Sigamos la corriente

La innovación es una corriente que ha hecho saltar la chispa en las aulas de todo Aragón.

Hasta hace dos años y medio, la innovación consistía en experiencias aisladas desarrolladas con el esfuerzo de los docentes y era un apellido impuesto a algunos programas de la Administración. Ahora, es la energía que –alimentada desde el Gobierno de Aragón– llega a más del 60% de nuestros centros y mueve el motor del cambio educativo. Es la que nos permite dar un salto a las nuevas metodologías. La innovación tiene muchos nombres en nuestra Comunidad: el nuevo programa de bilingüismo Brit, que ha comenzado en ocho centros este curso y se extenderá el que viene; el currículo integrado de música, el currículo digital, el programa Enseñarte para acercar la cultura a las aulas, la escolarización anticipada a los 2 años, las aulas de tecnificación, la apertura de centros por las tardes para potenciar la práctica deportiva… Y tendrá otros nuevos en los próximos meses, como el currículo artístico y otros que se conocerán pronto. El objetivo es que todos los centros aragoneses tengan la innovación como sello de calidad, que la innovación educativa de Aragón siga siendo una marca a imitar más allá de nuestras fronteras.

Pero para ‘hackear’ realmente el sistema necesitamos cambiar además del contenido, la forma, lo más tangible, las infraestructuras. Por eso, este curso hemos estrenado un nuevo modelo de centro público –el centro integrado– que afianza los puentes de la primaria a la secundaria permitiendo escolarizar a los alumnos con 3 años (o 2 en algunos casos) y que permanezcan hasta que terminen la etapa obligatoria o el bachillerato. Los alumnos de los colegios públicos de La Jota en Zaragoza y Ayerbe han sido los primeros en estrenar esta fórmula, que se multiplicará por cuatro el curso que viene y continuará aumentando. Esto permite fijar población en el medio rural –evitando desplazamientos–, que los alumnos sigan en un entorno conocido en el paso a secundaria y aprovechar mejor los recursos. Los centros integrados son una fórmula pionera en la red pública, son flexibles y permiten adaptarse a las variaciones de demanda escolar para responder así a las necesidades de las familias.

Pero la innovación no sustenta por sí sola el sistema, que se quedaría cojo si no se le apoyara con el pilar de la equidad y la inclusión. 2018 va a ser en Aragón el año de aplicación del decreto de educación inclusiva y convivencia que fomenta igualdad de oportunidades en el acceso, la permanencia y la promoción en el sistema educativo de todo el alumnado. Será el año también de la escolarización equilibrada, ya que hemos modificado el decreto de escolarización para garantizar la distribución equilibrada del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo con el fin de conseguir una mayor cohesión social e igualdad de oportunidades. Estrenaremos también nuestro Observatorio de la Escuela Rural, que velará por la calidad y la mejora de red más extensa en número de centros, que llega a todos los puntos y es el principal garante de la vertebración del territorio y de la igualdad de oportunidades. Una red en la que hemos conseguido salvar 62 escuelas abocadas al cierre gracias a la bajada de ratios.

Y, por supuesto, seguiremos con nuestro sistema de becas, que llega a 12.000 alumnos de comedor y a 19.200 en el caso de material. A esto se sumará un modelo de banco de libros. Todo ello vendrá acompañado del plan de infraestructuras con el que se conseguirán metas como el regreso de los alumnos del sur a los colegios de su barrio. Y como le evaluación es algo inherente a las políticas públicas, contaremos con un sistema propio de análisis y evaluación de nuestro sistema.

Damos, en definitiva, un paso más para universalizar de manera real la educación, el objetivo que hemos perseguido desde el comienzo de la legislatura y en el que continuamos trabajando. El alumnado aragonés es nuestra prioridad y su educación de calidad nuestro mayor empeño. Por un 2018 con energía, sigamos la corriente.