Tabuenca: el 'sí, se puede' aplicado al apetito más voraz

Tabuenca celebra cada final de invierno el día de los pasteles de los santos y organiza en verano la ya famosa albondigada; dos retos mayúsculos para los estómagos de residentes y visitantes.

Una vecina se asoma a la calle desde el portal, en el centro de Tabuenca.
Una vecina se asoma a la calle desde el portal, en el centro de Tabuenca.
Laura Uranga

Hace exactamente una semana, Tabuenca se puso de color pastel. No se trata de art decó floridiano; el pastel de marras es dorado, contundente y se ha convertido en seña de identidad para un municipio consagrado a la vid y el almendro, que toma el pulso a su actualidad agrícola a través de la cooperativa de vino y aceite que tiene entre sus miembros a casi todo el pueblo. Tabuenca tiene marcado el calendario de festividades gastronómicas con dos muescas excepcionales, separadas por un semestre; el día pastelero y, en pleno verano, la albondigada, famosa en todo Aragón.

Ana Isabel Andía es de la vecina localidad de Fuendejalón, y trabaja en el despacho panero de Tabuenca desde julio, dependiente de la panadería El Rocío de Borja. El local que ocupa ese despacho está alquilado a la cooperativa, y tiene máquina de cafés para los que quieren tomarlo fuera de casa por las mañanas;el bar Tapia, único que resiste en el pueblo, abre a las 13.00. "Antes llevaba el reparto de pan una señora de Ainzón, pero tuvo que dejarlo por motivos personales y entré yo. En estos días, el pastel nos ha tenido muy ocupados:es lo único que aún se hornea aquí, lo hacen los hermanos Óscar y Reyes Serrano".

Tabuenca: mimar y retar al paladar es cuestión de gusto

Ana Isabel explica la naturaleza del manjar. "Se hace con masa escaldada, medio kilo en la culera y unos 400 gramos en la tapa. Dentro lleva chorizo, huevo duro en el centro, longaniza, costilla y lomo tapando el huevo. También se hacen otros dobladillos rellenos de chocolate. Hay quien lo hace en casa, pero es más típico cogerlo aquí;recibimos muchos encargos de gente que vive fuera y viene este fin de semana a la romería a la ermita de San Miguel y los Santos".

Los pasteles se personalizan con las iniciales familiares cuando se encargan. El día de los pasteles también se bebe en bota con unos cantos llamados lendrinas como guía; se obliga a quienes beben a seguir con la bota alzada mientras se canta la canción.

Tabuenca es un pueblo acogedor. Uno que está asentado en el pueblo después de trece años es Ernesto López, el alguacil. Vive aquí con Rita, su esposa, hija del pueblo y ceramista de profesión; tienen un niño, Jesús. Ernesto fue fotógrafo de varios medios en Zaragoza, especializado en deportes, y junto su pareja llevó el bar Tierra de Nadie. "El campo nos tiraba; de hecho, hacíamos aquí por pura afición carreras de perros de tiro. Finalmente, nos decidimos a venir en 2005, un poco cansados de la vida nocturna en Zaragoza. Aquí no tenemos grandes ingresos, pero tampoco necesitamos mucho para vivir a gusto. Fue una buena idea".

Al habla con la alcaldesa

Ángeles Lanzán lleva veintitrés años en la alcaldía. Tuvo una cantera de piedra, al igual que otros tabuenquinos, pero ese negocio ya no existe. El pueblo tiene bar –lo lleva Josefa Tapia y es sede además de una activa peña zaragocista, que preside Diego Perales–, pescadería y verdulería, las bodegas, herrero y farmacéutico. También residen en Tabuenca tres albañiles contratistas.

"Llevo toda la vida aquí, excepto un tiempo breve en el que me fui a Zaragoza a aprender;luego volví aquí a desaprender, y hasta hoy. No sé lo que pasará en el futuro, ha sido un año movido; mi padre murió en octubre, me casé… mis circunstancias han cambiado. Si no sigo habría que encontrar a alguien que tirara del carro; estoy orgullosa porque me he centrado en tener un pueblo tranquilo y conseguir que los vecinos estuvieran bien atendidos".

La lluvia de albóndigas

El hermano de Ángeles, Lucio Lanzán, es hostelero en Zaragoza; tiene la taberna El Broquel en el Gancho, especialista en vinos carnes de todo el mundo, desde los mejores caldos chilenos a tapas de cocodrilo. "De él surge lo de la albondigada. Lo hacían en su peña a mediados de los ochenta, al grito de ‘a ver quién puede comer más’. Un día vino y me dijo que sería curioso recuperar aquello. Nos metimos al lío y ya llevamos unas doce ediciones; el año pasado innovamos con una cata infantil de vinos sin alcohol, que fue todo un éxito", recuerda su hermana, que recuerda que hay otra embajada culinaria de Tabuenca en Zaragoza, La Pata Negra, con Rubén Sanjuán y Mariángel Cuartero al frente.

Lucio recibió en 2017 la Albóndiga de Oro; es el segundo tabuenquino en recibirla tras el humorista y maestro de ceremonias Agustín Martín. Nuevas tradiciones que se unen a las añejas, como la subasta de hachas y estandartes en los porches del Ayuntamiento para la fiesta de la patrona, la Virgen del Niño Perdido; se gana llevar esas enseñas todo el año cuando se sale en romería.

Bodegas de garnacha: Palmeri Sicilia y Mareca

En una zona vinícola por antonomasia, la entrega de las familias Aznar Mareca y Cuartero Cuartero marca la pauta. Bodegas Mareca comenzó sus operaciones en 1998; el abuelo de David, Rafael y Eduardo Cuartero ya hacía vino en 1945, pero la nueva vida del negocio comenzó en 2012 con Palmeri Sicilia, el empuje de sus nietos y del suizo Ulrich Breitschmid, socio capitalista que David –enólogo formado en Madrid y Cariñena, con experiencia en medio mundo– conoció en Sicilia mientras trabajaba en la elaboración de vinos. "Él buscaba un sitio apropiado hacer vino en España y contaba con los fondos; nosotros teníamos los terrenos, la infraestructura y el saber hacer. Aunque no hablábamos casi el idioma del otro, nos entendimos. De hecho, solamente nos pidió cuentas el primer año en que tuvimos vino, en 2015; hacemos tinto, crianza, y con garnacha. Luego se ha fiado por completo, y nosotros cumplimos. Mueve casi la mitad de la producción en Suiza".

LOS IMPRESCINDIBLES

Casa Consistorial

Restaurada a fondo en 1985, su fachada muestra una triple arquería muy vistosa, en la que se dobla progresivamente el número de los vanos. Los arcos rebajados de la planta baja dan acceso al antiguo espacio de lonja.

Ermita de San Miguel

Esta edificación, a un kilómetro del pueblo y dedicada igualmente a los Santos, albergó hasta la década de los ochenta el retablo de San Miguel que hoy reposa en la parroquia de San Juan Bautista, tras su restauración.

Arquitecto en el área

Miguel Ángel Vela es un joven profesional del ramo que ha decidido llevar adelante su actividad desde su pueblo. Actualmente está arreglando una casa para convertirla en su estudio, y trabajar desde allí gracias a internet.

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