El galacho, sin nada de agua antes de tiempo

La falta de precipitaciones ha hecho que el meandro abandonado de Juslibol esté seco, una situación "excepcional" que tardará aún varios meses en corregirse.

Que el galacho de Juslibol no tenga agua en julio o agosto es normal, pero que no quede ni una gota en pleno junio es "excepcional". Fuentes del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza confirmaron ayer que el nivel empezó a caer "entre finales de mayo y principios de este mes". Ahora está totalmente seco y no hay previsión de que alcance un caudal significativo hasta, aproximadamente, el mes de octubre, ya que su nivel está ligado al del Ebro, que registra valores mínimos.

Lo habitual sería que por estas fechas tuviese "entre dos y tres palmos de agua", pero ayer solo quedaban unos charcos que desaparecerán este fin de semana casi con total seguridad. De hecho, como puede verse en la imagen, hubo personas que decidieron darse un paseo por su interior, algo que "no puede hacerse" en condiciones normales.

Las citadas fuentes aseguraron que la flora "no se está viendo muy afectada". Los árboles no están sufriendo, síntoma de que el agua no está lejos (de haber un déficit hídrico, sus hojas se habrían vuelto amarillas), pero los peces, un festín para aves y zorros, son otro cantar. Al haber sido un proceso lento, hubo semanas en que se podía observar a los pájaros comiéndose a la fauna acuática. Ahora, no obstante, "ya no tienen nada que llevarse a la boca".

Los trabajadores municipales recalcaron que esto "no tiene que ver con el azud", sino con la sequía. "Durante el verano, el Ebro se filtra y alimenta a los lagos, que sí tienen agua actualmente, y al galacho. En otoño e invierno, al llevar más caudal, también llega de forma directa", apuntaron.

El Ebro, recordaron, es un río que sufre "grandes estiajes en verano". "Esto ha sido así siempre, independientemente de que ahora esté más controlado", dijeron.

Cuando el río se desborda, "todo el espacio natural se inunda" y queda comunicado. Estos días, sin embargo, la situación es justo la contraria. Para volver a ver agua en el galacho habrá que esperar a que el caudal del Ebro aumente. Sería necesario, por tanto, que lloviese en abundancia aguas arriba, algo que no está previsto. No en vano, las precipitaciones de principios de mes no tuvieron incidencia alguna.

Las visitas no se resienten

Que el galacho no tenga agua se explica por el nivel de sedimentos. En los lagos, antiguas graveras que se formaron por la extracción de arenas y gravas en la década de los 70, esto no ocurre.

La sequía, en todo caso, no afecta al número de visitas, que se mantienen, aunque lejos de los picos de abril y mayo. "No depende del nivel del agua, sino del calor que haga", matizaron desde Medio Ambiente. Recordaron, por otra parte, que el futuro del galacho pasa por su desaparición. Su "proceso evolutivo" hará que se convierta en un soto.

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