Ayuntamientos del Pirineo imponen peajes para transitar por pistas de montaña

La medida pretende frenar la masificación en algunos parajes y ayudar a mantener los caminos. Ya se aplicaba en Plan, Tella-Sin y Broto pero desde este verano se extiende a Laspuña y Bielsa.

Fernando Mur, vecino de Saravillo (Plan), observa el cartel colocado a la entrada de la pista que va al refugio de Lavasar. En él se advierte a los conductores de que el precio del tique es de 3 € y la sanción mínima por no llevarlo, de 100 €. A la izquierda, la máquina dispensadora.
Fernando Mur, vecino de Saravillo (Plan), observa el cartel colocado a la entrada de la pista que va al refugio de Lavasar. En él se advierte a los conductores de que el precio del tique es de 3 € y la sanción mínima por no llevarlo, de 100 €. A la izquie
Rafael Gobantes

Pagar por entrar a un museo resulta habitual para los turistas cuando viajan a una ciudad. A lo que no están tan acostumbrados es a pasar por caja si van a un ibón o a un barranco del Pirineo. Sin embargo, tendrán que empezar a hacerse a la idea, porque cada vez son más los ayuntamientos con pistas de montaña de acceso restringido por donde solo se puede circular previo pago. Si Bierge colocará tornos para que los bañistas entren en el río, en otros municipios ya están funcionando máquinas que dispensan tiques de 3 euros.

El Gobierno de Aragón no dispone de un registro oficial de los caminos regulados, una posibilidad contemplada en la Ley de Montes, que permite a los propietarios, la mayoría ayuntamientos, solicitar este tipo de aprovechamiento. Solo en la comarca de Sobrarbe, la más visitada en verano, existen cinco municipios con pistas de circulación restringida, una medida que justifican para frenar la masificación y afrontar los cuantiosos gastos de mantenimiento de los caminos.

El caso más reciente es el Bielsa, donde este verano se empezará a cobrar en las pistas de la Estiba y Ruego. La primera actualmente es de uso restringido, pero se quiere abrir como recurso turístico, ya que sube a 2.200 metros y ofrece una magnífica panorámica. La segunda está considerada la de mayor altitud del Pirineo. "Si las queremos mantener en condiciones de paso tenemos que cobrar", comenta el alcalde, Miguel Noguero. El objetivo, añade, es generar un recurso turístico y facilitar un acceso ordenado.

También en Laspuña será el primer verano en el que un cartel a la entrada de la pista que conduce a la peña Montañesa advierta de que es obligatorio sacar un tique de 3 euros en la máquina expendedora. La ordenanza está en vigor desde abril. "Cuando voy a una ciudad, me obligan a pagar por aparcar. Tenemos 60 kilómetros de pistas y nos cuesta mucho mantenerlas ", justifica su alcalde, Antonio Castillo.

La primera con peaje, en el año 2012, fue la del refugio de Lavasar, 14 km que conducen hacia el ibón de Plan. Andrés Bielsa, alcalde de la pedanía de Saravillo, donde empieza la pista, niega "afán recaudatorio" y lo justifica porque "estaba impracticable". La recaudación se invierte en el mantenimiento, "y aún así hay que poner dos veces más", dice. Ahora, ya arreglada, se ha convertido en un atractivo (en el verano de 2016 pasaron 5.000 vehículos), y además la usan ganaderos y cazadores y se puede llegar a los repetidores de telefonía y televisión en caso de avería. "En estos pueblos nos tenemos que buscar la vida", añade.

Lo copió al año siguiente el vecino municipio de Tella-Sin. La pista del barranco de Mirabal, uno de los más frecuentados del Pirineo, se convertía en días de máxima afluencia en un caos, con 150 vehículos que aparcaban donde podían y frecuentes robos. El camino, que da acceso a los pueblos de Cortalaviña y Mirabal, quedaba destrozado. "Ahora está arreglado, con tres párquines, cámaras de vigilancia, y sin robos", asegura el alcalde, Feliciano Sesé. Al principio los usuarios protestaban, pero "¿qué son 3 euros por una furgoneta en la que van siete que se gastan 50 euros cada uno por contratar un guía para hacer el barranco?", dice.

En Broto, la regulación es doble. Desde el año pasado un vigilante controla el paso a la vía ferrata situada junto a la cascada de Sorrosal y cobra 2,5 €. La razón, esgrime la alcaldesa, Carmen Muro, es "garantizar la seguridad de los usuarios, evitando que se haga un tapón y con un adecuado mantenimiento de la vía ferrata". Y desde hace dos años, en la pista de la Caña hay que pagar 3 euros. El dinero se reinvierte. "Antes, una valla impedía el paso, solo podían transitar los vecinos, pero no podemos tener cerrado el monte. Tres euros no limitan el acceso a nadie, es poco más de lo que vale una cerveza".

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