierno de Aragón contrataba a una empresa que fumigaba los bosques desde el aire con avionetas. Esto Europa lo prohibió y como el resto de tratamientos resulta "inasumible" tanto económica como técnicamente para la Comunidad, a día de hoy, tal y como expone Ángel Berzosa, el director general de Gestión Forestal "no podemos hacer otra cosa más que seguir, informar y dejar que culmine el ciclo natural de esta plaga".

El ciclo suele durar entre cinco y seis años. Durante los primeros, la plaga se hace fuerte y va invadiendo los pinos. Se alimenta de las acículas de los brotes y va defoliando los árboles, dejándolos cada vez con menos hojas. Llega un momento, al cabo de los años, en el que a los pinos de la zona le quedan tan pocos brotes, que la procesionaria se queda sin alimento y la plaga se reduce o desaparece.Si no hay otros factores externos que acentúen los daños (como la sequía, otras plagas como el muérdago, etc.) , el pino no muere y con el paso de los años va recuperando su esplendor... hasta que vuelve a aparecer el animal.

"No podemos hacer otra cosa más que informar y dejar que la plaga culmine su curso natural"

Máximos históricos

A falta de tratamiento y con el cambio climático como aliado, en los últimos años los daños causados por la procesionaria en las masas forestales han alcanzado máximos históricos en muchos puntos de Aragón, incluidos los espacios naturales protegidos. Es el caso del parque natural de la Sierra de Guara. Allí, el insecto lleva tres años cebándose sin compasión con las poblaciones de pino. Y especialmente en las inmediaciones del término municipal de Loporzano. Según queda reflejado en los informes anuales de la Red de evaluación fitosanitaria de las masas forestales de los espacios naturales protegidos de Aragón, la procesionaria está presente en la mayor parte del territorio del parque natural, pero se ensaña en mayor medida en los pinares de los puntos de Loporzano y de Aínsa-Sobrarbe.

Los senderistas que estén saliendo a pasear estos días por el entorno del embalse de Vadiello lo habrán podido ver sin duda: cientos de hileras de procesionarias que cortan con parsimonia los caminos y senderos con el fin de encontrar un lugar apropiado en el que enterrarse. Procesiones que parecen inofensivas pero que causan estragos incluso desde la distancia: sarpullidos y picores en brazos y piernas sin necesidad siquiera de tocarlas, pues expulsan sus pelillos urticantes al aire. Basta con pasear por las proximidades para que causen los trastornos alérgicos en personas y animales.

"Los tratamientos permitidos resultan inasumibles técnica y económicamente"

El de la Sierra de Guara es el parque natural más afectado de Aragón por la procesionaria, pero la plaga también se ha estado divirtiendo estos años con los pinares de los alrededores de Teruel y la Ibércia Zaragozana. Solo el año pasado se vieron totalmente afectadas por la procesionaria 455.000 hectáreas de bosque en Aragón. 232.000 en la provincia de Teruel, 117.000 en la de Zaragoza y 115.000 en la de Huesca. Desde la Dirección General de Gestión Forestal, Berzosa avanza que, según los indicios de este año, la plaga empieza a remitir. Aún así su presencia es todavía muy considerable de modo que el Ejecutivo autonómico está haciendo labores de sensibilización, entregando información en los puntos con mayor incidencia y colocando carteles en los de mayor afluencia de público.

El principal consejo es el más evidente: evitar todo contacto con las orugas entre febrero y abril, cuando salen las hileras. y procurar no transitar por las zonas de pinares afectadas. En el caso de animales domésticos, mantenerlos controlados. Si se padecen afecciones relevantes, acudir a un médico o llevar al animal al veterinario.

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